Título de la fotografía: Nuevos tulipanes
Cae el cielo
Desde la nada al silencio,/
del alma al trecho que nos separa/
disolviéndonos como sendas trazadas en el agua,/
nos bebemos./
Calmamos así la agonía en la batalla por ser amados./
Cálmame, cálmame. Bébeme, bébeme. Me abro, ábrete./
Se hace insufrible este sordo batir en la ensenada/
contra su propio abierto de/
lame y lame arena,/
y terciopelo con color de piel humana como tu gemelo, tu mano, tu curva,/
tu lado costero que me embate/
al son de un pulso caliente de mar,/
de mar y combate,/
de mar y su arrastre,/
de mar y su agua, su lecho blanco, la cama/
del mar con sed de hambre a mis venas,/
a mi gusto, a mi carne, a mi alma a tu vera,/
a tu ombligo en mi aire./
Yo ya ni sé vivir ni mucho menos lo que quiero./
Cegada esta palabra/
se desoja por encontrar el consuelo que la haga limpia,/
verbo puro/
de un cuerpo o un alma que vagan, qué más da,/
vivos a todas horas./
Yo hoy callaré mi voz./
Yo hoy sumiré mi alma en el silencio./
Para que tú respires y venzas y sufras y llores y goces, y te entierres en la fecunda,/
y germines como el verde y florezcas como flor eterna del mirlo en su pico bebiendo del sol./
Yo hoy soy ya muerte de mí, y de las aguas y de los aires me ausento/
en la nada, ya sin lugar y sin juego./
Sin piedra, sin rama, sin canto,/
ya hoy callo. Y ya bebo. Si puedo./
Callaré mientras vivas, callaré mientras voy muriendo, callaré tras de ti, callaré ante el silencio, callaré loca, callaré cuerda, callaré, callaré, callaré...cae el cielo./
...Y las palomas sangran... ay, cómo sangran las palomas./
Vosotros mudad, mirlos blancos, a otros lugares u otros colores,/
que yo con mi sangre vuelvo a tierra,/
que yo a mi cielo propio voy,/
que yo en su palabra encuentro mi verbo./
Muda y blanca y roja y quieta. Así me quedo./
De mis pupilas nacen flores, las armas vestales/
que empuño con mi aliento pretendiendo lo imposible./
Ella, acero fraguado./
Mis tersas yemas, pétalos suicidas./
¿Habrase visto tamaña torpeza?/
¿Qué me reventará por dentro cuando Ella se asoma/
confundiendo el tiempo con la sangre/
de las blancas palomas?/
Aquellos mirlos blancos posados en el suelo,/
emplumados con pétalos de flores, fueron mi armadura./
Ella, ya, no más que polvo seco que moldearé con mis manos en cuanto llueva./
Cae el cielo./
Y beberé, beberé y beberé, de la lluvia que tú me bañes./
Y hallaré tu aliento con los párpados cerrados./
Y arrullaré esta ensenada abierta a la templanza de tu ansiado adviento./
Y posaré esta fotografía sobre tu boca, ahora que sé te distraes con la fértil./
Y tomaré de tus manos,/
y tornearé mi canto,/
y ensancharé mis caderas ahora que sé consumas las curvas de este mundo en norte
con las cosas serias./
...Somos tan ricos, ¡somos tan ricos!
En la tierra renazco.
Cae el cielo.
Sofía Serra, Mayo 2010