Señor, llévame.
domingo, 24 de marzo de 2013
sábado, 23 de marzo de 2013
Em-boca-dura
Em-boca-dura
Bienvenida tu salud de océano
redondo y lleno
de todas las plegarias
en tu melisma acordonado
con blando hilo de seda
caliente, no hay sin un tú
que averigüe cuándo se ha de volver
a la carga para merecernos todos
sobre los hombros de la lluvia,
yo
me quedo
donde tú
allá
lejano
a mi vientre
en una densa
y cálida niebla,
porque para qué
ver
nada más.
Curiosamente
este blanco blando
no es el Frío.
Será que las esquinas
se redondean
adeptas me encarnan
en tu ombligo.
A este profundo
valle y nido llego:
mi des-embocadura.
Sofía Serra (De Suroeste)
Bienvenida tu salud de océano
redondo y lleno
de todas las plegarias
en tu melisma acordonado
con blando hilo de seda
caliente, no hay sin un tú
que averigüe cuándo se ha de volver
a la carga para merecernos todos
sobre los hombros de la lluvia,
yo
me quedo
donde tú
allá
lejano
a mi vientre
en una densa
y cálida niebla,
porque para qué
ver
nada más.
Curiosamente
este blanco blando
no es el Frío.
Será que las esquinas
se redondean
adeptas me encarnan
en tu ombligo.
A este profundo
valle y nido llego:
mi des-embocadura.
Sofía Serra (De Suroeste)
viernes, 22 de marzo de 2013
Mi debilidad
... como si hubiera asistido a un espectáculo de pornografía pura y dura. Deprimida. Excitada para el sentido del bajonazo psíquico. Así actúan en mí la visión de las puestas en escena que llaman presentaciones de libros.
Tengo que salir huyendo. Fui a hacer lo que tenía que hacer. Supe cuándo había ultimado el trabajo. La recompensa del conocimiento de una especie de ángel y de una especie de angelito: Una puerta del cielo. La recompensa de la confirmación de mi sospecha. Dolor: Una puerta al infierno. Las dos mías, las dos he atravesado.
Pero en medio, la puerta a la percepción del olor nauseabundo que despide la carne putrefacta y a la visión de los insectos alimentándose de ella. La refleja arcada y mi huida a través de ella.
¿Qué las hace tan golosas para los demás? ¿De qué está hecho mi sentido gastronómico de la letra?
Mi aversión se vio una vez más confirmada, reafirmada. Las odio con toda mi alma. Aunque ellas no tengan la culpa.
La tengo yo. Simplemente soy alérgica. Reacciono desmedidamente contra el ente extraño que me roza. El grito reconoce al pánico.
El ovillo de gusanos al abrir una pieza de caza que ha sido picada por una mosca un par de horas antes. El alarido de mi madre al encontrárselo sin esperarlo. Mi mente combativa racionalizando.
Pero a la arcada no hay razón que la reprima. La arcada es un acto reflejo. Mi huida del purgatorio (qué hay que purgar, ¡qué hay que purgar!) en el que los insectos convierten la belleza de una poética, la belleza de un exquisito y laborioso trabajo de investigación, la belleza de un trabajo de publicación ejemplar (es decir, un ejemplo a seguir) en puras fealdades.
La fealdad. La visión de la fealdad. El triunfo de lo feo.
Ellos lo superan. Lo superan la poética y los trabajos. Ellos sí, ellos se quedan a salvo siempre.
La que no lo supera soy yo. Se trata de mi debilidad: mi propio juicio, mi alergia.
Matar crías de gato. Y después tener que beber.
Presentar un libro. Y después tener que beber.
Y odio emborracharme.
jueves, 21 de marzo de 2013
Mi idilio
La eclosión. El alumbramiento. La justicia.
La esperanza deshecha por el hallazgo. Llega cuando me encuentro leyendo a Chaves Nogales (no hay casualidades nunca, La clave está en los árboles) que me hace reconocerme en la pena femenina del patio sevillano. Hasta un siglo después no hallo las palabras que me definen, un siglo después de que fueran escritas. Me comprendo en mi patio que construí bajo la intemperie y la sabiduría de un nombre. Hallo la explicación al sambenito de la tristeza de mi mirada: La asimilación de la injusticia.
