a Paco Gamero.
paseaba hundido a puma
entre el lomo de sus sienes
y los bajos de sus bolsillos
tan enormes como las clavículas
de sus ingles de un inglés tornado
clavo a salvo de tímidas luces
que le aventaba el pájaro azul
de su vientre, de su sino,
un amor a sosa solitario
siempre cáustico
en el reojo de sus manos
rosas de madera y tanto Pumarejo,
tanta Geografía y tantos edificios
con sus cristales tan limpios
como los vasos que vaciaba
y a mí y a sus cigarros nos quedaba
el dulce agrio de un aire azul
entreverado con el de los quince años
sabios sin saber si cantaba claudicando
o me sonreía desde algún lugar
de mi sueño, no sé si del cielo,
para él, seguro,
un lugar a salvo
de tanto puma
y rejones de amor,
que no pudo dar
ni obtuvo.
Sofía Serra
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