sábado, 25 de agosto de 2012

Sorda en el extravío

sorda en el extravío

Los hombres buenos tiraron
por la calle de en medio
y a mí me dejaron en el arrabal
de las luces inventariadas
y probablemente fundidas.
Las calles negras y amarillas (debo reconocer
cierto fulgor anaranjado
producto de algún matiz rosa
que mis ojos le añaden)
ventriculan
el escenario
perfecto
de un tiempo de pesadilla
pegajosa, ni el tiempo
tiene fuerzas para desembarazarse
de ella, a pesar de la presencia
de soldados votivos,
uno a uno
los fui disponiendo
a su alrededor.
No existe guerra posible
entre el aire y mi alma.
Mi cuerpo me estorba
para matar al ángel hollín
de la suerte estéril y llena
de orugas con pelillos
urticantes.
la procesionaria de mis lamentos
se hace cuerda del presente.

Pero no oigo el tic-tac.


Sofía Serra

jueves, 23 de agosto de 2012

mes-escato-lógico

mes-escato-lógico

Un mes crucifico
aunque ya no tiene brazos.
Se los arrancaron todos
camino de la gran vía del otoño
y la niebla prematura,
de estrechas sienes.
Ahora fatiga al viento
con su rostro de molino
gigante con boca de piñón
enlutado y ojos asimétricos
y pequeños. Lo dejaron solo
encima de la loma,
enquistado en la dureza
de la piedra entre yerbas secas
sin harina y soldados
de polvo haciendo mutis
por el foro cuando la reina
lluvia se digna aparecer
escandalizando al suelo.
Agosto me extraña
en su soledad de quicio
y yo me vengo odiándolo,
¿cómo se puede amar un mes?

No hay sistema con cerebro
ni brazos ni piernas, no hay
sistema malo o bueno
para nuestras fenómenas
preces. Sólo tú, o yo, individuos
de tomo y lomo y pan, abrimos
el hambre a la culpa.
Y al calor de este agosto
que se venga
y se aviene
agostando mis sacies.
Allá en la loma del año
me tumba las sienes
que ahora abandono
a su ancho reproche.

Sofía Serra

miércoles, 22 de agosto de 2012

Pro-vocadora

Pro-vocadora

Atrapas y tiestos que lanzas
aun con el viento ajando
rosas
y devolviendo
vida infranqueable.
Pro-bocadora.

¿Qué coyuntura habilitas
que administra vía extinta
para los dulces sabores,
la mecánica suerte
por la que siempre
de la horca
pendes,
con la condena de frente
y el juicio terciado
en la mitad de espaldas
a oscuras?
¿Qué tornillo desenroscas?
¿Qué relé desinhibes?
¿Qué bravo y soldado
a tus meninges puerto
te abriga cuando la noche,
urge la noche bogando
caída tras caída sobre la ola,
ya no te corteja
ni en la blanca cama?


navego bajo mares de hojaldrada
melancolía, capa sobre capa
apisonan cada músculo contracto
cerrando los párpados del aire.
Pero no la boca.
No la boca.
La boca.
No
amarga.

(Sofía Serra, De El muriente)

martes, 21 de agosto de 2012

Peso vivo mío

Peso vivo mío

Así como
tú no
taladras mis arterias embebidas
en los rizomas esqueléticos
del coral submarino,
yo no
me basto ni para una sola noche,
esta sola noche tan cansada de mí,
tan plagada de este peso y muerto
pecho concentrado de planeta.
Tanto pesa, tanto pesa
la múltiple arcadia
que a todos nos haga felices.
La estratagema de la avispada estela
transformó números en un ejército
prudente y manco.
Bregan otras minúsculas centurias
poseyendo una piel lejana y obstetra
de todas mis huellas con futuro,
que es tuya, la tuya,
esa con la que no sé vestirme.
El cansancio busca reliquias
con las que poder orar,
levantar tal vez aquélla,
una palabra, un sinónimo
de cuerpo sin piel
que brega y piensa
y duele y navega y vive
y no descansa.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

Juego con un editor

Juego con un editor

No levanto mi vida
sobre libros
ni palabras escritas
por otros. Como mucho
me han servido,
nuevos o usados,
como compañeros de viaje
más o menos fieles
a sí mismos,
se abren y despliegan
como una baraja de cartas
en las noches de mis días
y en las luces de mis noches,
que no juegan,
ellos han apostado,
al final,
pierda o gane,
volvemos a encontrarnos
en la barra del casino,
comentamos el truco
de la banca, a ninguno
de los dos, el libro o yo,
nos pasó desapercibido.
Ambos aceptamos su solitaria maña
empeñada en nuestra vida, dolor
o diversión, concluimos ambos
en lo mismo.
ya te digo, no levanto sobre ellos,
solos acompañan yo sabiendo
que no son
más que letras
impresas con tinta
en algún buen o mal papel
en el juego de la historia donde yo
sólo soy un par de ojos más.
La vida vida se encauza
en otros ríos
que ni el Atlántico
se atrevería a recogerlos.

no me doy
tregua soy
de esta forma
astuta mis presienes
contabilizan los pares
que llevo
dados a tantos
dones

mejor si tu suspicacia
hace fértil al valle
y si tuvieras
estómago ya sorprenderías
a la luz
contabilizando lunares
de endoscopia.
me habitué
me galvanicé, me alimento de
mí misma
hasta que
desaparezca
digerida.

Es el fin
el que pretendo
creo.

Sofía Serra (De La exploradora)
 
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