viernes, 18 de mayo de 2012

Como el no

Como el no


Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…


Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.


Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre de odalisca
sin dolor apenas mas que una leve comisura
una apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella
y me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas evaporado
grisú de sus sales…


Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo y los ovarios
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse como hormigas:
la marabunta.


Se ha pervertido El Grafos,
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne.
Como si-no engendraran,
como si-no él hubiera nacido:
Huevo huero tras tanta hemorragia.
Sin embargo.

Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)

miércoles, 16 de mayo de 2012

Liberta

Liberta


sin pies


normalmente las batallas del hombre
suceden en el límite entre la noche
de sus ojos y el día de sus manos.
si no sé ni dónde pisan mis pensamientos
mucho menos puedo localizar mis pies.


sin cabeza


se ha soltado la yunta
y ya no puedo arar.
Soy un animal
sin frente
ni amo.


sin cuerpo


Habiendo llegado al límite
qué hago ahora aquí.
soltar amarras e la nave va
sesgando y muy ciertos
agujeros la diluyen
en la salina transparencia.


sin palabras


mi mente catastrófica gobierna
su salida de este mundo inhóspito
y cruel pido un deseo
por todos los hombres
un abocarme
para deglutirme
por completo entiendo
pero no hay palabras
que me lo demuestren.


sin dios


en la inefabilidad de la sustancia
hallo la máquina del tiempo.
un soldado muerto me dijo:
no matarás.

Sofía Serra ( De La exploradora)

martes, 15 de mayo de 2012

El muriente

El muriente




Cansadas, las rémoras se duermen
al amanecer, justo oriente.
Canta el mirlo cuando menos se espera,
ave nítida, tan límpido su eco.
Un acervo incita,
no instiga, no
duele más, no
pervierte el son.
Así que, recuperando un dios que no se oculta,
desde esta memoria hablo:
Mi pecado ha sido recuperar
el caudal de genes que mis padres,
padres nuestros, amasaron
para nuestra fortuna.
Padres y madres míos
que engendrasteis este río,
mudad la desembocadura
desde este alba al muriente,
que ya aquí pernocta la mañana,
que aquí, ya, transitan las corrientes,
que aquí, en cuenta abierta,
el mirlo ya canta
sosteniendo en su eco subacuático
todo aquello que, desde las aves y los peces
que poblaron nuestros pies
allá por donde entonces,
el tiempo con banco en el paraíso,
nos hizo humanos sin disimulos,
más libres en la piedra de la orilla,
más hombre erguido sobre su bípeda simiente,
que ya otea el horizonte buscando la otra baya
que ya la introduce en el estómago con su mano
que más allá del árbol fuente bebe y la digiere,
que qué árbol sino
aquél que el árbol
ya hecho leña.


Para candela
de la caverna.

Sofía Serra (De El muriente)

domingo, 13 de mayo de 2012

Desierto

Desierto


tantas flores como
centinelas se extravían
solas de balcones
y
de-ciertos
y
ciñones
y ceñeros
zuelos.

Sofía Serra ( De La exploradora)

viernes, 11 de mayo de 2012

La quintaesencia

La quintaesencia


A donde llego


La quebradiza sostenibilidad
de un ente moribundo ajeno a
las ideas y los goces amarillos
como los vestidos de teatro
a zancadillas contra la madera
del escalón que, de pronto, se torna
verde azulado de mis maderas antiguas
y venerables. Mis lares.
Tan amados.
Tan gráficamente representados
por mis azules y mis dorados
adorables.
Quién sabe dónde se halla
la geográfica solución de todos
los embalses donde las aguas
trasladan sus sales desde el mar
hasta el huerto. mas yo me hallo
en él.


De donde vengo


Mi empréstito y desmedida y obsequiosa
descaridad hacia mis pechos.
Mi tenebrosa turgencia
contra mis propias manos
en mi vientre, mi desacostumbrada
soledad entre las caderas
y mis muslos, mi yo sin yo
cada vez que me descomprime
el miedo y ahueco el vacío
que termina donde comienza
un tú
calmo
mi risa
no sabe ya si
mi frente
me pertenece, y entonces,
lloro.

Sofía Serra (De Suroeste)
 
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