martes, 31 de julio de 2012

El cansancio de Afrodita (Que vuelvan los lilas)


El cansancio de Afrodita (Que vuelvan los lilas)

Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba
cercana a tu estanque,
convertí cañas en siringas
hasta inundarte
de ti. Canto y taño.
En honor de las letras me hago sangre,
despedazo cada labio por ver
si al nombrarlas consigo
oír el descanso.
Anhelo el otoño sin que haya nacido el verano.


¿Y si me dejas en reposo?
No morirás aunque duerma,
la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar
coexiste la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar deicidio
contra estas cansadas manos,
estos pesados brazos más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene viva,
ventana y lumbre.
Al parecer, el sonido no ondea sobre el agua,
puerta y límites.
Al parecer, los lilos florecen una vez al año.


¿Qué tal si me permites apoyar la cabeza
aunque sea en la nube de espinas?
Ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.


Auto-ventilarme en un sol,
en una punta,
en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco.
¡Puff!, y dejar...
Dejar de ser.
Auto-inhibirme en el altar
de las lilas abiertas a lo que sea.


Al blanco.


Sofía Serra (Correcciones de Los parasoles de Afrodita)

Cometieron dos errores



Vagancy (sic)


Vagancy (sic)


me han dado
con la puerta
en la nariz
de mi entraña
no vacante.
una puerta pintada
con color de titán
y un lujo de ellos
que lleva el nombre
en la etiqueta de la lata
que lo contiene, o lo encierra,
de “cerrado por vacaciones”.

Sofía Serra

lunes, 30 de julio de 2012

Para qué una respuesta

Para qué una respuesta


como un barrunto de luz
se oscurecen también paupérrimas
las hojas de acanto
y las columnas forjadas bajo ellas
nada queda por decir en las lápidas
algunos hombres buenos
tallaron sobre las paredes de cal viva
la mortaja de los inocentes.
me oscurece el socavón en la aldea
y la tierra apisonada por los hombres
para olvidar la lombriz
que pasea a sus pies.
Si hubiéramos tejido la niebla,
seríamos más felices.


La palabra de la no palabra, esa es la esencia de la poesía. Lo que persigue a todo poeta cuando coge papel y lápiz o lo que al menos a mí me impulsa a escribir o me ha impulsado hasta ahora, transmitir lo inefable, lo que es un contrasentido en sí mismo. Esa es la paradoja de la poesía verbal y concretamente, su paradoja a estas alturas de la historia de la expresión verbal poética y escrita (si digo “historia”, debería eliminar lo de “escrita”).
Abrir la boca y lograr el balbuceo es casi el fin último de todo poeta, fin como finalidad.
Ahora bien, los caminos, el camino devendrá en una serie de frutos, los poemas, que llegarán al otro, trasmitirán evocaciones y evocarán, volvemos a lo mismo, dirán sin decir, algo similar a la palabra de la no palabra.
Rompe la poesía, se abre el brocal, mana el pozo justo en ese instante/lugar cerebral en el que la mente humana percibe la inutilidad de un código creado por ella misma para hacer transmisible desde un interior desde sí hacia un exterior. Ese es el arranque poético, ese es el principio de toda poesía.
La poesía es la paralización del sistema neuronal ante el hecho de la palabra en sí, el barrunto de luz se encuentra ya en su lugar en cuanto este mismo queda oculto, y justo en esta paradoja, nace la palabra poética.


para qué una pregunta
si el alba determina todo
lo extinguible, para qué dios,
o tú, tallaron las rosas
vivas mientras yo dormía,
para qué las rosas
me duermen en sus tallos
con el peligro de su muerte
que recorre los canales
de la savia aplastada
por el peso del cielo
y, esto, el purgatorio de mi respuesta.




creo que yo ya no creo
 en la poesía escrita.
sólo en lo no dicho.
estás, estoy.
ES.

