lunes, 8 de julio de 2013

El escudo toscano

El escudo toscano
Este es el poema para amar
lo que no se conoce.

Sobre un sinople de tierra
Siena y tejas que se curvan
Por la mano del maestro
En levantar el skyline
De ciudades sobre colinas.
Nada habrá más
Que un muerto inacabado
Como mi cuerpo añadiendo
Pasos al puente viejo
Y los toldos de las lumbres
Respirando techo, agua,
Barro en un día de verano
Con olor a cañaillas
Y a blancos camarones
Como el mármol blanco.

El temblor volverá
A esculpir las murallas
Lirios de tus párpados,
Tantas esculturas, retratos de hombres
Sin mirada, sin vidrio
Transparente entre la piedra
De sus faces y la carne
De su alma.

Yo sin embargo
Siempre relacionaré
Mi estómago contigo:

Atravieso la medida de las colas
De los pájaros ya yéndome
Me espigo y te vengo
A mi suelo, tuyo eres
Blanco y aquejado
Grande, sin cama
Blanda, blanco
Del numen dentro,
El habitual
Deshielo
Del mármol con forma
Humana.

Sin suelo

Sin suelo

Escribo como pienso.
Solitaria magnificat
Emprende vuelo
Sobre los torquemadas
Y los dependientes de tiendas
De cuadros donde te retratan
Formando parte del grupo
Que no pintan nada ni con óleos
Ni con sintéticos pigmentos
Que asocien el libre canto
Con la justicia de la muerte
De uno mismo
Sobre tantos cadáveres hinchados
Con guata blanca.
De almohadas se visten
Los cielos inconclusos:

Ando
Alejada
Apartando
Actos circunflejos y generosos
Aluviones de metafísica cuantía,
Atravesada,
Atrapada,
Asustada,
Al alabo de ciertos y deshechos.
Ando ensimismada con el tiempo
Asolante de esperanzas.

viernes, 5 de julio de 2013

La Esperada

(Ver foto AQUÍ)

La Esperada

Se emborrachan las ubres
Ebrias de contenido vital
Y calamitoso estrépito
Que los otros pechos proclaman:
Manan leche jerigonza.

Metralla cubierta
De sierpe sabia
La víbora honda, la de la cabeza grande,
Anida bajo los romeros en flor,
Entre las piedras y el polvo,
Pero su piel no se mancha, su líquido
Ubrerino advierte:
Si me pisas, no sabré defenderme
Como del sol que oculto
Con las manos su resplandor
Llagará mis palmas
Abiertas
A la esperada.

Mientras, he construido
Pozos artesianos.

(Sofía Serra. La exploradora)

jueves, 4 de julio de 2013

La encrucijada

La encrucijada

El pánico es producto de la duda.
Me varo a mí misma. Esta inercia
Quietante me traspasa
Hasta hacerme engrudo,
Lisa mojonera, capitán

O chanquetes de la orilla.
Yo, mitocondria multiplicada en tantos pececillos
Como caimanes que se comen
Mis tobillos generosos.
Para la tierra, su ensalmo.
Para la ciencia, su asiento.
Para mí sólo el calvero sea
En esta fotografía tomada desde el aire.
Huyo sin moverme de la cruz
De tierra blanca.

He llegado
Pero no
Sé a donde.

Al río Betis (Gutierre de Cetina)



Al río Betis

Betis, rio famoso, amado padre,
Que con paso tardío
Haces tu curso al mar acostumbrado,
Mientra así oscura está la antigua madre;
Oye en el canto mío
Las quejas de un pastor desventurado,
De un hijo que algún tiempo ha celebrado
(A pesar del grosero y bajo estilo)
del Indo al Tago y del Danubio al Nilo.
Oye pues mi pesar, mi desconsuelo,
Mi temor y mi recelo;
Lleve consigo el viento embravecido
La memoria del mal fiero, rabioso,
Y mientras dura el son de mi gemido,
Llora padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lágrimas van vayan las mías.

