lunes, 20 de agosto de 2012

Fotografías de poetas

He encontrado una entrada que quedaba VIVA donde aparecen algunas de las fotos de poetas que hice hace un par de años en Madrid. Tenía que ser en el blog de Eva Márquez, claro, mi querida Eva.

Ver AQUÍ

domingo, 19 de agosto de 2012

Le petit Trianon (Las barricadas misteriosas)

(Como no consigo hacer que funcione el reproductor de mp3 para escuchar la pieza musical que forma parte de esta "audioverboluz", pongo la partitura para guitarra, que ya la he encontrado. Sólo hay que solfear para oírla, ;)



Disparo: Sofía Serra, Jardín Botánico (Madrid), 2010




Le petit Trianon
A Sofía Coppola por su “María Antonieta”

I
Van saliendo cortos, pronostican ellos
el breve tiempo del verano aún leve,
o quizás sólo reconcilian la medida,
se aclimatan al ritmo taquicárdico
que el calor genera entre tu piel y la mía.

II
Casi transparente eres, niña rosa,
No ha desilusión en las rosas rojas:
hoy más pálidas, tan sólo revelan
el escarlata de tus mejillas
cuando la perpetua alumbra tu interior,
ufano y vehemente
como un ángel muerto de hambre.
Transitó el frío espasmo del pie helado,
la marina blanca enyodó las púrpuras,
y tu planta, niña hermosa,
testigo infrecuente de la dicha,
vuelve a caminar con su sandalia.
Esta vez por la ciudad de la lumbre
que te prendió:
Parió tu madre a la alegría.

III
Puerta del sol
abierta al hemisferio
rielante.
Isótopo conjeturado,
corrimiento hacia el rosa,
silogismo impecable de la ley de Hubble.

(Sofía Serra. De Los parasoles de Afrodita)

La tortuga

La tortuga

Lleva días quieta sin asomar la cabeza,
Pero su concha de carey
Es quebradiza como la nácar
De los ostiones remojados
En la salina correspondencia
Entre la llegada de la ola
Y la permanencia de la orilla.
Me subo al tren de las estaciones
Silenciosas, allá, en los entrepaños
De la vitrina, con las copas de cristal
Antiguo, extrafino y tallado.

(Sofía Serra, De La exploradora)

sábado, 18 de agosto de 2012

Feria del libro 2011

En la feria del libro de Sevilla de 2011, la única que tengo, que "me" la disparó mi hijo, y pongo el "me" entre comillas por motivos obvios. Las dos preciosidades que me acompañan y que tuvieron la amabilidad y simpatía de pasarse por mi chiquitito y solitario puesto de firmas (digo solitario porque ni la editorial hizo acto de presencia... ¡presencia!, para eso se supone que estaba yo, todo acá potencia la medioesquizofrenia) en una tarde de tormenta del copón, son dos de "mis niñas turcas (ver AQUÍ), Shahla —no puedo escribir bien su nombre con este teclado, lo transcribo  fonéticamente pero sin signos apropiados— y Mehtap. El libro no sale, "La presencia por la ausencia", está bajo el cartel de "llévatelo", pero es lo de menos. A los libros hay que leerlos o, en todo caso, han de escribirse, no mostrarlos en montones, pilas o en las páginas web. 


La vitrina

Me parece que ya me queda poco... creo que sólo en esto medio. Quiero decir que me queda poco en este medio, no sé si en "el otro",  eso nunca se sabe. Y que por eso, o mejor, por aquello,  se me ha ocurrido de pronto, ayer súbitamente, hacer esa especie de blog que he llamado  "La vitrina".
Tengo una vitrina preciosa, y  de madera muy mala, herencia de mis abuelos que siglos ha en paz descansan, en el campo, la vitrina en el campo y llena, llena  de copas de cristal en su  mayoría, la mayoría de las copas de mi abuela, de esas que con soplarles se rompen, con estantes también de cristal (más grueso). En ella he ido guardando siempre esos objetos que me gustaba conservar a la vista, valieran un pimiento o no, es decir, desde la pareja de cocodrilos de los huevos kinder, él con el ramo de flores escondido a su espalda presto a ser ofrecido, el ramo de flores,  a la cocodrila, ella creo recordar vestida de rosa y con expresión de hembra embelesada,  de  cuando mi hijo era pequeño, hasta el elefante de jade con la trompa levantada que me trajo mi hermano de no sé donde, las piedras del valle de Zión y hasta una de Manhattan, de la zona cero, los platos de tarta que le regalaron a mi madre de recién casada y las innumerables y sucesivas colecciones de catavinos, vasos extremos de cerveza y hasta la botella de agua de las que ya no se ven salvo en "el zara home" (estas con menos años de solera, es decir, más limpias de residuos),  más, eso sí, una surtida colección de postales de los viajes de mi hermano y alguno de mi hijo cuando vivía en el campo. El caso es que ese puñetero mueble, del que recuerdo su soniquete, como el de un piano con las teclas sueltas, cuando, apostado en la habitación intermedia del piso de mi abuela, alguien pasaba por el lado, es decir, pisaba las losetas contiguas a las mismas sobre las que se asentaban sus casi inexistentes patas, no lo tengo aquí. Y me acuerdo de él, claro que me acuerdo.
Por eso a lo mejor he hecho "la vitrina". De memoria intenta reunir enlaces a  los lugares donde he tenido noticias que han puesto cosas mías, de memoria y con vida. Algunos ya no existen, por lo que no he enlazado, claro está, y otros han optado por eliminar las entradas. Algunos más, claro, se me han vaciado en la memoria.
Si alguien tiene a bien llenarme algún hueco, agradecida. Quedará allá.
Me gustaría también llenarlo de mis joyas en este medio, pero no creo que me dé lugar.
O tiempo.
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.