viernes, 5 de octubre de 2012

Vi (ñ) etas

Se han descargado así desde el correo, yo he tenido que añadirle la "ñ" , ... las cosas





















Un rojo amanecer

Mapa de mi poética

Soy una gran amante de la cartografía, de los mapas, creo que en breve me decidiré a insertar algunos que he ido coleccionando. Mientras comienzo con este, un boceto.

Mapa de mi poética

En el devenir poético de mi escritura se contemplan claramente dos registros, aunque puedan estar mediatizados por escalones o matices en la línea que los une. Uno se define por su claridad, una poética clara y muy llana, relatadora, los menos, otro por unos modos sumamente elípticos, los más. Ya hace tiempo que me di cuenta, estudié y analicé el “fenómeno”. Los menos elípticos siempre relatan o poetizan sobre situaciones directamente observadas, vividas o actuales. Los más elípticos son los que nacen de esos que yo llamo recuerdos verticales, una especie de profundización en mi propia forma de sentir las cosas y pensar, los unos relatan experiencias no importa si actuales o pasadas, los otros intentan reflejar el pensamiento, la moral-eja, la conclusión, el llegar.

Uso uno y otro según el poema me pide, sí emana solo el modo. No hay nada previsto; pero todos encajan en un poemario unitario con un mensaje exacto. Son tan sólo diferentes formas de acercarme a lo mismo y diferentes modos de intentar que los posibles lectores puedan acercarse a lo mismo.

En mi fotografía sucede igual, en las distintas series se pueden contemplar diferentes formas formales dentro de ellas mismas. Ninguna está definida por un tratamiento común. Por ceñirnos a las categorías más comúnmente asimilables, ni siquiera siguen el patrón del blanco y negro o el color.

Cuando se excava un pozo artesiano (ver la fotografía que aparece al la derecha de este blog, “Retrato de poeta” y la siguiente “Teoría del Arte”) suele darse con diferentes capas de estratos. Unas estarán formadas por capas duras, de rocas como el granito los cuarzos, menos frágiles, más o menos desbastables, algunas metamórficas, otras sedimentarias, diferentes épocas en la geología de la tierra, diferentes fenómenos naturales que determinan la consistencia y características de cada capa de suelo.

El acto del poema y al completo del poemario, es el mismo o se desarrolla por los mismos cauces. Algunas “zonas” obligarán a usar broca de punta triple, otras brocas de punta blanda, algunas más a duplicar la potencia del compresor y hasta en algunos casos enfriar la punta de diamante que taladra. Todo dependerá de lo que se vaya el pocero, la pocera, encontrando.

Algunos poemarios conservan el tono del principio al fin aunque siempre llevan insertadas ciertas notas de color, distintas al común, discordantes. Los más homogéneos (misma cualidades de diferentes subsuelos encontrados) son los tres primeros por un lado, la presencia por la ausencia, Son-ethos,  Canto para esta era, El deshielo, Nueva Biología (más conceptual), Los parasoles de Afrodita (muy cantor). El resto fotografían, esa es la palabra, el paso por cada uno de los estratos que la taladradora se ha ido encontrando, un registro de los distintos ajustes (cambio de broca, camino de velocidad, cambio de ritmo) según el tipo de subsuelo encontrado. El análisis de la trilogía El hombre cuadrado merecería apartado porque ella misma es un viaje de retorno sobre la propia poética, hago poéticamente lo que hago en cada poemario y cada poema, situarme en la costra dura (el muriente), pero en vez de escarbar o taladrar, analizarla, vivirla (la dosis y la desmedida) e intentar asimilarla, reconciliarme con ella (el hombre cuadrado). Los últimos aún no lo tengo tan corregidos como para poder determinar una conclusión sobre su análisis.

