sábado, 31 de agosto de 2013

Correo a mi madre que está en el cielo

Mamá, mamá, ¡que alegría!... ¡Ya sí puedes respirar!
¿Sabes?, sólo tú podías conseguir que una noche de mortuorio oliera a jazmines. Con su aroma me duermo.
Un beso. Descansa, que ya sí por fin puedes hacerlo.

jueves, 29 de agosto de 2013

Aunque digas (the game)

Aunque digas (the game)

Estoy cansada de que la poesía me confirme. De nada me sirve prever. Ni a mí ni a los demás. Terminaré odiando la escritura de poesía. Me resuena como una carcajada siniestra, un “ya te lo dije”. ¿Y qué?, le espeto. Sólo fuiste palabra. No tienes ni idea de lo que es la vida. Soy yo la que la hago posible. Mi cuerpo. Mi física. Mi tiempo. Tú no existes hasta que yo te hago inmanente VIVIENDO.
De nada sirve que me avises. La vida es otra cosa. La vida soy yo y mis semejantes y todo lo que nos rodea y hacemos. Jamás podrás alcanzarnos. No llegas antes. Simplemente no llegas. No te haces hasta que yo no vivo. Aunque digas antes. Y yo vuelva a escribirte después.
dos tiempos para un acontecer,
uno dado
y canica,
ambos rodando.

YA

YA

el quebranto la luz
agonía verde cabello
tu asomo quebrando
el aire no dejes
de respirar
por amor
al cielo
ve
ya.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Nanit

Nanit

Duelen hablando quedamente los lentos crepúsculos
de estos días semejantes a ciertas aves que se posan sobre la encina.
Duelen quebrando horizontes allá
donde el sol se pierde hasta lograr ser más sol,
más aurora del otro lado, del otro barrio,
donde danzan ligeros los bostezos, las axilas,
los murmullos ahogados bajo las sábanas
y nuestro olor profundo y seguro de ser vivo
alimentándose de sí mismo. La luz.
La luz a oscuras en este abandono de nuestra suerte
para lograr la bendita proclama del sol sobre todos,
sobre las firmes costuras de este travestido animal
que persiste y persiste hombro sobre hombro,
fuente sobre fuente, puente sobre puente
de la mirada sobre el río, el mar, la ancha distancia...
El agua.

¿Qué te habita que tanto me extasía?
¿De qué consumo me abasteces que al igual
que me llena me deshace en estas perlas claras?
Siempre amor, siempre ahogo, siempre agua escondida
y clara anhelando el perfil de tu mejilla, los labios
que me hunden sin haber besado siquiera
la fuente terma de este ocaso
bajo la estrella que persigo por el canal de vuelta
en gozoso desorden de corriente continua
de ti a mí, de mí a ti, imaginando que llego
hasta tu boca de Hombre abierto a mi avenida.

Creo yo que somos dos batiéndonos
en la común espera de nuestra suerte en el otro,
en el cauce depositado, en el lecho de tu pecho y el mío aún calientes.
Caliente nuestra cama de común y mutuo abrigo
en esta luz a oscuras del encuentro entre el día y la noche,
el siglo y la espera bajo la misma manta, el mismo sol,
redescubiertos en la mañana como carne de luz y de ser vivo pleno.
Creo yo que no somos dos, sino uno.
Uno más el deseo de no perdernos
en el horizonte de aquel nuevo sueño.

Purificación

Purificación

cualquiera sabe
lo que dirías si en tus esquinas
y en tus dóciles sombras pudieras hablar
como el centelleante avispero.
santa faz de mi tiempo enquistado
y hoy grande y vivo santa
penumbra de la fe
en dioses
de pan
de oro,
karma, bendito karma.

Llega y me alumbra,
si una vez
fuiste, dos serás
por dos veces hermosa
la conquista del lugar
deshabitado por la falta
de mis ojos ya cerrados
que la olvidan,
esa circunstancia pasajera
por la que qué más diré yo
que cómo no querer verte,
cómo no hablar
de este preludio asombroso
de fantasía gratis
aunque me aboque
la costumbre del silencio
de hacer pausa y olvido.
Yo te quiero, amor mío
sin nombre.

A pesar de que amé,
computé el quebranto
de tu mejilla
como si me hubiera caído
por la baranda,
el celaje deslizado
sobre la azotea azul,
tan perenne y vacía
que no me explico
quien ha podido escribir
sobre sus paredes.
algo así debió suceder
el primer día de después de la historia,
un arma inservible,
la letra en el vacío,
las gargantas blancas
ya no existen
salvo en mi centro,
las colgaron como bombillas de colores
al lado del platanal auténtico
que vive de hambre
y de amarillo
la-vanda de
mis fiebres,
qué haré yo
sino llorar por mí sin ti.

la rosa blanca se desmelena en dos:
nacen la tiara y la corona,
el alto y el bajo río,
los geográficas,
las verdaderos.
mi hándicap se ha vuelto mi ventaja:
a mi otra parte, he llegado tan tarde
Y tan más viva.

Convertir la debilidad en fortaleza:
sola se ha hecho ella sola
transmuta
la arena
en agua
mis pies
en la grama mojada
cuando tu refresco llega
como el quemador de velas
de sal del Himalaya,
un fabricante de iones negativos
que purifican el aire
de mis neuronas.
voy a descansar estas vértebras
en el sofá entre el té,
las dos onzas de chocolate
y el recuerdo de tus palabras
o lo que escribes o piensas o chapurreas
como los periquitos del vecino,
qué más da,
así, aunque tú
ya no estuvieras,
el humo de tu escape
plantaría verdes en mis fosas
y yo te distinguiría
entre toda la niebla
todas las nieblas,
todas las nubes y los mohos
de cualquier mendrugo de pan
que perpetrara un sonido más acuoso
que el de tu oído en mi mejilla
cuando, corazón sembrado en la tierra
de los arriates, mis ojos auscultan
la plenitud de tu pulso,
esa sangre corrida
por los cauces raigales
de la tierra y yo,
la zahorí verde y roja,
con mi traje de india
ululando como el búho:
Ven aquí conmigo
hasta donde yo llegué
cuando aún no existías,
no eres hijo ni padre,
sólo compañero a partir
del ahora y el hoy
un uno
hacia delante.
 
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