martes, 9 de octubre de 2012

La decencia española

La decencia española

Vuelvo a llorar al recordar la guerra civil. ¿Recordarla?, no la viví, pero vuelvo a llorar sobre ella. De nada sirve analizar, estudiar, leer, conocer, intentar comprender. Al final le revientan las entrañas  a una la conciencia de tantas almas, tantas vidas, tantos cuerpos con pensamiento y sentimiento luchando, sufriendo, queriéndose, matándose… tanto ser humano vivo para nada. Lo de menos es la sangre; lo de más, el llanto, la tierra arrasada y vacía, los edificios destruidos, los hogares destrozados, la mirada del niño, la injusticia del que gana. Toda victoria es una injusticia, pero en una guerra fratricida la victoria de uno es un crimen contra el otro.
Creo que no tenemos perdón por no haber sabido aprender nunca, y tal vez por eso mismo, nunca podremos salvarnos, vivir en paz, medio felices, medio prósperos quizás…
Medio decentes al menos.

Sofía Serra (9/Octubre/2012)

lunes, 8 de octubre de 2012

nadar

nadar

se cierra un ciclo
y ni tú ni yo
morimos embarrados.
la cruenta elipse
y su acerada anatomía
de alambre, espesa,
siempre espesa,
convoca sueños
vírgenes sobre el oeste
de tus mejillas. Prever
los ocasos no resultó difícil.

frenar ya mismo. o mejor.
desequilibrar la inercia
de este disco impoluto.
Nos repetimos como cachalotes
perdiendo la distancia
entre el nivel del agua y la fosa
submarina. Y todavía se confunde
hacer el amor con volar.

Sofía Serra (De Solenostemon)

Signos cantores ya circulan

Ya está circulando oficialmente Signos cantores,  aquí el enlace a su lugar en Amazon, desde donde puede ser adquirido, pero yo aún no dispongo de ningún ejemplar (las cosas de publicar en Texas, ;), jaja, ¡qué lejos, madre mía!, a ver si me sale un novio texano, pero con rancho, cientos de miles de cabezas de ganado y pozos petrolíferos incluidos, y prometo sacar a España de la bancarrota con la herencia que me deje —estoy segura de que sobrepasará provectas edades, muyyyy mayores que la mía quiero decir— ;)).  Bromas aparte (si no me río termino llorando), en cuanto tenga el mío en las manos haré una entrada más extensa comentando algunos detalles de su hechura... aunque no pueda hacerle fotos, ¡maldita sea mi estampa y toda la casa nikon junta!  :D)
Os dejo mientras la cubierta completa del libro, así como copio aparte el texto de la contra, para que se pueda leer mejor (velo por los presbíticos, entre los que me incluyo creo que ganándoles a todos, :D).
Diseño, by rodax... mi supercuñao (cuñaaaitoooo!), manchego, natural de Tomelloso para más señas, el pueblo que da a luz a los genios (aparte de unos quesos muy ricos). Aquí su blog.

Sofía Serra Giráldez (Sevilla, España, 1962) historiadora del Arte, poeta, fotógrafa. Ha escrito los poemarios: Asesinos de almas (trilogía, 2002), La presencia por la ausencia (2005-2007, Bohodón Ediciones, 2010), Entreterras, Son-ethos, la trilogía Canto para esta era (El paraíso imperdible, Canto para esta era, El deshielo), de la que aquí se muestran algunos poemas, y los siguientes poemarios que es de donde se han extraído los poemas aquí seleccionados: Del Bestiario de los inocentes, Los parasoles de Afrodita, Nueva Biología (publicado por la misma autora en internet bajo el soporte de Blogger), El muriente, La dosis y la desmedida, El hombre cuadrado, Suroeste, La exploradora y Solenostemon, (este, a fecha de esta edición, continúa escribiéndose).
Sus sitios en internet, donde casi a diario puede seguirse su trabajo: El cuarto claro (poesía) y Meridiana claridad (fotografía).


My country song

My country song

No me apetece absolutamente
nada seguir haciendo, para qué
dejarme guiar por mi propia inercia,
continuar componiendo documentos
como si fueran potingues mágicos
o la solución a todas las enfermedades
que pueblan la tierra
¡enfermedades! Dicen
enfermedades.
Yo sólo sueño con vivir
allá en un rancho extraño
al oeste de un río grande
donde pueda dedicarme
a escribir la memoria lejos
de este terreno de reflejos
donde hasta los sueños sueñan
con exiliarse. La lotería me tocó
el hombro el día que decidí
no habituarme a tanta lengua insana,
a tanto escondrijo
de rata, a tanto roto
de hambre de libertad,
igualdad y fraternidad y sueño
con vivir allá en el rancho lejos
de los secuaces que hacen polvo
del brillante que con tanto esmero
fue puliendo la historia peleando
ella sola siempre contra
tanta carga inútil,
tanto peso muerto,
tanto zócalo, tanta reciedumbre…
Escribir y olvidarme de

sucumbir u olvidarme.
Voto por el olvido.

