A Sócrates NO lo mató la democracia. A Sócrates lo enjuiciaron los que corrompen a la democracia, los CORRUPTOS. Sócrates se sucidió, ese es el hecho o el mito, para demostrar que ÉL SÍ CREÍA en el sistema democrático. Por eso acataba, según su ética, la decisión de un sistema, en el que había creído y por el que había luchado, que lo llevaba a la ejecución. Evitó que la misma democracia lo ejecutara para que su propia creencia en la democracia pudiera seguir subsistiendo, para que precisamente nadie pudiera decir que a él lo mataba una democracia.
La democracia es el sistema más frágil que existe. Un sólo hombre con intenciones particulares puede poner en peligro un estado de derecho actual, corromperlo, porque la democracia se basa en el derecho de cada uno de los individuos, en la libertad de cada uno, en la conciencia política de cada ciudadano. El individuo tiene poder dentro de ella. Si sus intereses no son honestos, si sus intereses no velan por el bien común, si dispone de los medios, trabajará libremente para pervertir la ley, ponerla de su parte y, o convertirse en un tirano, o llevar la injusticia sobre sus semejantes.
Por esto es por lo que hay trabajar, porque cada ciudadano, todos, adquieran conciencia de que la democracia no funciona si no hay implicación HONESTA por parte de cada uno.
Esto es lo que nos dijo Sócrates con su autoinmolación.
Palabra de una anarquista de ética socrática. He dicho.
Llegado el freno y cierta estación Estancada entre las arenas blandas, Tan difícil se hace salir del mar De la ausencia, de la cinta transportadora Que me llevaba solitaria y púdica Ahora ya sin huerto Y sin pienso luego veo, sin Porvenir ajustado a las suelas De los zapatos sin a-las, Clávame, húndeme, sepúltame, Encrucijada sin rosa ni espin Illas que romperme Contra el bordillo de las aceras. Las aves migran Plumas a otros suelos, Otros cuentos de suelos. El mío encharca el horizonte: Perfil huele el aire Buscando la terquedad Del misterio, encendidas Mis mandíbulas Se aprietan contra sí Hasta que mi oído revienta.
Continúa el tren rodando. Mis pies calzan ataúdes blancos.
Eo pusilánime te escribiré El poema que nadie pueda traducir Salvo tu lengua y la mía Pusilánimes también Absortas ellas En aquel pasado de un río Que permitió florecer En la piedra cenotafios. ¿A quién se le ocurre Sembrar el grano Sobre el granito Sino a los celos? Tan injustas patrias para sus hijos, Las madres, ya sabemos, También lo son por Mucho que cueste creerlo, RE crearán la conjura De luces pájaros en el aire De la mañana olvidando Que de gasa y azul Borda la nube pinta Los perales asomados A tus ojos como pétalos de mariposas Durmientes al calor del mediodía, Sus flores a la luz de la madrugada, Al sueño y la evaporación de un silencio Hecho migas o grano para las aves Blancas y el murciélago de la encina Asaeteando el azul índigo del anochecer Cuando tú vuelves a la escena Bajo el emparrado. Florecerán los lilos silvestres Y la música de un violín Asomada a la puerta de tu habitación Escribirá tratado de luces En el almíbar de la mañana. Porque ya somos dioses Puedo hablar como los poetas Cursiles —y la truculenta diáspora De la noche —. Se marchan, todos los invitados Luminosos se marchan, caminan En pos del sol de poniente olvidan Los velos de seda, Los segundos que los mantienen como vivos.
Este me lo traigo pa'cá, al cuarto claro. Por todos los lirios blancos, digo, por los colibríes blancos y hasta los mirlos del mismo color, va por ti, guapo mío. Treinta años que hace que vi tus ojos por primera vez creo que me conceden el privilegio de llamarte así en público, por muy autor reconocido que seas, y si no, me lo autoarrogo. Porque Sí, con essssssssse. De Sevilla por cierto. Y de Seni.
