martes, 1 de octubre de 2013

Fondeadero

Fondeadero

no es necesario el soplo
ni la condena de tus lentos
y grávidos paisajes que se ausentan
a babor y a estribor olvido el acicate
de este verte y no verte venir
hacia el pozo de estrellas.
me pregunto dónde,
me pregunto cómo,
me pregunto ostiones
adheridos a tu casco
cuando llega al fondeadero
hacia donde caminará
la lenta acogida de la arena ahora
que planeo sobre el mar abierto
como mis piernas se abren
como el compás que abarca
el ancho de la mesa donde
los mapas del tiempo
se extienden sin caer al piso
de madera.
Y yo todo veo a través del ojo de buey…

Me descuello en graveros
de senderos habituados
al paso de las naves de agua
sobre la cubierta de esta sentencia
adosada a la quilla de las estrellas.
Que también se cansan.
hace tiempo que me despertó
el estallido de tu llegada,
mas no debatí con tus ojos
la medida y ahora
los fuegos fatuos
iluminan los mástiles
del aire azufrado:
poemas queriendo dejar de escribir
poemas en el suelo
de un día que se sienta
en la borda de mi vida.

Por cierto...

...  Si algun@ necesitáis correctora de estilo, maquetadora, diseñadora de portadas, redactora de textos para la contra o algunas de mis fotografías para vuestros libros, sean del tipo que sea, nada más que tenéis que poneros en contacto conmigo. Como estoy hecha a hacerlo gratis casi siempre, por no decir siempre, el precio por el trabajo será más que razonable.

Dirección de correo electrónico:

sfserra@gmail.com

Asunto: correcciones, maquetación, portada, etc según el servicio que se solicite.

Gracias.

Reivindicación del gris

Reivindicación del gris

el silbo de la mañana
que se abre gris, es decir, lleno de matices,
con las alas de la tórtola
borboteando en el plumón
mullido del aire no ausente
de ti.
Y un especial interés
domestica mis sienes juntas en su ojo
de aprendiza de la verdad del amor
a esta edad tan serena
como el mar grisáceo de la tarde
sureña en la playa de invierno.
bienvenidos tus jamelgos
juntos y ataviados
de lo que no sé vestirme,
porque una insignia de rosas
cuelga de tus dedos
que duermo en mis labios.
Y callo para no entoldar
semejante acervo de bien
y venida de tu sien
en esta mañana gris
de septiembre.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Escribiente

Escribiente

al no ser nada
ni nadie el don
exánime acude
a mis brazos de doña
ningún poder
salvo salvar
al pensamiento
de la oxidación natural
de ser viviente
grafista
o escribiente.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Poema "los parasoles de Afrodita" en vídeo

Se lo debo a algunos queridos amigos. Tómenlo como prueba. Los vídeos nunca han sido lo mío. Recitar tampoco, pero sí sé que tal como escribí "Los parasoles de Afrodita", sus poemas, son poemas también para recitar. Hay poesía para recitar y poesía para ser leída. Todos la que es para ser leída, no sirve para recitar. Además me persigue una insufrible vanidad, no soporto oír un poema escrito por mí sin el tono en el que lo escribí, ése que oigo cuando lo escribo. Por eso siempre pensé que a este libro le habría venido bien un dvd con grabaciones de audio (además de un dvd con sus fotografías, decenas). Le habría venido bien para cumplir con esa máxima que me persigue, la coherencia, la congruencia en el acto poético. Pero el mercado editorial es el mercado editorial, sus circunstancias, sus carencias y sus sobras. Nada que ver con la poesía, con lo que nace cuando se coge papel y lápiz, ordenador, fotografía, espíritu y grafos. Cosas de la costra dura de la nomenclatura (que, quién dice que no es también poesía).
(Disculpas por la mala calidad.)

Dejo abajo la letra del poema en sí.


Los parasoles de Afrodita

Ya llegaste, te has sentado ya.
Tengo tus ojos delante:
De su dorado vientre, el de Afrodita,
nacieron celestes parasoles,
sombrillas chinas que la diosa abrió
para cultivar mi piel con la nácar
y el humus de marino hechizo
arrojado sobre la ola que,
de vuelta y viene, conforma la marea
del sanguíneo mar de poniente:
¡Mar mío, mar lleno, mar
tan grande como yo misma!,
exclama la diosa rediviva
ignorante de su testicular
progenie, urania utopía
transformada por mor del viento
en conflagración de carne
sobre agua-sal y carne.

Gemiste en mis ojos: ¡Dame aire!
Gemiste en mi boca: agua blande
y piel para el cuántico cuerpo,
envoltura de este juguete polivalente
en el que me sumerges hasta contentar objeto
de los ritmos internos que manifiestan la eufonía,
venéreas transacciones, de las celestes esferas.
Amor, cueva clara a la sombra
de los chinos parasoles visitas.
No tu música, no tus brazos,
no tu centro; ni siquiera tus alas,
en el reitero de esta penumbra
de piel interna, hallarán ajado,
que ella misma regenera
a medida de las Eras.
Que sí, vuelan ya.

Urano,
hoy ya caes,
hoy ya retornas
por tus genitales.
Qué castrado te dejamos, ¡ay!
Ay, castrado, sí. Mas —te hablo al oído—,
recuerda,
sólo a sangre
tu carne engendró
lo más sagrado.
Ahora ya cayendo,
piensa,
podrás hacer
de la descendiente de tus gónadas
real
cayado.


 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.