viernes, 27 de enero de 2012

La escafandra

La escafandra

Aminoácidos sutiles
y algún esclerótico seno,
el paisaje de tu ensenada
barrosa. Volverán los lirios
a florecer pesados y rumbosos
como la ternura y tantos besos
laminados en la superficie de las aguas.
el estuario juega al pan
partido y repartido
para todas las bocas abiertas.
No entran moscas en el lecho
del río correspondiente.


En este confidencia me columpio
sobre la vida del revés,
como el calcetín de la abuela
dormida justo al final de sus afanes.
No sueñes, reina mía. Los pelícanos
aún planean la tierra, auguran
candados abiertos a las nubes
con su boca grande de alquiler de sombras,
una boca tan estrafalariamente abierta.


y a voces
se fundieron las otras bocas
en un sol-o torneado
por la arrogante escuela del arbotante.
Sobre tu mullida longitud
de pernera invisible,
los cabezos amarillos posan semidesiertos
y alojados cada uno en el hombro
del siguiente anticipando
la espina dorsal del mar.
Un aire llamativo me sabe a quieto oleaje
trepanado por tus miembros:
quisiera yo, a veces,
zambullirme indiscreta y transparente
en tu entrepierna de agua,
la juventud de tus miasmas enloquecidos,
la senectud de tu estrambótico deseo,
la pleamar de tu combatiente
calma y el mar caliente
que te espera.

Sofía Serra

miércoles, 25 de enero de 2012

A Fermín (poema y vídeo de fotografías con audio)

A Fermín


Hoy ha muerto un buen hombre
y todos lo hemos seguido
camino del cielo.


No estamos solos.







El tren detenido bajo las palmeras

El tren detenido bajo las palmeras

el tren me recuerda una soledad
sin línea,
la alegría (sic) de los judíos
cuando los embarcaban
en los vagones de madera negra
y moho tan grande para tantos ayes
que los sueño durmiendo o haciendo el amor
sobre la arena de una playa, los niños jugando
con la pelota de plástico
que aún no se había inventado, sus madres
bebiendo limonada bajo las gafas de sol
y los coquetos sombreros de paja y sus padres
jugando al dominó bajo la sombrilla de colores
y bajo las palmeras sus abuelos con bañadores de flores
bajo las palmeras, porque es una playa del Caribe,
claro
el sol
clara
el agua
claro
el cielo azul
y el techo negro
se me hunde
bajo las palmeras,
bajo las palmeras los adormezco
desde los 13 años allí
se me quedaron parados
y se supone que he cumplido 49
arrullándolos.

Sofía Serra, Enero 2012

martes, 24 de enero de 2012

Bicordial


(Correcciones "Nueva Biología)
Tengo este poema señalado en rojo desde el día que comencé a corregir este poemario, como aviso sobre mis dudas por incluirlo en él o no. Aunque lo voy corrigiendo, aún permanece la duda.

Bicordial


A H. C.

Corazón, quedo y mudo
en tu silencio. Corazón,
aprieto con tus manos
este gemido. Corazón,
no te hago caso omiso:
al alba te alivié.

Corazón, tu tierra, mi
tierra, tiene plumas:
sobre ella despedazaron a las aves blancas,
frenaron el sereno de su sal con las fauces.
Pero tu mi tierra tu tierra canta
sobre fósiles y fantasmas
que logramos resucitar henchidos
de agua, sustancia y carne.
Tu tierra y mi tierra funden luces
sobre la faz tornasolada
de la colina tan reseca,
la casa azul sobre la espalda
—al peso de los riñones—,
el toro en bisiesto año,
la amargura del oro líquido,
la lluvia sobre la carretera…
Tu stop, corazón.

Tu tierra mi tierra,
clama tiempo, clama día,
clama por tus hondas huellas
al son del canto que moldea
el barro en dos, ojos,
los azules, corazón:
Las palomas que de la nada nacen,
el santo y seña, suertes que nos hacen:
No somos aves, no somos duendes.
Al despojarnos del miedo
—¿qué es la muerte sino un desnudo?—,
sólo nos queda el nombre.

Corazón, desde esta garganta
y la tuya te expandes
abriendo estas proclamas
al orbe dicho, quieto y al unísono
se cantan mutuamente, juntos
no somos uno, sino dos,
que es un mayor número.



(Sofía Serra)
 
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