martes, 26 de marzo de 2013

La blanca paloma (o el rocío)

La blanca paloma (o el rocío)

va y se gusta venganeando
no sé si una parra
o la tal astarté que sembró
posaderas acá en las dunas.
De aquella vez a cuando
el viento la rastrilla,
el lujurioso encanto usa
polvo de arena entrecruzándose
con el azul dominante.

Algo me descuella
al verte venir.
la túnica con la que me vistieron
los pájaros hace aguas, se desnuda
toda ella la-
mentando la piel
que cubría.

comencemos por este debatir
en primera línea tu labio
me indica averiguarte,
sobre-salir dentro
de tu boca.

Que me bebas.

Sofía Serra (De Suroeste)

lunes, 25 de marzo de 2013

e-fluviales

e-fluviales

sus levas siempre plateadas,
algún ligero ven
a mi entredicho aquejado de
dolor animal —las plantas no lloran,
las plantas no lloran—, la belleza puesta
en prueba, belleza. No otra cosa
jamás tú vas
a venir hoy
ni siquiera a mi
centro nervioso
de viva techumbre
para derrochar
lágrimas o tejidos
hambrientos de mis huesos,
tan transparentes.
mi voz es otra serena
desprendida de sus alas
hasta poder caer en la minúscula
rendija de un tú que se me abre
a veces
allá en la esquina de la península
y el río y yo
tan ahogados
a penas
puedo d-oler.

¿Te llegan mis efluvios?

Sofía Serra (De Suroeste)

domingo, 24 de marzo de 2013

El rasero

El rasero

Miedo al miedo
que sonríes
con miedo a ti
que sonríes miedo
con tu sonrisa a partes
iguales me igualas
y no
tolero el miedo
ni el medio
donde tu sonrisa
me sitúa:
el ras.

Sofía Serra ( De La clave está en los árboles)

La respuesta

Que por qué afirmo lo anterior, me preguntas.
La novela que la escriban los escritores. La explicación, los científicos.
Yo intentaré responderte en esencia: porque es una historia de percepción y de pregunta constantes.
Por eso es una historia de terror ser poeta, darte cuenta, y, entonces, escribirLa.

Luego llega la muerte. Al fin, la respuesta. El final del tormento.


La Mamá

Acabo de ver "Mama". Aún tengo las piernas temblonas. Me levanto de la silla y lo compruebo, me flaquean. Vuelvo a sentarme. Abro Nueva Biología. Me saltan esos versos a la vista. Y me pregunto. Me pregunto retóricamente: Hasta qué punto escribir poesía no es vivir una historia de terror.
Me convenzo, estoy plenamente convencida.
Por eso leo tanto, por eso devoro lecturas desde tan pequeña. Por esos mis terrores nocturnos fueron desapareciendo conforme engrosaba el caudal de palabras de otros en mi mente, en mi vida. Por eso necesito leer. Me lleva a la otra parte. A la que no me da miedo. 
A la ajena a mi historia de terror. A mi escribir poesía. A mi ser poeta.

Ser poeta
se nace tarde
o temprano
se descubre
La Mamá.
 
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