viernes, 3 de febrero de 2017

Poemas históricos 1

Animada por la ilusa creencia de una querida amiga en mis dotes poéticas o creativas, voy a decidirme a hacer algo que desde hace bastantes meses tengo en el pensamiento, crear una selección de poemas que de una u otra forma aludan a esos estudios que me formaron fundamentalmente (es decir, con fundamento, no sé si porque dieron en mis bases o porque las construyeron), los de Geografía e Historia desarrollados en la Universidad de Sevilla (1980-85). Nunca me han dado un duro, "estamos haciendo una carrera de señoritos" decía siempre un también buen amigo y compañero de estudios, sobre todo cuando fuimos comprobando que la sociedad, el ambiente socio-económico, solo se interesaba por carreras técnicas y científicas, olvidando también los diferentes sistemas educativos implantados por los diferentes partidos políticos que la formación tradicionalmente conocida como humanista es tan necesaria para el ser humano que sin ella no habría podido desarrollar esa otra capacidad suya, la de la tecné. Y así nos va. Tecné, como cuando el mono pela un plátano. O el gato a juntar sus manos para llevarse a la boca una mariposa que ha cazado al vuelo.
Él no sabe qué es una mariposa. Ni para qué sirve. Ni de su belleza. Ni de sus fealdades.



La doncella viviente

Vivo en la edad media,
ese período donde mis semejantes
resuelven su tiempo temiendo
a un dios. Yo, que no creo en ninguno
salvo en éste con cuerpo de mujer,
y un poco, poco aunque ya es bastante,
en aquel otro que, siendo ateo,
crea en los milagros, o los an-tropos,
vivo sitiada de monoteístas practicantes,
no importa si de treinta, cuarenta
o crecientes y religiosas a-docenas (perdón,
decenas). Mi madre siempre lo decía,
te equivocaste de dios
al nacer, temerosa hija,
siempre has muerto, una y
otra vez,
sin tener miedo
más que a tu tenencia.
Cuarenta y siete años,
seguro más de media existencia
muriendo y renaciendo,
dan para muchas vidas.
Mas no soy gata,
sino perra, de d(on)ativo griego,
que sólo canta:
para segundas lecturas
o primeras mordidas,
preguntar por sagesse,
la musa, digo
perdón siempre,
la muda.

(De "Nueva Biología".)

domingo, 22 de enero de 2017

Dos prodigios de Enero



El homBre prodigioso

Ver-B-alimentar,
Concluir como segundo
Dado
En el juego del seguro
Azar,
Amar,
Alzar
Los vestigios como significantes
DAR
Por sin-
Ceros tus silencios,
Obstruir toda cúpula
Si-
N bases
Y simientes y
El huerto se hace
En el muerto
Del barB-
Hecho.

(De "Extinción de ruina")

martes, 17 de enero de 2017

Dos ahumados para hoy



Mar de humo

Densidad y dolor de escape
en las primeras vueltas de las horas
netas, y recia podredumbre
del agua en su vertical sonido
de hambre de aire, la tierra
ensimismada y loca
abunda lacerando,
gime adventista,
niega su pasado
de ola amarilla
rompiendo en la orilla
del camino. Así se abastece
el ayer de tus sentidos:
ellos reniegan un abuso,
ellos se visitan desde la marea
vieja de un viajante
por los humos del recuerdo,
y ambos de nuevo viejos,
campo y yo,
de viejas soledades,
ambos nuevos amigos
compartimos techo
como si el nido se hubiera hecho grande.

Y tú tan nuve y nuevo,
y yo tan bieja y nube.

como siempre los árboles
viejos y nuevas sombras
—siempre luces
nuevas, siempre viejos
y luces—, o no sé
si agonía o vida
u olvido de la tumba
o, quizás, de su muerte.

(De "La clave está en los árboles")

sábado, 7 de enero de 2017

La determinación de la piedra



La piedra

Y así siendo está
la piedra sabiéndose
sola e inocente.

Aguza aquel sentido,
desde esta altura verde
ya contempla el misterio
tan simple:

Nada no queda
dicho si-no
todo estaba escrito.

(De "La clave está en los árboles")

miércoles, 28 de diciembre de 2016

La luz de los días (Verboluz)



La luz de los días

Ya los gavilanes se sumergen
en el río de las horas.
Romper el tiempo siempre
fue lo nuestro, aunque construir
catedrales no se nos diera
bien sabemos hacer
el amor entre sus pilares
y la luz de las vidrieras y la piedra
nos tallan como flores maduras
que robustecen el estallido
de los transparentes en otoño.

Y jamás nos sonrió la suerte.
Aunque el membrillo, sí.

Ahora que los árboles se desnudan
columpio su ocaso
en tus pupilas tú me ves
como si nunca me hubieran mirado
como un árbol vestido
de pájaros azules y voces
como la suma del bien
y tu longitud de hombre libre
como un árbol desnudo
y mi latitud de mujer
como un árbol desnudo
con sus hojas
ya transparentes
somos.
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.