sábado, 20 de octubre de 2012

el autoparafraseo

el autoparafraseo

Cansarme de yo misma
que en cada uno de vosotros
me veo cada guerra intestina,
cada injusticia.

Sólo quiero a lo distinto, a
ti que, aún igual,
te hace distinto
la Naturaleza.

ahí me quedo

en esta noche, tan poco dada
a la poética, o sea,
la verdad, de nuestras cosas.

Los cinco sentíos ahogaos

viernes, 19 de octubre de 2012

Oído

Oído

Me he quedado muda
al amarte transparente
tus fresas cuelgan
como macetas
de mis balcones
de mayo, es mi pecho
el que se asoma
a contemplarte, verte
y verte venir como
si no los muros ni el cemento,
como si tus ojos libres
me hubieran con-vida-do
a un almuerzo, a la ruina de la bilis,
al sorbo del mágico
poi-son que inventa menta
verde y limpia la mucosa
de mi estómago, un trago
de yerbabuena en los brazos
de tu abrazo o esos fuegos mojados
mientras yo intento no abandonar
mi fe en mí
y en tu oído.

Para mi son
tu deseo
de hombre llegando
a ti y lo tuyo.

Sofía Serra (De Solenostemon)

Paralugar

Paralugar

Mi hermano está en Helsinki,
yo en Sevilla y una patria se pierde
en las montañas de azufre tan aromáticas,
curry luminotécnico encendido por tanto
y tantas arquivoltas de ayer
comunicando el vértice de la luz
de las farolas que no sé dónde acaba,
dónde se apagan.
La noche arruga el velo de perlas centelleantes,
un puticlub se esmerila en los adoquines
de la calle y en la fachada de la iglesia
decorada como tarta nupcial.

Para los sentidos, las parasienes.
Un sublugar asoma meditabundo
dudando entre su sitio y yo.

Sofía Serra (De El hombre cuadrado)

jueves, 18 de octubre de 2012

Apopléjico mayo

(El tras-mayo de este octubre
tan parco, tan reaccionario.)


Apopléjico mayo

Cristiano y tácito
cabecea sobre los parterres, sí y no,
del jardín exultante de yerbas
y amargas prímulas.
el sol rompiéndose:

Conminarán, nos conminarán
a todos al quehacer de lesa
majestad hasta abolir
nuestras axilas de cuerpo
humano sin brazos y ya
hasta sin alas.
Como los ángeles esclavos
de los otros infiernos en la cuerda,
entre dos rascacielos aúlla el lobo

que olvidé, mirad mis ojos
olvidados por mí.
Ya no suman ni restan,
pétreos invaden la vívida luz
y se ahuecan para atraparla.

Culminad, escindid, refrigerad
la sal y la lluvia quebradiza
para que no claudique ni se amiante
la humedad bajo nuestras huellas.
Hubo un ya en que amarnos
fue lo más fácil.

Nada de miedo no tiene
miedo más que de ti
este mayo tan esclerótico
y tan escaso de rosas
en el sol malevolente
que a-las otra s rosa s aja.

Lo sensato es que sostengas
tensas tus sienes hasta
su santo y seña: semestre
como si una adelfa fueses,
este apopléjico mayo
al límite del agostado
y dorado verano

bordeará la apatía
hasta su estiaje,
y así, sazonará el mar
la multicolor dueña
de los abandonos de las olas.

Mas nada relega
a la insumisa,
a la tercera orilla.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
 
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