martes, 12 de noviembre de 2013

El río viejo II

El río viejo II

y qué que aquí
este varadero, esta sumisión
indiscreta a tantas preguntas
como respuestas y qué los ojos
y las huidas y mis dudas
y qué si el silencio hace presa
en tus dientes falaces
y ya ni castañean
cuando te obligo a pasar frío
a beber lejía a dormir
sobre el catre de la piedra dura.
qué me vas a decir que yo no sepa,
estampa verde de mi rostro afilado
y viejo consumido en la soledad
del llano de lo que ya era antes
que nada antes del mar
humillante me cobijas, mendigo
de la nieve blanca
y extranjera me deshaces
ser hasta dejar de ser
siendo tú.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Tus piernas

Tus piernas

En esta distraída tesitura
en la que te encuentro anudado
a tu sombra y tus dos piernas
relevándose
quisieron
juntas ser
cánticos de ti
hálitos de dios
que te nombra
cada vez que tus luces
siniestran el incendio
del sol de la mañana

como mis dos juntas
alas se te engarzan
en las caderas y dejo de ser
savia o suerte por donde cabalga
la yegua hasta llegar
mi terreno
al tuyo.
que restallen las estrellas
cerca de tus sienes
sólo tiene una salida
de ti en mí.

Y aún así y tus reflejos
sendos deshonro
al verte transparente
y lento
y denso manantial
de blanco hueso
lúcido y líquido
de la luz de las estrellas
en tus pozos cristalinos
de simientes. Para mi asombro,
tu mirada oculta bajo los párpados
célebres del misterio
de tu caída al gozo
y a mi pozo el bien
de oírte en mis sienes.

mañana, como un día cualquiera
que yo no busco ni hallo
en el calendario de la dulce estampida,
tú y mi sentencia sobre ti
de cuerpo amado,
tú y la venda de mis ojos
lavando la costra
de tu mar
que yo hablando lamo
un rostro que deseo
entre mis manos y tu acierto
de cielo azul entre tus negros.

me sostendré insana hasta
que tú decidas verte y no verte
venir cuando te vengo
una gota de saliva sana
que se descuelga
de tu labio
mentón
mi fino
paladar la divide
en dos
sendas
piernas de ti
juntas
para que nunca yo
vuelva a tener sed
de tu caminar
viéndote
llegar.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Saturday night fever

Saturday night fever

Despierta la sábana
que me oculta el día,
abanico las dudas de la noche,
parpadeo solícita
mi propia herrumbre
de animal hueso o solidificado,
no escatimo recursos para intentar
convertirme en piedra,
pero al parecer de las líneas verticales
de la puerta soy blanda
almohada donde descansan
(tanto duermen los inmortales)
los sueños. Me acostumbran
a ser obediente. Me dejo
gobernar por mí misma
alejada de mí. Son dos
las que me aplastan,
yo quisiera, esta tercera,
lograr ponerlas de acuerdo.
Me tienen la cabeza loca,
el alma en cueros,
los ojos rojos.
Solo me falta la cola
y adquirir fuerzas para sujetar
el tridente: el alma
en llamas, el cuerpo,
frío, el corazón,
muerto: mi sueño
aquí en el infierno.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La mirada en adobo

La mirada en adobo 
(Para M.T.S., en su veintiún cumpleaños)

Como quiero, quiero un mar
perpetuo y un aire joven
para ti la luz
encendida cuando te vas
me avisa del día
en que naciste
en tus ojos el sentido de la vida
en tus manos la eternidad
para el buen hechor que descansa
por la noche duermo
pernoctando en ti
arrinconada como cualquier basura
de las calles. Hoy se visten
de limpio para el cielo que las protege
(malditas construcciones que
las construyen): Tú calzas
lentes nuevas y llueve,
o no llueve, es lo mismo porque
la transparencia adoba tu mirada.

jueves, 7 de noviembre de 2013

De la noche a la mañana

De la noche a la mañana

Pienso que no hay otro mundo allí arriba
Más lejano que aquel que contemplan estos ojos,
Donde la Sabiduría nunca se burló del Amor,
Donde la Virtud nunca se sometió a la Infamia.
(Emily Brontë)

El mundo que creamos
ajeno a la naturaleza
nos derrota cada día.
Solo ella nos contempla
como madre imparcial
atenta y justa. Si dolientes,
su indulgencia nos endulzará
el amargor de la mentira.
Si dichosos, bendice
cada nube gris con sus lágrimas,
la tierra se torna tierna,
la luz palidece levando
anclas del velo que nos oculta
lo verdadero.

¿Cuándo dejaremos de actuar
como dioses? Seamos
sacerdotes de la humildad,
nuestro natural límite.

Cuando los hombres construyen
tercos los habitáculos siniestros
de la infamia y la injusticia,
cuando avarientos se desdicen
hasta de la bendición
de haber nacido y reniegan
del dolor de su madre
cuando los trajo al mundo,
entonces la tez cetrina
cubre con su manto de cenizas
la belleza del paisaje luminoso,
nuestros ojos son cenizas,
nuestras manos se deshacen,
nuestras bocas se quedan
mudas del espanto,
gobierna el mundo un imperio
de desdicha. Solo queda el amarillo
pálido de los corazones secos
tan pequeños y arrugados
como aceitunas inmaduras
que ni los pájaros picotean
y caen sobre el desquiciante suelo.

Pero hasta en la infinita tristeza
del paisaje desolado, la esperanza
ríe: los olivos de la paz
no han hecho más que comenzar
su posibilidad de existencia.
La ceniza torna el suelo
más ligero y fecundo.

No desesperes, amado mío,
los dos hemos visto rebrotar
el verde en los terrenos
arrasados por el fuego.

La noche en llamas se sucede,
invariable el hueco azul
apasionado de la mañana
abre su boca y aparece.
 
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