jueves, 22 de marzo de 2012

Al pairo (la cierva)

Correcciones La dosis y la desmedida


Al pairo (la cierva)

Piensa 
 si las velas conducen
o las rigen los vientos.


Decir que la noche fue fría
sería falsedad entreverada
de rojos hilillos de gluones,
ni mendaz la noche sorda
se hace en mis oídos materia de caúcaso
y cuevas de calientes orificios
por donde el visitante me desmorona.
El olimpo
recorre sus avenidas de gracia
soñando que las hojas se transparentan
y revelan la caída de los árboles.


El jazmín herido clama venganza.
La patrona de las huestes solea
y esparce su mendicidad de nasales deleites
al centelleo de nuestras voces
en una montaña apagada
que permite posarse a la luna.
Tan celeste el cielo
la expulsa de su cuna —es verdad,
la luna duerme causada en la noche—.


Ya la cierva me mira.


Cuando me acosté,
ya estabas muerto.
El descanso oportuno
penetra al uno en el otro
nivelando el ansia
que nos comprende:
tan grandes, más debe serlo ella.
Junto a la estratosfera de tus sienes frías,
mi decantación: Qué me queda por hacer.
Tal breve flujo de espinilla
adversa a la nuca,
a la magistratura,
a la pregunta,
cuando todos desembocamos
entrantes en el océano.
Mas hay que nadar, que nadar
inquietantes y vórtices y abruptamente
la tormenta estirpe golpea
en la proyectiva culata.
Flujo y reflujo:
aquí hay como
una especie (nueva) de Viernes
en la orilla de la Ribera.

Quemamos juncos
solos tan sólo
se jactaban puntiagudos
contra mis muslos.

Ya la cierva me mira.


Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

martes, 20 de marzo de 2012

La desquerida

(Correcciones la dosis y la desmedida)


La desquerida

¿Y para qué sirvió que te acupuntaras?
Los vacíos como las cañas huecas
y el orificio expeliendo
música desde tus yemas
a mis labios de tierra
abierta de tu boca.
Ya hablaremos de amor
cuando las rosas sanen.
Mientras, me abordaré
enojada tras el leve tarareo
de tu yugular esperando
que asome sola
la sonrisa del tiempo
porvenir
más rosa y lirio:


extirpar el candado de este pecho,
que estrellaras tus ojos sobre mi aorta.


Yo no fui mujer ni cadera
ni tálamo maldito que en tu vida
infringes. Yo no fui timón levante
ni simún o mistral ni solanera,
ni siquiera un hueco o viento
frío o caliente que en tus manos albergara
a esa estrella escapista que hace huída
doliente mientras mis uñas emponzoñan
manjar preso de injusticia: hígado
para los buitres fui esparciendo
acre y húmedo alimento de roca
que no fui promesa ni en cadenas confluí
con el río que ya no fluye ni yerba
oscilante siquiera en el margen
del dolor de la oscura y negra fiera
que duerme en la rama de la acacia
como si bello canto nocturno
trinaran sus encendidos iris.
Yo no fui ni selva monte o
bosque de tundra sólo solitario,
ni fui ni sigo siendo sólo loba
o madre ni sólo risa.
Yo no fui mar ni cima
ni siquiera fuego o agua
sin comer desaparece
infligida por la noche
que no se bebe.
Y no fui ni olmo
ni siquiera sauce
que llora fui
si acaso flema
ni siquiera
yo
poeta.

Sofía Serra (la dosis y la desmedida)

domingo, 18 de marzo de 2012

Abrir los ojos

Abrir los ojos
a dormir, corazón,
cantaba la canción.


Posar mis ojos en tu instante,
descubrir que el mundo
no se hizo en un día sino
en tus cuatro extremidades,
solventar aritmética de relojes
y gusanos universales horadando
las paralelas estancias que habitamos,
remedar sin pausa la lentitud de la flor
al abrirse, el remero de las olas
al habituar al mar
con su enflaquecida persistencia
y comunicar que no somos dioses sino
sólo algarabías devaluadas
por nuestra especialidad
en menospreciarnos,
en decaer nuestras manos
hasta que el otro no las halle.


Eso he vuelto a descubrir
hoy, nuevo hoy, el abismo
de nuevo, tu soledad.


Sofía Serra ( de "Suroeste")

A Horse With No Name

Todo está ya escrito, y, aún más, cantado, y mucho más bellamente que una semipoeta como yo pueda hacerlo... pero como el mundo no ha muerto aún, aquí sigue y seguimos, y el tiempo vendrá a pedirnos cuentas, aunque no estemos ya para poder darlas.
El tiempo es, la verdad sea dicha, un ingenuo.
Creo que por eso la semipoeta puede creer en él, así, tan ingenuamente.



On the first part of the journey
i was looking at all the life
there were plants and birds and rocks and things
there was sand and hills and rings
the first thing i met was a fly with a buzz
and the sky with no clouds
the heat was hot and the ground was dry
but the air was full of sound
I've been through the desert on a horse with no name
it felt good to be out of the rain
in the desert you can remember your name
'cause there ain't no one for to give you no pain
la, la ...
After two days in the desert sun
my skin began to turn red
after three days in the desert fun
i was looking at a river bed
and the story it told of a river that flowed
made me sad to think it was dead
You see i've been through the desert on a horse with no name
it felt good to be out of the rain
in the desert you can remember your name
'cause there ain't no one for to give you no pain
la, la ...
After nine days i let the horse run free
'cause the desert had turned to sea
there were plants and birds and rocks and things
there was sand and hills and rings
the ocean is a desert with it's life underground
and a perfect disguise above
under the cities lies a heart made of ground
but the humans will give no love
You see i've been through the desert on a horse with no name
it felt good to be out of the rain
in the desert you can remember your name
'cause there ain't no one for to give you no pain
la, la ...

sábado, 17 de marzo de 2012

tras la detonación

(Correcciones "El muriente")


tras la detonación

¿Dónde acaba todo?
Mientras buscas la sutura,
arrecian molinos,
mientras bebes equilibrios,
se cocina el desastre,
serios ángeles tuercen la esquina
llevándose consigo
paredes plenas, convexas
y vientres con ombligo.


Allá quedó colgando
del cable que cruza la calle
mi cordón umbilical:
No sé dónde me desnuda
ver el mundo del revés.


¿Quién o qué queda tras el ruido?
La sonrisa atraviesa el tímpano roto,
la sonrisa se levanta como el sol,
la sonrisa amaga días y yo
me perpetro abominando
del vacío de tanto labio uno.


¿Quién eres tú que enmudeces?


El eco sella las montañas
al día le cierran los ojos
a oscuras la luz a las afueras
de un cuerpo de noche que asoma
su volumen en el velamen
de los vestidos de la cama.


descanso
aunque no rezume
sueño
horizonte sinuoso
a lo largo
de tu pecho
                              o mi mundo.

Sofía Serra, (De "El muriente")
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.