domingo, 18 de octubre de 2015

Son del sitio

Son del Sitio

Son del sitio la encina
y la voz
del eco
al sur
oigo la sierra de Aznalcóllar
con su boca y con su pecho
—es el mío de mi frente, y lo era—
de mi norte que imanta
mi cabeza buscando
la enana blanca del día
recién levantada
la mañana de su son
de la noche y yo
una sombra de nostalgia
y un aullido de mi centro
que cabalga solo
sobre mis piernas
y el olor que no se pierde
en las fosas sinoideas
de la lumbre en la candela
y el humo y la llama
y el olor a tierra
y a rostro del mundo
poniendo su culo
por montera delante
de mi cara. La cabra
reseca y borracha
de nostalgia de nada,
nada más que adelfas
y yerba dura y recia
de falta de agua,
y el aroma verde
de verdad de amor
de un mundo y de yo,
y yo, y yo y la tierra sin nombre,
y yo sin nada salvo él,
su eco.

De "Solenostemon".



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miércoles, 14 de octubre de 2015

Ríes aunque llueva

Ríes aunque llueva

Llueve y el agua limpia
tu reserva de gesto escondido
a las mieles del triunfo.
Por un puñado de monedas
que no coges,
conquistas el favor del cielo
y de la amante, mas, lo sabes,
tú siempre lo sabes, no hay favor
que necesite gesto
de tu honrada boca ducha
en vociferar cuando el gentío
te escinde y esconde una y otra
vez las monedas almonedan
el aire, lo subastan
al mejor deporte:
¡qué perpetro observado
sobre tu risa centelleante!,
duermen los armónicos sonidos
de la lentitud del agua cayendo
sobre las piedras y la verdina
aún por nacer, tan someras.
Es decir, tan ciertas.

Vierto caudal
sobre tu honrosa
costumbre de saludar
a la gota de lluvia
que se desvanece (vuela,
ella vuela aunque caiga).
No hay mejilla más alegre
que la mía cuando se deposita
en tus labios untados
con deslices otoñales:
un dorado y sabio verdor
que enrojece al cielo nublado:
la ciudad nos puso límites
de tejados, pero tus dos aguas,
esa una sobre tu mejilla derecha
y esa otra sobre la izquierda,
continúan silabeándome
el lenguaje que comienzo
y no termina cuando callo
mi continuo
no dejar de
mirarte.

(De Solenostemon.)


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lunes, 12 de octubre de 2015

La sierpe lozana

La sierpe lozana

¿mi dios se llama     él?,
¿mi dios se llama     tú?,
depende de donde     yo
                                nos sitúe.

ellos buscan las estrellas
y tú donde no estrellarte.
las piedras nacieron
para que tropieces,
no para que las lances.
yo te lanzo mi aventura
sin nombre de talle
tan inverosímil,
tan alucinante tú
desgarraste
la última corteza de tu olivo
cuando yo amamantaba
bajo la lumbre del candil
de aceite que silo en el molino
que tú edificaste con ruedas
tan grandes como tu osamenta
de elefante puro y recio
fondeas tu trompa urbe
en el limo de mi abrazo
y aquí te inhumas sin saber tocar ya
ni una sola semilla,
ni una sola yerba,
ni una sola brizna
de aire hasta que asfixiado
cierras los ojos y yo
me nazco en tu muerte
que no deseo.
será que tu entierro móvil,
la ciénaga de tu sueño,
trabaja rasos sobre los que amanece
el nuevo día que me da
esperanza y la vida ya
cobra áspid
y sentido
para mi des-lengua
única.

no muerdo,
pero te roen.
Y yo necesito vengarte.

(De "Solenostemon")
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lunes, 5 de octubre de 2015

Medusa

Medusa

Nadie me ha regalado un ramillete
de flores que llevarme al pecho.
No sé, la vida sucede
tan injusta con las diosas
que no son de mármol…

Pero en Carrara triunfé.
Me aplastaron la ingle
como una lengua
de sapo. El príncipe
afiló su cincel
y el bloque de una tonelada
se desprendió de la cantera
limpia y mansamente.
Entonces llegó Miguel Ángel
y encontró su David
y su fama.
Pero tampoco me regaló ninguno
un ramillete de flores.

Siempre estoy sola
y aún no sé
en qué consiste la soledad
salvo en estar
sola, algo descabellada
—cada vez menos
sierpes me quedan—
y hacer Arte con mi mirada.

(De "Solenostemon".)

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