Sin memoria allá en el rancho
cerca y al oeste de un río grande
escribiré sobre el futuro incierto
sin apetencias ni dolores
pero ciertamente segura
de que cualquier territorio
al oeste de ese río grande

acogerá al hombre y su leyenda
al oeste, al oeste yo me voy,
lejos de la tapia de tanto sordo,
aún más lejos de tantas bocas
renegadas por el ademán,
el gesto impostor
de tanta huelga
de brazos caídos
de pura tristeza
hasta el suelo.

Sofía Serra ( De Solenostemon)

domingo, 7 de octubre de 2012

Fotógrafa en apuros (tal vez I)


Fotógrafa en apuros (tal vez I)

Hoy que me falta, dejo de dudarlo, por fin me convenzo. Nada ni nadie podrá alejarme ya de mi propio reconocimiento. Soy fotógrafa, me importa un bledo que no acumule títulos profesionales “ad hoc” o acreditaciones en mi cartera (puñetera costra dura de la nomenclatura sobre la que me rebelo constantemente, y no porque no me haya ganado nombres de ella, pero siempre he renunciado a competir por ellos, la competición para el oficiante, para el gremio), soy más fotógrafa que un reportero de cualquier periódico, que cualquier aficionado de estos que en internet aparecen con una lista a su lado tipo biblia en papel de seda con toda la ristra de los objetivos y las cámaras que posee (el más larga-más gorda-más dura (sic)). O que aquellos que montan un estudio con dos meses de cursillo a ¿sus espaldas?... qué pronto le sacan beneficio, alivio, unas veces económico, otro social. No bajan al infierno. Aún recuerdo la exposición de alguien, un “poeta”, mejor no recordarla. Y no hablemos de los que tienen cuarenta años de oficio, esa es la palabra, oficio. Por eso tanto se han acercado a mí los conocidos como profesionales. Ellos han abundado en la fotografía, en el acto fotográfico, por pura inercia gremial, y han llegado a echar de menos ese algo por mucho oficio que hayan adquirido (el oficio se adquiere, la naturaleza subyace inmanente o trascendente, siempre permanece, ES).
Jamás me faltó la posibilidad de disparar como hoy, ni un solo día de mi vida ha estado este cuerpo sin ese dispositivo (gadget, soy como el inspector gadget), siempre en mi tiempo la posibilidad de atrapar lo que me rodea, lo que miro -cómo miro- cómo me miro, ¡soy yo!, ni revelado ni leches, ese es sólo el siguiente paso, el primero es el disparo, ese justo momento en que por fin asumo y me sumo, me integro, reintegro, muevo, me dispongo, me doy, enumero, coloco, sitúo, encajo, soluciono, aprehendo. Comienzo a conocer. Conozco.

Como me sucede cuando escribo . Escribo para conocer. Porque pienso, necesito escribir poesía y disparar. Son mis actos de conocimiento, de ser, y después, de reconocer.

Oficio y naturaleza. Lo mío es naturaleza.
El poeta hace; después hace oficio.
Recuerdo ahora cuando pintaba al óleo. En realidad lo que hacía la mayor parte de las veces, de las pinturas, era revelar las fotos que disparaba. Nunca había podido aprender a revelar, aún no existían las cámaras digitales, encargaba hacer las copias en papel para poder visualizar lo que había visto mentalmente. Sobre ellas, sobre esa mera visión, ya creaba, ya re-creaba, ya pintaba. REVELABA. Por eso mis pinturas y mis fotografías hablan siempre de lo mismo (siempre hacemos las mismas fotografías, siempre, como siempre escribimos los mismos poemas, siempre, por mil formas distintas que le demos, por mil puntos de vista desde los que miremos), porque no hacía otra cosa más que revelar al pintar cuando mis disparos eran analógicos.

Necesito ese dispositivo en mí para poder terminar de ser tal como necesito escribir poemas para seguir siendo. Son dos minusvalías que una lleva a la espalda. Son el remedio. No poder ser sin el acto de la letra escrita ni de la fotografía. El agua y la luz… Creo que soy como un vegetal, una planta (por eso tanto los fotografío casi monotemáticamente), tal vez un árbol. Agua y luz para poder seguir viva. Agua y luz para ser. Agua y luz me hacen.
Un árbol quizás, a lo mejor soy un árbol… un árbol como una puñetera encina.

Y vuelvo a llegar a ella, siempre ella, la encina: lo mismo por abajo que por arriba como ya dijo Virgilio, como decía mi padre, como decía Fermín, esa soy yo. Y mi mundo, el pensamiento, que es el Arte. Mi forma de ser humana, el poema y la fotografía.
El arte como la superación de una carencia, una encina a la que olvidaron vestir de ser humano.
Tú eres mi vestido en esta costra dura de la nomenclatura, tú eres mi Arte. Ya lo dejé dicho en algún poema.

Sofía Serra, 7 de octubre de 2012, siete días sin cámara.
 
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