lunes, 25 de abril de 2011

Poema para no titular

Poema para no titular

Cuando sabemos, cuando sabemos,
la rosa se fotografía:
Derramarnos sin conocer dónde nos vertemos.
Si todos abaratamos el amor, ¿qué valor tiene la pérdida?

Creo que nada busco,
y ya, que nada soy.
Nada me gobierna salvo ella y algún contrapunto.
Un acertado contrapunto en la partitura de mis pechos.
Bate a consciencia ahora son dos las que baten son.
Baten
asas imantadas de caliente y negro hierro
de éxtasis fundido en el subsuelo de la caverna.

El problema es que siempre se confunde al amor con los raíles derretidos del tren de vía estrecha, es decir, la concurrencia, el sibaritismo, los modales o la propia gomaespuma. Terminamos, terminan, digo hoy, por proveer a los dadores con unos silogismos extraños a sus intereses.
Allá ellos con su divina suerte de saber amar.
Queden como circunscritos por el oprobio
del Amar-izaje
en la A-libertad o en la An-independencia,
cuando arracimados se duplican
en soberbios y exactamente armónicos triángulos
engarzándose pubis contra pubis
hasta que se cierra la puerta a la bestia.
Las batidas en razzias siempre
fueron enemigas de la buena muerte.
Que se equivoquen, humildemente digo que se equivoquen los que hablan.
Yo tan sólo canto:

Tren a dos vueltas de ancha vía
y nube grande de agua.
Tren que
me va y me viene
por la montanera
de esa silueta que
salta y salta
sobre las vías que
nunca caminan más que
cuando traban el breve
reborde de este empeine que
se dobla y se dobla
cuando el zapato calza
la nieve de rosas que
me desnuda en la helada que
me cubre y me enllaga en la tierra que
concede y consiente todo asomo de arena.
Ardo-rrosa arena.

Siempre permanecerá fresca la flor de la memoria
depositada sobre estos muslos abiertos
a plena y caliente alegría.
Cuando sabemos, cuando ya sabemos,
la rosa se fotografía.

Sofía Serra, 2010

sábado, 23 de abril de 2011

Del libro al aire

Del libro al aire

Pasados ya los vientos huracanados,
el depósito se nutre
del libro alojado en la arena quieta del conocimiento
de aquéllos a los que la luz sólo de la esfera radiante llega,
o de las estrellas.
Los más pobres se alimentan del breve oxígeno
que los más ricos resolvemos no extinguir.

Suerte, suerte tú que con sólo tu boca abierta
alimentas a la atmósfera con divinas emanaciones
de ser humano lejano y herido por las lanzas de los posesos.

Mi cantar se hará eléctrico para los sedentes,
descarga de ejecutoria sentencia de muerte, quizás,
mas para ti será ya
siempre mi canto vivo a plena luz,
sol del día:
que con la fragancia del mar penetre hasta tus pulmones,
que lo halles entre los escombros de los solares construidos por las bombas
y en la sangre de tu madre apedreada,
en la bala con la que maniataron a tu padre
o en el muñón que la mina entretejió con las venas de tu carne tierna.

Que no existen las ausencias, yo te digo,
que el suborden de todo lo que te maltrata
es presencia de amor, de casa,
de madre con ríos de agua fresca
chorreando por su rostro tras el baño en la poza cristalina,
y de padre con una azada en sus manos.
Y la tierra, la tierra siempre latiendo
bajo esos cascotes de muerte, la tierra,
con sus oreadoras lombrices y sus fértiles minerales,
siempre la tierra permanece.
Viva espera la lectura de tus ojos
ahora que la has sembrado
con el peso alado de tu pierna.

Sofía Serra, 2010. ( De Del bestiario de los inocentes)

jueves, 21 de abril de 2011

La oración de Afrodita

Aria de Afrodita 

No hay nada que hacer y queda todo.
La paloma necesita cielo y nido,
nolo y vuelo.
Vuelan mareas y perdices por el suelo.
Y tu sostenerlo con las cuatro manos que no posees,
¿Acaso das más sol si las escondes bajo las axilas?
ya tendré que permitir
palabras olas que salgan solas por la boca de la exclusa.
Qué hermosas suenan rascadas sobre el papel,
que ya se muere, ¡a dios gracias, ya se muere!
Ni el combatiente herido se levanta.
Ya todo muere en el sí,
quieto, yerto, frío y difunto sí nevando
en la nariz del soldado muerto bocarriba:
casco roto, cerveza sangre, joya viva ya sin sé yo o soy tú.
Nolo.
Lo no.
Lo NO debe ser, tal vez, el completo equipo de campaña
para perdernos ya sobre este campo limpio
que ¡qué bien se surca!...
Ya las cruces de mayo levantan su bandera
anunciando flores sobre las tumbas
del niño sol y la diosa milagro:
Transitaré por mí hasta encontrarte,
porque yo, ya,
me retuerzo como perra rabiosa y acorralada
-por los ojos inyectados en sangre- de tanto dolor,
tanta proclama sobre el orbe,
tanto inútil comunicando,
tanta artillería en batallas totales,
tanto somos, tanto no vales,
tanto tú, tanto tú, tacto tú para la muerte,
el noli me tangere
cuando la otra boca tañe.


Me quedo con lo que me has vestido,
con los harapos que me descubren.
Déjame amarte así como la yerba nace
sin medida ni conquista ni juicio previo.
Déjame amarte a todas luces en tu tierra abierta,
sembrando a destajo en tu cuerpo
tactos de amor, margaritas comprometidas
con tu perfil de guerra encendida contra ti
las miserias y esos fueros que fueran de otros.
Estos versos son mis manos y tus miembros.
No te hechizaré.
Ellos degustarán el sabor de esta guerra.


