La paz se aposenta
como hada sin cuento
ni moraleja.
En las soledades descansa,
enemiga encubierta del mundo
y sus arpegios.
silbe la acetona del aliento
que yo me rasgueo confundida
entre las torres en tres d y las viñas doradas.
Los adioses no labran la vendimia,
ellos levantan uvas recitando
el diapasón del vino de la mejor añada.
la milonga y el cigarro,
el merengue y el palo de nata,
el mosto y el cubata que no pruebo,
el sabor del terciopelo –mío, es sólo mío-
en mis neuronas busca
y anida corcovado
mullendo los afilados cantos
de las piedras de tus riñones.
Excretar y presumir
sales facticias de ubérrimas gramas:
la urea labra de verde
el vejamen de la tierra
y su osadía
y mi posible olvido
de ti.
sofía serra, septiembre 2011
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¡Qué languidez deliciosa! Pero qué picor al final...
ResponderEliminarA estas alturas de un lunes tan poco original, solo se me ocurre decir algo tan poco ocurrente como decir: me gusta. Y es algo intuitivo, para nada racional. Sobre todo la tercera estrofa, la más larga, que es como un vaivén de hamaca que acaba en.... caida?
ResponderEliminarbesos