viernes, 21 de septiembre de 2012

Injusta

Injusta


escribir es denostarse
Mientras, dormimos
enjaulados en cada revista
de poniente.
Los soldados se ríen cada vez
que desarmas el fusil
en la garita de guardia
y luego no sabes volver a montarlo.
Hace muchos años que aprendiste
a manipular
como una vieja chocha
llena de cicatrices lumbares
a las hembras que se acercaban
a tus hombros y tus pies
a traerte sus dulces presentes
robados en el jardín de los pechos
de sus madres.
Ahora son ellas las que montan el fusil
guardando el perímetro
de la fortaleza anaquelada
contra los vientos ácidos
de cierta hecatombe que tu boca
construye adulando, creyéndote,
estrellándote como si un puro Buda
ascendiese al cielo para desmontar la noche
que nos atestigua.

Te fuiste solo,
tu autobús no llegó a tiempo
y ahora pasas por el día
como la costumbre de la cuneta
sucia y despoblada de yerbas verdes.

Fuiste tan injusto con agosto
como yo lo soy conmigo
cuando escribo.

Sofía Serra (De Solenostemon)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Corazón encogido

Corazón encogido

Hoy es un día descarnado,
las palabras no rompen mi inquietud,
ni siquiera los regalos del alba,
hasta los sonidos de la calle
se han puesto de acuerdo
en desafinar esta sinfonía
no sé si de adviento o retirada,
partida avecilla de retorno
estrellándose contra las paredes
de alambre. Se cuartea la fina capa
de piel endurecida que me describe
tu presencia en el mundo,
un espasmo quieto
que no ilumina la estancia
donde te ocultas,
el dónde está se sienta en mi silla
y me desplaza a otra geografía,
una geografía demasiado apaisada
para este día
que averiguo estrecho
para la medida de mi querencia
por ti.

Hoy es un día muy serio.

Sofía Serra (De Solenostemon)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Avecrem

Avecrem

reía
solicitando venias y contras,
tan desdichado soñó
con su silueta agujereada
por las balas de sus luces.
Conminó, a quién sino a mí, y yo le seguí,
pervirtió el azar denostando
el lúbrico frenesí de toda carcajada caliente,
ingrávida, de la entraña.

Esta indulgente y lamentable agonía
me permite despojarme
de toda suerte reglada de avatares o
absurdas decisiones en la cúspide del hombre
del maltrato y su nomenclátor soliviantando al eco,
a los desdichos de la alambrada,
a la somatización y la química
gruesa de las golondrinas
que ya se fueron gobernadas por otros afanes,
los necesarios,
las penitencias plenarias,
las hábiles transformaciones de las plumas
en vasallaje alado químicamente obtenido
en las vasijas de barro de las aguas, de las piernas
sin muletas, clavellinas entramadas
coronando ciertas testas,
… tantas testas…
… tantas tetas altas,
tanta pechuga alzada,
tanta ave a la cazuela,
y, por el contrario,
tanto pollo indultado en el gallinero.

Seré gallina sólo hasta que amanezca.
Entonces, despertaré el aire
con mi eco regurgitante.
La salvedad penetrará en cada oído
blanco, y pudiera ser que en este día
yo ya muera.

Sofía Serra (De El hombre cuadrado)

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pero no recordaste

Pero no recordaste

Cualquier ciudad transita
Con mis manos
Por las caricias de su lomo.

Ya apuntan maneras las dodecafónicas
Ingles, se inscriben en el gozo
Como las orugas que reptan
Por los perfiles de las hojas,
Doblándose
Sobre sí mismas
O sobre el hierro que amortigua
La hediondez sonora
De caber donde más oprimen
Los gestos,
El señuelo,
La bifurcación.

No hay otra palabra,
La verdadera huele.
Esa es la sutil diferencia,
su esencia.

Sofía Serra (De Solenostemon)

Un poema de Javier Sánchez Menéndez


Preparación para la muerte

No sé si estás dispuesto a agradecer la vida,
a morir enterrado en calles o suburbios
o en todos los lugares donde uno se muere
cada día, a cada instante;
como si uno se fuera agradeciendo risas
o palabras que una vez nos dijeron
a pesar de pesares para sobrellevarnos;
agradeciendo dudas, respuestas,
valía la pena ser agradecido,
agradecer la vida,
recordar a los seres que agotan los abrazos,
el llanto por amor y no estar muerto
o descubrirse muerto y ser amado.
¡Qué difícil!
Un último recuerdo principio de principios,
y preparar la muerte a pesar del dolor.
Y se apaga el recuerdo,
y se apaga la idea de agradecer
la vida a cada instante.

Javier Sánchez Menéndez

(De "Última cordura", en Faltan palabras en el diccionario. Poemas escogidos 1983-2011. Libros del Aire, 2011)
 
Creative Commons License
El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.