La iconografía que fundamenta una hermosa talla del Cristo del Amor que se expone en la Iglesia del Salvador de Sevilla (sobre septiembre anduve fotografiándola), fue uno de los conocimientos adquiridos que más impresionaron a ésta que suscribe que en su momento estudió Historia del Arte. Se trata de una bellísima escultura en madera policromada representando a Cristo en la cruz realizada por el imaginero Juan de Mesa, en el siglo XVII. A los pies de la cruz, y éste es el detalle, aparece un pelícano con sus dos polluelos. El ave está picándose el pecho para así conseguir hacerlo sangrar y de esta forma, lograr que sus crías puedan saciar su hambre. Es el símbolo del Amor. Para quien se haya acercado alguna vez a lo que hago, no resultará extraño pues encontrar este ave rondando por mis poemas, aunque en éste precisamente no aparezca, :). Otras cosas, otras luces, siempre dos, y la fuente, siempre una que ronda y ronda por lo mismo siempre...
Amor a dos luces (Canto profano ante un Cristo sevillano, o dos)
Si la verdad siempre verde, siempre amor.
Si tú, Amor, canto solar de la noche clara y rosa...
Si yo me hago en tu boca de vida, flor sagrada,
princesa mía del amor y de la muerte tan hermosa,
de la buena muerte y del Amor...
Si yo, Amor, ¡que para tu mar yo soy!
Si tú, Amor, que para tu mar tan mío
ya florezco en playa tuya arribando al espejo de la rubia arena...
Si yo, Amor, para ese mar tan grande,
para este mar tranquilo,
y para el mar en tus caracolas rizando el aire al ritmo de la marea...
Si tú...si yo...
Si vida y pecho abierto...
Si llaga, tierra y flores,
si fuente y agua clara, si sol y dicho amor...
Si yo, si tú, si juntos y a dos luces...
¡Ah!,
...¡Ya la fuente riega risa y recorre los veneros proclamando algarabía de verso bajo el cielo!
Ya... si tú, si yo... es que somos la hermosa imagen de la llaga bella.
Sofía Serra, 24 mayo 2010