lunes, 19 de julio de 2010

Alto y notable se yergue manando sombra y luz el magnolio

Y hoy, sin fotografía, o con unos sesenta mil disparos en formato digital realizados desde el año 2001.

No me deis el pésame.
Llevo nueve años de loco y desgajado duelo.
Nadie me dijo que lo habían matado, y yo, inocente,
no sabía distinguir entre muertos embalsamados
y cuerpos con vida de presente.
En la tumba no se diferencia la luz de la penumbra.









Alto y notable se yergue manando sombra y luz el magnolio

Este bello estío,/
qué mal conlleva/
ciertos pesares míos;/
ellos solicitan, presurosos,/
la caída de las hojas una a una/
hasta no quedar ninguna/
entre el celaje y este suelo./
Hoy emborronan el lienzo/
hasta hacer crecer el árbol desde este pecho/
que mana fuente transformada en magnolio./
Yo ya no más me debato/
entre suelo y cielo quebrando ilusorios horizontes,/
ajenos vuelos,/
dichos de avenidas solicitando agua o esteros secos y yermos que colman/
huecos generales,/
sin perder, en esta calma mía,/
ni una sola hoja grande,/
ni una mínima célula/
que sin saberlo (las células no tienen cerebro)/
eche de menos al más de mi penumbra interna./
Insignificante en el árbol, lo taladra hasta quebrarle el tronco./
Salvo a los de los magnolios./
Pienso sobre mi cuello:/
No ha sido suficiente, no,/
aprobar este tiempo sin consuelo./

Sofía Serra, Julio 2010

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