La misma que yo me sentía cometiendo contra unos versos, una figura emblemática, mi propio recuerdo y hasta mi geografía mental y física.
Llega el alumbre, la contradicción a mi propio dicho sobre la consciencia del no encontrar, la imposibilidad del asombro. Llegó para felizmente contradecirme, hallar mi propio reflejo en una luz externa. Ya la penumbra del patio me sobra, ya no necesito plantas de sombra ni estampas de áureos que me acompañen en mi silencioso llanto que permito que cante en el agua de la fuente (¡cómo una lágrima puede deformar el mundo!).
Lo abro, comienzo con sus versos, con los poemas, dejo los análisis para posteriores inmersiones, no consiento el filtro de otra mirada. Primero la mía, y después, que me aporten, si quieren y si pueden, después el análisis de los demás, antes el mío. Es la justicia sobre mí y sobre la propia obra, sobre el autor, la mirada limpia sobre unos poemas, ESOS poemas, ese libro que Juan Ramón dejó previsto pero no publicado.
Y entonces lo termino. La sucesión de emociones es vertiginosa, adquiere velocidades supersónicas, superfotónicas. La iluminación me absorbe. El poeta me arrebata, me sustrae, me roba por fin de la penumbra.
Nunca Juan Ramón había conseguido engancharme, desde casi mi más tierna infancia lo encontraba en las paredes blancas de Moguer, pero jamás en sus letras. No me co-rrespondía en la entrega de mi ilusión. La expectativa no se saldaba.
Ahora me devuelve toda la luz que esperaba. Todo mi gemelo hallado (ahora recuerdo que nació un 23 de diciembre, un capricornio como yo, un poeta de tierra, pudiendo ver la luz y por tanto ofrecerla).
Idilios es el más hermoso poemario que he encontrado en toda mi vida de lectora y de escritora, y de lectora-escritora. El más hermoso. Y por tanto el más mío como lectora, como amante del arte, de la palabra, de La Poesía, como creyente en el ser humano. El que más he suplicado. Así, suplicado encontrar.
Lo leí un 20 de marzo. Hoy, un 21, día en que para mí comienza mi anhelada estación, escribo sobre él. Escribo sobre la luz. Escribo la luz que me ha sido concedida.
Sé que es el día mundial de la poesía. pero la poesía es dueña de todo el tiempo. La única que puede romperlo, atravesarlo. La luz del pozo artesiano que atraviesa la esfera. El eje.
Por fin mi idilio con la luz llega a su eclosión feliz. Por fin mi amor me corresponde. Por fin la luz también me ama. Por fin es justa conmigo. Por fin yo puedo ser justa con El Poeta.
(Idilios. Juan Ramón Jiménez. Isla de Siltolá. Sevilla, 2013. Libro inédito del poeta.)
miércoles, 20 de marzo de 2013
Tú
Tú
tanta calma deshecha
al abrigo de tus prisiones
o presas o presiones suertes.
me desmadejo llegando
mientras hizo sólo sufrir.
te soplo discretamente
cabizbaja y ojerosa
se adhieren a mis costillas
hombres hermosos ha, se los llevó
la enfermedad pandémica
de
darte el lugar
tiene nombre
de silencio, óbito
de una propia muerte.
… En qué consistirá ser tú.
el mar y la estocada
en la arena…
la redundancia absoluta
y el desencuentro constante
encuentro de mi absoluto.
Sofía Serra (De Suroeste)
tanta calma deshecha
al abrigo de tus prisiones
o presas o presiones suertes.
me desmadejo llegando
mientras hizo sólo sufrir.
te soplo discretamente
cabizbaja y ojerosa
se adhieren a mis costillas
hombres hermosos ha, se los llevó
la enfermedad pandémica
de
darte el lugar
tiene nombre
de silencio, óbito
de una propia muerte.
… En qué consistirá ser tú.
el mar y la estocada
en la arena…
la redundancia absoluta
y el desencuentro constante
encuentro de mi absoluto.
Sofía Serra (De Suroeste)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)