martes, 17 de julio de 2012

La pandemia española

Odio twitter, odio fb, odio internet, por eso las USO. Pero hay que pasar por el ionizador después. Maldita peste la demagogia. Es PANDEMIA en este país.

Poesición


Poesición


en el Porhacer
se sitúa
la adscripción.
Todo lo contrario
a la teoría del arte
posicionado.


Sofía Serra (Correcciones de El hombre cuadrado)

"La desquerida" en "Mi jardín prohibido"

Poema.
Leer AQUÍ

lunes, 16 de julio de 2012

La Peregrina, revista literaria




La Peregrina es una preciosa joya revista dedicada a la difusión literaria y artística en general editada y dirigida por Carmen Karin Aldrey, a quien ya presenté aquí. Ella ha tenido la generosidad de seleccionar algunos poemas de mi autoría para hacerles un hueco en la edición de esta temporada, y hasta me ha regalado con la inclusión de una de mis fotografías para la portada de esta entrega. Ni yo misma sabía cuál iba a elegir y ni por la cabeza se me pasó que pudiera ser una de esa serie. Ayer me confortó encontrarla. La serie a la que pertenece me recuerda un paisaje limpio tras el paso de una tormenta con lluvia, los verdes brillantes del campo en primavera y la fortaleza de la sensatez del canto de alguien al que yo llamaba loco como el de la colina de los beatles por sabio que era a su corta edad.
Karin Aldrey tiene una peculiar forma de hacer, peculiar por nada común, que a mí me conforta mucho, un hacer con esa sabiduría que proviene de una mirada de paz sobre las cosas, una congruencia espontánea tan difícil de hallar hoy en día, una hechura en rima con sus sentimientos y sus pensamientos que hace que lo que de sus manos nazca siempre sea fructífero.

Recomiendo encarecidamente esta revista joya, es decir, con toda mi querencia, o sea, con todas mis neuronas cerebrales y cardiales.

Independientemente de lo que una escriba, se encuentran allá una selección de poemas y textos (en español y otros en inglés) de otros muchos autores, la mayoría con una trayectoria mucho más asentada que la mía por lo que he podido leer, y de por sí poseedores de una alta calidad literaria.

Este enlace para la revista, que Karin edita y publica desde Miami. También tiene su edición en papel, aunque aún no ha salido.

Pero éste aparte para acceder a la lectura de un poema escrito por Karin que se incluye en el mismo número. Ahora mismo lo acabo de encontrar y leer y me ha encantado. Esta mujer tiene la habilidad de siempre depararme agradables sorpresas.





A mi pueblo, a mi desconcierto

A mi pueblo, a mi desconcierto


En este muerto contenido
al que abrazas y consuelas
por deseo de su propia muerte,
en este bello ejemplar de ciervo
ligero y pesado de tantas muelas
y dientes rumiantes,
de tan onerosas alforjas
que no tienen fondo,
que huecas deslizan
el aire que por la boca
les entra y por el culo les sale,
en este muerto y denso
aire de oftalmologías
imposibles pues ni ojos
ni pestañas siquiera te caben
en ese rostro pernero,
en ese rostro carnero,
en ese rostro pétreo
de meseta inasumible,
centinela vestido de colores brillantes,
en esta muerte tuya,
yo te abandono:
Eres un pueblo muerto
sin fantasmas,
un pueblo herido de su misma
muerte,
un cuerpo muerto
exhalando un aroma vivo
de fragancias que nunca
se hunden y siempre preguntas,
siempre preguntas
el porqué y el desconsuelo
de este olor a rosas que entierras
mano sobre mano bajo
tu zócalo de piedra
tumba.


la luna, el sol, la paz
de algún refresco asociado
al martilleante fuego arenoso
concupiscente o semioculto
bajo las flores de lavanda
visitadas por la mariposa
de la col, blanca como las paredes
de mi alquería… ah, qué solaz
que no perdí, soldadito boliviano,
por mucho que dispararas
a sienes, por mucho
que trucaras valles y cordilleras
en busca de la mano palpitante
de la luna blanca cuando
se asoma por los andes
de mis luces. Soldado grande
corazón y las venerables
soledades, los cierzos
en pleno mes de julio y el viento
de suroeste aterrizando sus mejillas
de océano sobre el páramo agreste
y mesetario:


el desconcierto, la lección
de amor dada, la grata complacencia
de una voz lejana y dulce, los pasos
serenos sobre la arena, el agua
del océano dentro de mi frente
y un “no sé” hasta que la salud
tenga nombre de nuevo
y pierda la enfermedad el suyo
de muerte.

Sofía Serra (De La exploradora)


 
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