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jueves, 14 de julio de 2016

La copa de la vitrina



La copa de la vitrina

Qué será de mí el día,
el momento en que me cubra
con telas y arañas
de hilo mudo pero mío,
qué será de mí
si te sorteo como si nula
piedra fueses en el camino,
como si terco y ancho
muro te levantaras
ante mis venas extendidas,
qué sería de mí, amor de yeso,
si no te reconociera
como estatua, blanca efigie,
fantasma, trasunto del hombre
en el que creo, su fe, su hábito,
su monje clandestino, mi fe también,
mi ningún pañuelo, mi canto efímero
tan tozudo, tan del tiempo,
tan arena, tan del viento,
qué sería de mí, qué
será sino lo que soy,
brillante grano de sílice
tan verdaderamente minúsculo…

cómo no vanagloriarme
de esta copa cristalina
que no sostengo en mi mano,
obra tuya tan reciente,
tan transparente, tan frágil,
tan milagro, tan de todos.

Tan vacía.

(De "Extinción de ruina",)

lunes, 13 de junio de 2016

Los zapatos rojos


Calzas para un orden

¿Qué delirante poema renace sobre tus mejillas?
No quiero ser aguafiestas, nunca.
El agua me traspasa, la juventud me reclama y yo no soy leña
apilada en la penumbra del helero,
asomo gris en las tinieblas.
Es sólo que la irrealidad se impone a veces.
Un zapato rojo se extravía sobre los adoquines,
dos zapatos rojos sobran
sin pies que los calcen.
Proust aprieta pero no ahoga,
la memoria desescombra
las sancionados abismos excavados a pico y pala:
los señoríos, las señorías.
Los antifaces.
El anti-faz,
el negativo de los rostros desojados.
Los timbales sobre los que tamborilea
el brillo de nuestra mirada y tú
y yo convencidos preguntamos
a lomos de la enjaezada estirpe,
a horcajadas sobre la sima:
Mundos virtuales. Siempre hipócritas calmas.
Pereza.
...Y los zapatos rojos.

No quiero ser aguafiestas, nunca
pero aquí no se establece nada.
Si lo deseamos, se aposenta y hasta se habita,
pero no sin tierra, no sin agua.
Ni sin adoquines o los zapatos rojos.

¿Qué hacen los que no saben cantar?
¿Sólo digerir o gritar sobre la faz del interpuesto?,
¿pelotear sobre sus propios pulmones
para que no los asfixie la roca desorbitada
por las regurgitaciones de los morosos,
de los olvidos del tú,
de los recurrentes sobre el acaso que arrastra
la inmundicia de la incomprensión
hasta al corazón más rojo?

Zapatos rojos.

¿Cómo olvidar a los que no cantaron?
¿Cómo no intentar habitar en sus bocas
como altavoz o mascarón de proa
delante del mudo
que les enclaustró la cólera?
Abastecer hasta en los muertos,
colmar el hueco sellado hasta moldear
la alada suerte, la blanca alzada
desde su yo hasta el más nosotros.
Hacer pervivir lo que no obtuvo recuerdo,
ultrasonar un cántico,
reivindicar los sordos bramidos
de los que se fueron sin apenas dormida,
sin gloriosa voz, sólo porque el orbe los confió a las afueras.
Fuera de sitio,
fuera de tierra,
fuera de todo.
Como a mis zapatos rojos.

(De "El deshielo", 2009)

martes, 7 de junio de 2016

A mi sombrero renovado



A mi sombrero

Una voz con muy poco tiempo
me habla de nueva ultranza,
un más allá de rostro lento,
una continua confianza
en el suceso silencioso,
en la mesura, la distancia
que por bien de la ligereza
transita sobre esta muda,
esta piel ya de vuelta
de aquella estrecha circunstancia
donde nos vimos abocados:
como el mar se hace pequeño
cuando a mis pies se aviene,
moja y venga todas las durezas
con sus leves caricias,
siendo tan potente
y tan grande, no me asusta,
así te vengo yo y vienes
al gozo de mis sienes
cuando menos lo espero.

Sin disgustarme.

Como el vino, con tilde
que elido. Como bebo
para ti, sin acento.

(De "Extinción de ruina")
 
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