Fotografía extraída del blog del autor del relato abajo transcrito, Manuel Moya
LAS ESES
Seni seviyorum
Qué hacer con tantas eses, me preguntas: sestear, asestar, asesorar, desesperar, socorrer, sisear, desear, siempre siempre soñar... La ese es plural, erógena, desprendida, gregaria, multiplica las cosas. La ese suele colocarse casi siempre al final, porque es discreta y no le gusta andar molestando. En caso de incendio la ese es la primera que salta, la última que llega a la escuela, la que se queda soñando al final de la cola; la ese se sienta siempre en el último vagón, y es una marca antigua de detergente, un adjetivo demostrativo (y a veces despectivo), el gancho de una cesta, la pieza rota de un scalextric, la silueta de una mujer embarazada esperando el bus, lo que engancha la jaula. Eses es lo que uno hace cuando anda piripi y la razón, pudorosa, nos espera en casa con las pantuflas puestas y los ojos acribillados de reproches. La ese es lo que distingue una democracia de una tiranía, aunque suele ocurrir que el tirano se crea rodeado de eses. Ese es el símbolo del dólar antes de que un tipo de Queens le raje en canal. La ese es una jota que el viento o Van Gogh han retorcido, la mitad de un ocho, la zona de sombra del infinito (aplíquese también a la cinta de Moebius), el Tourmalet, un beso a oscuras. Ese es primero Jesucristo y luego el Iscariote, protagonista y villano de una ópera de romanos interpretada por ese artista americano, cuyo nombre se me escapa. Pero no todo es bello en la ese. Hay que tener sumo cuidado con la ese. Cuando se juntan dos eses la lían y quieren montar Auswitch y gasear al primero que se ponga por delante, la triple ese es otra cosa que no caigo ahora, pero no sé, no sé. Yo me quedo con la ese turca -la que másss mola- esa ese que une las cosas, mueve las montañas y agita las palmeras que beben del lago sin barcas del corazón. Las eses que hacen eses. No lo puedo evitar: me gustan las eses. Dar y recibir eses. Si son tuyassss, claro, mucho másssssssss.
Me he quedado sin cuenta Pro en mi galería de flickr, aunque espero recuperarla en pocos días. La poética de las cosas, la justicia de las cosas. En flickr, si pagas 24'95 dólares al año no tienes límites de carga, pero lo más importante, todas las fotografías que se suban a la galería permanecen a la vista, mientras que si no dispones de cuenta "pro" sólo se pueden ver 200, lo mismo el público que el usuario.
Pagué hace una semana o así la renovación, pero hoy al entrar para subir las del mes pasado como siempre suelo hacer, me ha saltado el aviso de que no dispongo de cuenta Pro. Me he ido rápidamente a la cuenta del banco a ver qué había pasado: sencillo, no había dinero cuando flickr remitió el cobro. Normal también.
Esto no es culpa de los políticos, ni de los bancos, esto es culpa de un ciudadano que cuando dispuso de vacas gordas se encargó de comérselas todas, empachándose, de tal forma que ahora los alivios para ese empacho los saca del sueldo de sus empleados no pagando a tiempo, sino a-(pe)dita y a-trasando, como en los tiempos de maría castaña, ya que Hacienda, que somos todos, porque "la" somos todos (a mí no me acompleja ni un mostrador ni una mesa de funcionario, la administración está para servir al ciudadano, cualquier demócrata tiene esta concepción del estado) lo presiona debidamente para que cumpla con sus obligaciones fiscales por las numerosas vacas gordas que se zampó. Es decir, hace lo que tiene que hacer, Hacienda. Al contrario que el ciudadano que cometió el pecado de la gula comiendo vacas gordas sin prever la capacidad de su saco estomacal.
El otro día un querido amigo me preguntaba si no había hecho exposiciones de mis fotografías nunca. Me entraron ganas de preguntarle que "eso" cómo se hacía, lo que pasa es que andaba algo cortada y no supe reaccionar. Un "no" selló la pregunta. Algunas veces pensaba en exponerlas allá por las encinas, clavando una en cada tronco, pero antes habría de haberlas imprimido, claro, y si bien es cierto que el dinero para el local me lo ahorraba, lo que me resultaba imposible era reconvertir la lavadora en una impresora actualizada y mucho menos aún transformar el agua del arroyo en vino tinto, o sea, quiero decir, en tinta con la que "colorear" el papel fotográfico con mis fotografías. No soy Jesucristo, ni siquiera su madre, la Virgen María. Tampoco podía dedicarme a fabricar papel a partir de la madera de las encinas. Todo el mundo sabe de su extrema dureza, más o menos como si se intentara introducir el filo de un hacha en un cristal, y además de eso, y para colmo, habría desertizado un bosque ejemplarmente mediterráneo. Ahora no tengo bosque alrededor, y dispongo de algo de tinta, no mucha, y papeles, y hasta impresora. Lo que me falla es el local: lástima, no se puede tener de todo en esta vida. Normal. También natural. Completamente sano y natural. Hay que compartir, hay que repartir, no somos uno sólo en este mundo, sino siete mil millones, más todos los seres vivos y hasta inermes, agua incluida, poblando este planeta.
Por eso expongo en flickr, en mi blog o en donde pueda en este medio virtual. Porque soy natural, y sobre todo, muy-muy física y terrenal.