Sólo tú deseo para estos caminos transitados
bajo la secuoya, el vértigo y la espina,
sólo hablar mudamente,
sólo sostener tu aliento con mi boca
para que no te derritas como hielo.
Para que quedes
(que mi dulce sal
te embargue, te embarque
en el lirio a todas horas)
en este abril, en este amor de más,
en este sol tan repetido
como cada ola, cada regusto de ti,
cada saliva tragada por mor
de tu pureza, tu necedad, mi elocuencia
por amor a ti, Amor, que me haces en todo tiempo.


Amor suelto que destilas
flores enrojecidas
de savia a cada llanto,
y a justas, y a voces, y a silencio,
y a verdes que te arrullan como yo
te profano, te entierro
bajo las yemas de mis dedos,
te utilizo y te prendo
en mi labio, en mi muslo, en mi cuello,
déjame construirte
desde mi pecho, mi nalga, mi asiento,
déjame ser suelta de ti,
bando de palomas alzando el vuelo
sobre tu ombligo y tu sien,
que yo, amor soy, Amor, amor tuyo ,
Amor desde ti y desde yo,
que paseé sobre la espuma,
que viví en tu contenido cumpliendo mar,
amando verbos, amando escalas, amando tuyos…
Yo, que recién nacida a la belleza de ser.
Yo, que jamás te presenté batalla.
Yo, que viví para engrandecerte,
para colmar vacíos de otras llagas,
para que desde ti te amaran y soberbia
llaga que ya me abandonas,
llaga que ya me luce en esta bóveda cristalina alma,
ya te trasparentas solícita, niño sol, qué me preguntas, Tú,
¿cómo voy a explicarte sobre la muerte
si eres todo vida,
vida, mi vida, vida,
mi suerte blanca o negra, pecho abierto no querías?
Patio extendido y el comunicando,
temblores de vivo manjar entre las piedras,
eso soy: amor, puro amor lleno derramándose
de ti.


Ay, si las parcas y estepas te hubieran conocido...
Ay, ay, ay...
Ay, Amor de mí, qué distinta sería la Tierra ahora.
Ay, Amor, ¡ay!, renace cuando yo muera,
que yo ya te conozco, Amor, que yo tu brava soldado soy...
Ay, si nieve… pues que venga.

Sofía Serra, 2010

miércoles, 20 de abril de 2011

La cristalina sombra blanca

Ante la sensación de derrota, nuevos derroteros.
 Se recuperan antiguos caminos
hoy de nuevo
Nuevos.

La cristalina sombra blanca

No te escindí
y una luciérnaga boca pasea
por el lúcido hilo.
Quieta emprende
quimeras
que
queman
y pueblan el filo
de la navaja.

La rosa y un poso claro.
Una benignidad con aroma de vino
madre. Vienen y van derrotas
aplastadas por el hilo
de la cristalina sombra blanca.
Ella no claudica.

Sofía Serra. Abril, 2011

lunes, 18 de abril de 2011

Noche clara rosa

(Continuando con correcciones de Los parasoles de Afrodita)

Noche rosa clara

Sobre las curvas del deseo
se engullen, abisales, las flamas
ardientemente festivas, plácidamente seductoras,
avenidas sobre la huída
que el ciervo practica hacia delante, siempre hacia adelante.
Abierta y compuesta, esta flor sigue tragando
silencio en la madrugada de los cultivos.
Podríamos intentar adecentarlo,
desnudarlo con la muda hoja del recuerdo
ahora que lloran las piedras y las lilas conforman futuro
en blanco sobre el otoño, primavera con que miremos desde el sur.
Toda la negritud y el paisaje desprendido para esta mirada en vena,
chutes de infartos para seguir en muerte viva.
¿Quién da más?
Se cerraron las apuestas,
alba del agua abierta ya olvida
nada río corriente abajo
estalla en la roca deshecha:
Necesito poder de dar
-¿alguien se avecina para recibir?-
y no observo más que flores eyaculadas desde el silencio.
… Hace tiempo que levanté otras losas.


Hablando del calor o del verso,
¿hasta cuándo beberemos de abandonarlos?


Alborea la noche sagrada de la sombra:
Los pétalos de la rosa roja
pujan por abrirse a flor de aire.
Himen de descerrajo en la piel,
clausura sobre verdes aguzados
siniestros ocupas de la vida viva,
¡despertad, que ya sale el sol!
avivad vuestro paso,
desmembrad esta salva liviana y tenue,
salid corriendo, sonrisas de manos sujetando
el muro del futuro venido a menos.
Que se acerca, que se acerca,
que se aviene el andarín virginal
sobre su nube de polvo rosa
hacia este hueco de presente.
Quebrad mis cárcavas, romped mis manifiestos,
someted la llana meseta al peso del aire.
Cantad, aunque no sepáis hacerlo,
pervertid este lago, que no quepan
los cisnes de cantos de muertos.
Estremeced vuestras entrañas,
que no quede más que desgajo
de pétalos sobre el asfalto….Tan bellos, tan sin ellas...
Llorad lágrimas de mis ojos
hasta el regazo de la carne madre.
La de a salvo.


Sangrante y roja y lluvia y pura.
Sangrante y pura, ya te entiendo.
Y acaricio y duermo y ya llueves
en el sentido de la llama
que ilumina los vientos breves
de esta noche clara. Y rosa.

Sofía Serra, 2010
 
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