(Sofía Serra, de La exploradora)

domingo, 29 de julio de 2012

Poema en prosa sobre responsabilidades paterno/filiales en época de crisis y no (o poema sin burbujas)



Poema en prosa sobre responsabilidades paterno/filiales en época de crisis y no (o poema sin burbujas)


Sí pienso en el futuro de mi hijo, aunque no sé muy bien qué significa esa expresión. Cuando lo proyecto en el tiempo lo primero que se me viene es cierta maldición en forma de palabras sobre sus padres, que no le han dado otros hermanos, un poco queriendo y otro poco sin querer. Más que nada porque si siguen viviendo, sus padres, o sea mi varón querido y yo misma, a una edad más o menos habitual, se las verá y deseará para poder atenderlos si alguno de los dos cae enfermo o les sobreviene cualquier circunstancia por el estilo. Un hijo solo y responsable es lo que trae. Siempre le digo: Manolito, si llego a vieja y me pongo pejiguera, como es lo normal, tú méteme en algún hospicio, allí cuidan bien a las personas ancianas. Las personas viejas no debemos estar entre los maduros. Él suele mandarme a tomar por salva sea la parte (qué alegría que la he nombrado en bastante poemas últimamente) cada vez que se lo digo, pero yo insisto muy seria: Y si alguna vez me da algo malo, tú no me lleves al hospital, que los odio!, deja que me muera a gusto y en paz, como cuando tuve el segundo aborto que no lo era, en casa y que sea lo que dios quiera, no quiero verte con el coñazo de los hospitales y el lío de los médicos, que ya sabes tú cómo funciona eso, muy bien, pero en el fondo sólo es alargar la agonía, para el enfermo y para sus seres queridos. Claro que si me quedo medio inútil será el problema. Tú procura si pierdo la cabeza y no recuerdo esto que te digo, abrírmela con lo que pilles a mano, tu verborrea o la primera sartén de mango que encuentres, y cuando la espiche, al contenedor, aunque ya sabes que seguimos pagando el ocaso cuando podemos. No quiero entierros ni rollos de esos, pero tampoco que te metan en la cárcel por no atender un cuerpo muerto. Te metes entre pecho y espalda todas las cervezas que te quepan, montas una juerga y como te vea echar una lágrima resucito para darte un buen par de collejas.

De lo que sí, de lo que sí estoy segura es de que en el futuro mi hijo vivirá ¡pues entre las mismas personas que hoy encuentra!, a no ser que la fortuna lo toque con sus manos, es decir, vivirá entre hijos de aparejadores, de conserjes, de inmigrantes, de libreros, creo que de algún abogado y alguna limpiadora, algún profesor de instituto, algún ATS y hasta algún escritor, hijos e hijas que no saben que cuando dos personas hacen quinientos y pico de kilómetros de una tacada, los que hay entre Sevilla y Lisboa, lo más seguro es que el cuerpo les pida beber un trago aunque sea de agua.

Y no dejo de preguntarme qué sabrán para entonces si aún, a los 20 años, aún nadie, ni sus padres, ni sus profesores, les han enseñado algo tan básicamente humano, y ellos, ya con una edad a la espalda, aún no han aprendido a aprender por sí mismos, por muchas lecturas, mucha comedura de coco, muchos bmws, muchos videojuegos, muchas filologías, mucha biología molecular, muchas traducciones, muchos viajes y muchas/os novias/os que hayan tenido (o sea, polvos a “puñao”).

No, la crisis actual no me preocupa por el futuro de mi hijo. Hace mucho tiempo que está preparado para vivir lo que le llegue, bueno o malo. Debe ser lo que trae no sé si ser hijo único (antiguamente eran los mimados) o, quizás, y tan sólo, ser una persona con la capacidad para asimilarse y asimilar a sus semejantes como humanos.

Hace muchos años que pienso en el futuro de mi hijo (veinte menos tres meses) como un presente continuo del que, mientras yo viva, seré la responsable, y su padre. No un estado o unos funcionarios. Sin embargo, sé que podría morir hoy mismo, o hace diez años, con la tranquilidad de que él sabría seguir viviendo como un ser humano completo.

Aunque no quedara en la Tierra NADIE.

Sólo que no lo deseo para él. Un tiempo desierto de Hombres. Por eso ya hace muchos años que sufro por su futuro.

(Estoy hasta los ovarios de que los afectados por las crisis, que lo somos todos, nombren el futuro de sus hijos como una de sus enormísimas preocupaciones, HASTA LOS OVARIOS que favorecieron el óvulo que engendró a mi hijo.
Por cierto, cada día pienso más en que esta crisis, y para seguir la moda nomenclatórica que desde hace tiempo nos persigue, a saber, esa por la que han sido nombradas la burbuja inmobiliaria, la burbuja financiera, la burbuja editorial, la burbuja cultural, no es más que una burbuja de crisis: ¡Sevilla está desierta!... como todos los veranos desde hace 49 años, que es el tiempo que hace que yo la conozco, sin burbujas.)

Sofía Serra (De La exploradora)
 
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