lunes, 20 de agosto de 2012

Fotografía de la rosa

Fotografía de Una rosa




Cuando la médula, cuando el escalofrío,
cuando la placidez del sueño entreverado,
cuando sonrojo ante sol poniente, o temblor ,
cuando respiramos en el dorado ambivalente del trigo rubio,
cuando nuestra espina recorre los nervios del dolmen
y nos sienta en las cuatro esquinas…
Cuando recordamos.

Memorosa Afrodita

Cuando sabemos, cuando sabemos,
la rosa se fotografía: Derramarnos
sin conocer dónde nos vertemos.
Si todos abaratamos el amor,
¿qué valor tiene la pérdida?

Creo que nada busco.
Nada me gobierna salvo
ella y algún contrapunto.
Un acertado contrapunto en la partitura de mis pechos.
Bate a consciencia ahora
son ya dos las que baten
son. Baten
asas imantadas de caliente y negro hierro,
éxtasis fundido al suelo de la caverna.


El problema es que siempre se confunde al amor con los raíles derretidos del tren de vía estrecha, es decir, con la concurrencia, el sibaritismo, los modales o la misma goma-espuma. Terminamos, terminan, digo hoy, por proveer a los no dadores de unos silogismos extraños a sus intereses.
Allá ellos con su humana suerte de no saber amar.
Queden como circunscritos por el oprobio
del Amar-izaje en la A-libertad
o en la An-independencia, cuando,
arracimados, se duplican
en soberbios y exactamente armónicos
triángulos engarzados
pubis contra pubis
hasta que se cierra
la puerta a la bestia.
Las batidas en razzias siempre
fueron enemigas de la buena muerte.
Que se equivoquen, humildemente digo
que se equivoquen los que hablan.
Yo sólo canto:

Tren a dos vueltas de ancha vía
y nube grande de agua.
Tren que
me va y que
ya me viene
por la montanera
de esa silueta que
salta y salta
sobre las vías que
nunca caminan más que
cuando traban el breve
reborde de este empeine que
se dobla y se dobla
cuando el zapato calza
la nieve de rosas que
me desnuda en la helada que
me cubre y me enllaga en la tierra que
concede y consiente mi asomo de arena.
Ardo-rrosa arena.

Siempre permanecerá fresca la flor de la memoria
depositada sobre estos muslos abiertos
a plena y caliente alegría.
Cuando sabemos, cuando ya sabemos,
la rosa se fotografía.

Sofía Serra (Los parasoles de Afrodita)

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