Caminante en blanco y negro
Por el camino seco cercado
de cañaverales, hierbabuena
y aulagas con sus pinchos
marciales de fila en fila
entretejidos con andrajos ajenos
a la esperanza,
va suspirando el caminante
olvidado de cuanto
de sí
desprende por el reguero
de su ocaso:
ya se te funden suelas
con la arena mojada,
ya se te orillan las manos
en la corteza de los pinos,
ya huelen tus ojos el continente
marino especiado
con las dos células de tu espacio:
la negra
para abrirte el iris
con los siete colores,
la blanca
para cerrarte el arco
con el solo: el de la luz.
O tú.
Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)
jueves, 10 de enero de 2013
Un manifiesto regalo
Muchísimas gracias, Eloy. Aunque conozco tu poesía, o quizás por eso mismo, me ha emocionado muchísimo tener tu libro en mis manos, tu "Manifiesto asténico"
Gracias, GRACIAS, GRACIAS por tan magnífico comienzo de año que me has dado.
Gracias, GRACIAS, GRACIAS por tan magnífico comienzo de año que me has dado.
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Con el movil, 10/1/2013 |
miércoles, 9 de enero de 2013
El tiempo, el lugar y la luz
El tiempo, el lugar y la luz
el tiempo
voy dejando de hacer
tejiendo dejares
y olvidos sendos
de tu boca y otro de tu oído.
Me comunicaré tras el
parto-proclamo
de la dicha que viene
solicitándote como si fueras,
como si siempre
fueras como eres
tú siendo tú siento yo
senda abierta
soy.
Del lugar,
infrecuentado,
resulta la vez.
el lugar
Al despertar cada tiempo
mi alma sola no vive
en este mundo.
Los vencejos, con sus plumas,
me recuerdan
el tacto las caricias
de la luz el ángel
ennegrecido
con mi propio hollín
carbón quemado soy
los tizones de la orilla.
Al llegar
al lugar,
tú, Verdad.
Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)
el tiempo
voy dejando de hacer
tejiendo dejares
y olvidos sendos
de tu boca y otro de tu oído.
Me comunicaré tras el
parto-proclamo
de la dicha que viene
solicitándote como si fueras,
como si siempre
fueras como eres
tú siendo tú siento yo
senda abierta
soy.
Del lugar,
infrecuentado,
resulta la vez.
el lugar
Al despertar cada tiempo
mi alma sola no vive
en este mundo.
Los vencejos, con sus plumas,
me recuerdan
el tacto las caricias
de la luz el ángel
ennegrecido
con mi propio hollín
carbón quemado soy
los tizones de la orilla.
Al llegar
al lugar,
tú, Verdad.
Sofía Serra (De Los cabezos amarillos)
martes, 8 de enero de 2013
Mi padre se decía comunista y yo atea
Mi padre se decía comunista y yo atea
I. Expiración
me siento inspirada
tan solo para amar,
así que es natural
la falta de expresión
sé que en las letras.
II. T(h)ora
Son
riente
qué bien
me cantas.
Yo ya es
que creo que
he dejado de ser
poeta.
Me va la marcha-tras
el estallido, el olvido, me va
sobre todo el recuerdo
me une al dios
del martillo, yo quiero dar
puñetazos por el orbe
a diestro y siniestro
te acuno,
pequeño y tierno y eral
y dulce mi desgarro
te trasplanto, vejez
encendida de este mundo
de olvidados orgasmos alegres
y cariñosos,
a otra tierra más
adelante.
III. La jueza (la hoz)
ya hoz sin parte
ni deuda conjunta
confundo lo que quiero
hasta sajarte de mí
y mis órganos negros.
En la cueva cantan alegres
las miserias de tus trapos
que me visten de goda
y melancólica y amarilla rosa
al son de tu órgano
multiuso,
la bofetada y la bala,
la pistola y el tres por cuatro,
la sinfonía y la mejilla
mortal de necesidad
retiene la Naturaleza
como su propia sangre
en su seno lo esencial.
¿A quién le vamos a hacer caso?
más se asemeja mi rosa
a tu puño de acero
que el cielo azul tiñéndose
de negro a la alegría. Aquí
el universo paralelo levanta
paredes de agua, como Moisés,
no, mejor, como Charlton Heston
en la película. No somos dioses,
pero sí capaces de inventarlos.
Esa es,
a-diós Marx
y su cientifismo,
pobre él tan arropado
por la carencia de su siglo,
nuestra eterna salvación:
La inteligencia.
y se abre, ella
se abre como un mundo
virgen y guarecido
a solas para quien venga
no, sólo para Lo que bajo
el martillo la encuentre.
IV. Resurrección
Rosa de enero tan a penas
sola como las margas azules
cuando los cabezos le dan la espalda.
Apenas ni una ni otras saben
que son Hércules maleducado,
tan maltrecho hijo de dios
y hombre con pasado ardiente
y ya tan herido, durmiendo
al mar se extiende su cuerpo
de amarilla tierra ya no
muerto es decir
por tanto, ya no
estrellas.
(Sofía Serra. De Los cabezos amarillos)
domingo, 6 de enero de 2013
Suroeste
Suroeste
Sin gentilicios más
desde su pequeña hija
asoma una
era un sueño,
y al mar
llegué desde sus manos
de vida alegre paseante
por la avenida de tu ingle.
curva ancha,
amplia desmedida de la rosa
y el cantueso alboreados,
hemipléjica y venérea
bahía de tú.
(Sofía Serra, de Suroeste)
Sin gentilicios más
desde su pequeña hija
asoma una
era un sueño,
y al mar
llegué desde sus manos
de vida alegre paseante
por la avenida de tu ingle.
curva ancha,
amplia desmedida de la rosa
y el cantueso alboreados,
hemipléjica y venérea
bahía de tú.
(Sofía Serra, de Suroeste)
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