sábado, 29 de diciembre de 2012

El diente de león y la acacia

El diente de león y la acacia

No vestir nunca en otoño,
desnudar en todo acaso
lo que nos distingue en vana diferencia,
como cada coquina
que desenterré en aquella playa.
Mis pies se arropan

sordos como la llave sorda
abre la casa sorda como
el hueco y el ave sorda
pero cantora.
Que no existe.
Berenjenar y subsistir, quemar
banderas y palos de arte mayor
y que el cruel castigo del látigo lacere
tu espalda herrumbrosa como vigilia vejada
por las nocturnas estrellas,
vender viento a manos llenas
hasta dormir desnuda.

Se aploma el disfraz
para el que nunca muere,
para el que permanece
sobre el manto memoroso.

Beber de los meados del ñú
y escupir mierda sobre los girasoles,
los quema y los aja
como si las nubes
evacuaran ácida lluvia:

el desurco de la farsa,
la guadaña del falsete siega
y nutre tu ábaco cejiblanco
con la cuenta de tus andrajos
de seda y mi sombrero cornucopia
colmado de gargajos
y soles nutrientes de clorofila
que el agua escupe.
Abrevarán otros dioses
ahorcados por bufandas
de rayas como el payaso
se iracunda cada vez que se pisa
el pie con el zapato del segundo
colgado de tu rama.

No quiero sino venderme
ante el paisaje extraño.
Su corteza con agujas,
mis semillas como plumas,
—¿por qué tú, justicia,
no apuñalas mandíbulas
de vez en cuando?—
Volvamos al trueque:
cambiaría mi reino
de diente de león
por tu recreo de árbol
fiero e integrado.

Llevamos, ¿cuánto tiempo
acaeciendo juntos?

(Sofía Serra. De El hombre cuadrado)

viernes, 28 de diciembre de 2012

Llegó el día



Llegó el día

Ya no siento que me aboga la nostalgia
Y me encuentro cansado de llorar.
Ya no me importará más quien gane
Y no quiero de esta fuerza escapar
Volaré por las estrellas una a una
En el brillo de tu cara y tu mirar.

Pediré al sol que toda mi fortuna
Sea un rayo perdido en alta mar.

Sin saber que no me vale
Sin saber que no me sirve.

Ahora siento que llegó el día
Que tengo ganas de vivir,
de atravesar lo muros y ruinas
que aunque pase el tiempo están ahí
y florecer como un hombre nuevo
sin miedo a las tragedias por venir.

Regalarle a la vida todo el fuego
De tus ojos y tus ansias de vivir.

Iba vestida la aurora
Con rayos de sol
Y en los cabellos prendida
Llevaba una flor

(Jesús de la Rosa. Triana)

El proceso

El proceso

Si eres aire, seré águila,
con tu calor me elevaré,
con tu frío descenderé.

Si eres agua, seré pez.
tu oxígeno me alimenta
a través del aleteo
de mis rojas agallas.

Si eres tierra, seré semilla
que germinaré y crezco
mullida en tu caliente lecho.

Si fuego eres, yo soy oxígeno.
La ceniza del tercero
ahuecará la tierra,
que se aireará.

(Sofía Serra)


Vuelve este lugar

La crisis ha sido de órdago, a punto de la catástrofe. Como mínimo ha conllevado que este blog se quede sin fotografías (problemas con una de las cuentas). No voy a quemarme en reponerlas, además de esfuerzo ingrato, no tiene sentido. Trabajar en este medio presupone la asunción de estas limitaciones. Son muchos años ya como para no tenerlo asumido. El grafos en internet es tan volátil como el alcohol de 90º.
La única huella que me importa verdaderamente es la que dejamos impresa en el alma del otro.



jueves, 27 de diciembre de 2012

Aflorar

Hoy voy a intentar retratarlos, a mis cabezos amarillos, que así comenzaron:

Aflorar

bastando dar se reciben
puñados primeros pétalos
y guardas
de una mujer
joven.
Yo salgo si
tú me besas o me hundo
más bebida
tu fragancia
de generosas
emanaciones.
Huele a flor y nata
de misterio
bajo tus párpados

se me escapa la palabra
por los circuitos fluviales
de mi denso estero,
que también ya huele,
a regaliz.

todo es silencio en este mundo
lleno, tan lleno.
La paz y la última palabra
someten su aleteo universal
al canto de tu ademán
de reyes, munífico
ente diurno y taciturno
hoy, mañana
ya veremos.

(Sofía Serra. De Los cabezos amarillos)


 
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