La tubería de revestimiento final de cada pozo artesiano se construye desde el principio y desde el final: una especie de cubierta que deja transparentado cada estrato, una tubería que en vez de PVC sólido y opaco es de cristal transparente= necesidad pedagógica, necesidad de mostrar lo que me he ido encontrando. Que todo el mundo conozca lo que hay bajo esta suelo al ir atravesando la costra dura de la nomenclatura imagino que para que así, cualquiera pueda hacer lo mismo que he hecho yo: una guía por un territorio inexplorado. Una especie de mapa.



jueves, 4 de octubre de 2012

Signos cantores, nuevo libro


Esta  portada, diseñada por rodax, es el precioso vestido de mi último trabajo, Signos cantores, un conjunto de poemas que he ido seleccionando durante el último  mes y medio a propuesta de una amiga a la que nunca podré expresarle debidamente mi agradecimiento, Carmen Karin Aldrey. Javier Sánchez Menéndez ha tenido la generosidad de prologarlo. El libro lo publica la editorial norteamericana Linden Lane Press. Estará disponible a través de Amazon en unos pocos días.




Purificación

Purificación

cualquiera sabe
lo que dirías si en tus esquinas
y en tus dóciles sombras pudieras hablar
como el centelleante avispero.
santa faz de mi tiempo enquistado
y hoy grande y vivo santa
penumbra de la fe
en dioses
de pan
de oro,
karma, bendito karma.

Llega y me alumbra,
si una vez
fuiste, dos serás
por dos veces hermosa
la conquista del lugar
deshabitado
por la falta de costumbre
o mis ojos ya cerrados
que la olvidan,
esa circunstancia pasajera
por la que qué más diré yo
que cómo no querer verte.
este preludio asombroso
de fantasía gratis
en otros lugares
no logro verbalizar,
pero me aboca la costumbre
del silencio
de hacer pausa y olvido.
Yo te quiero, amor mío
sin nombre.

A pesar de que amé,
computé el quebranto
de tu mejilla
como me hubiera caído
por la baranda,
el celaje deslizado
sobre la azotea azul,
tan perenne y vacía
que no me explico
quien ha podido escribir
sus paredes. algo así debió suceder
el primer día de después de la historia,
un arma inservible,
la letra en el vacío,
las gargantas blancas
ya no existen
salvo en mi centro,
las colgaron como
bombillas de colores
al lado del platanal auténtico
que vive de hambre
y de amarillo
la-vanda de
mis fiebres
qué haré yo
sino llorar por mí sin ti.

la rosa blanca se desmelena en dos:
nacen la tiara y la corona,
el alto y el bajo río,
los geográficas,
las verdaderos.
mi handicap se ha vuelto mi ventaja:
a mi otra parte, he llegado tan tarde
y tan más viva.

Convertir la debilidad en fortaleza
sola se ha hecho ella
sola transmuta
la arena
en agua
mis pies
en la grama mojada
y fresca, así cuando
tus refrescos llegan
como el quemador de velas
de sal del Himalaya,
un fabricante de iones negativos
que purifican el aire
de mis neuronas.
voy a descansar estas vértebras
en el sofá entre el te,
las dos onzas de chocolate
y el recuerdo de tus palabras
o lo que escribes o piensas o chapurreas
como los periquitos del vecino,
qué más da
así, aunque tú
ya no estuvieras
el humo de tu escape
plantaría verdes en mis fosas
y yo te distinguiría
entre toda la niebla
todas las nieblas,
todas las nubes y los mohos
de cualquier mendrugo de pan
que perpetrara un sonido más acuoso
que el de tu oído en mi mejilla
cuando, corazón sembrado en la tierra
de los arriates, mis ojos auscultan
la plenitud de tu pulso,
esa sangre corrida
por los cauces raigales
de la tierra
y yo, la zahorí verde y roja,
también con mi traje de india
ululando como el búho:
Ven aquí conmigo
hasta donde yo llegué
cuando aún no existías,
no eres hijo ni padre
sólo compañero a partir
del ahora y hoy
un uno
hacia delante.

Sofía Serra (De Solenostemon)


 
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