Lleve el viento la voz, como se lleva
La mísera esperanza;
El llanto lleva tú, y el sentimiento
Quede solo conmigo, y haga prueba
Si la desconfianza
Pudiese destruirme el sufrimiento.
Mas ¡ay! Que este vencido pensamiento
La fuerza de mi fe, la del deseo,
Lo rehacen de nuevo y lo levantan
Cuando los males más, más me quebrantan
(Haciendo del sentido otro Anteo).
A todo cuanto veo,
Los ganados, las yerbas y las fuentes,
A todos soy molesto y enojoso
A las fieras, al cielo y a las gentes.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías
Do tus lágrimas van vayan las mías.

No quiero perder tiempo en recontarte
Mis pasados ardores;
No pienso recitar viejas historias.
Estas riberas pueden acordarse,
Tus ninfas, tus pastores,
Di mi perdido bien tristes memorias.
Los vencimientos sabes, las victorias
Que Amor hubo de mí, yo de él he habido;
Mas no son estos causa de este llanto;
No fue entonces el mal tan grave
cuanto fue la alteza del bien no merecido
El haberlo perdido,
Y el acordarme de él, sin él agora,
Me hacen de la muerte deseoso;
Pero mientra su daño el alma llora,
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Dos tus lagrimas van vayan las mías.

Bien sé que deste mal la mayor culpa
Querrás atribuirme,
Porque estando tan bien osé mudarme;
Mas si aquella beldad no me disculpa,
Que pudo destruirme,
Baste el hado cruel para excusarme.
No me valió el huir, no el alejarme,
No aprovechó el discurso y la cordura;
No el hacerme yo fuerza resistiendo;
Todo lo fue gastando y deshaciendo
De Amarílida el trato y la blandura.
Quiso mi desventura
Ponerme nuevo yugo
Tan fácil al principio y tan sabroso
Cuanto ha sido después pesado y grave.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lágrimas van vayan las mías.

Contento de mi suerte tal cual era
Por no andar peregrino
Buscando mejor pasto a mi ganado,
Pasaba yo mi vida en tu ribera,
Cuando nuevo camino
Para nuevo pesar me mostró el hado.
De la bella Amarílida avisado
Fui que el amado río atrás dejaba
Libre de sujeción, y que quería
Mudar patria, costumbre y fantasía,
Do lo cual me juró que se alejaba
Por ver que se acercaba
A tus hermosas ondas, do tenerme
Cerca de sí quería y con reposo,
Segura para siempre de perderme.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lágrimas van vayan las mías.

¡Cuántas veces la vi certificarme
Que dejaba aquel río,
Y el Tago, do vivir también podía,
Por tenerme más cerca y por tratarme,
Porque el ganado mío
Gozase su pastor siquiera un día!
Jurar la vi también que ya tenía
De Pisuerga tan libres los cuidados,
Que no dejaba atrás rastro ninguno;
Que deseaba ver paciendo en uno,
Por tus riberas andar nuestros ganados.
Los ardores pasados
Veníamos mil veces acordando
Por hacer el camino más sabroso.
¿Para qué mi dolor voy relatando?
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lágrimas van vayan las mías.

¡Ay, Dios! Si me durara aquel camino
Cuanto dura la vida,
O la vida con él se me acabara;
Si de un trato tan blando y tan continuo
Huia de dar caída
¡Pluguiera a Dios que nunca lo gustara!
Mas, ¿quién creyera tal, quién lo pensara,
Viéndose así tratar tan blandamente?
Quién se vio como yo que no creyese
Que tal contentamiento eterno fuese,
Siendo eterno el autor que el alma siente?
¿Cuál piadoso bosque o fuente
Vimos en el pasar que no haya sido
Castigo de mi bien? ¡Ay qué rabioso
Es el recuerdo, Amor, del bien perdido!
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lágrimas van vayan las mías.

Pisuerga sabe bien que fue testigo
De mi dolor primero,
Si de todo mi mal recibe el pago;
Y si fuere mayor del mal que digo,
También lo sabe Duero.
Tormes lo sabe bien, sábelo Tago,
Que la vieron pasar. ¿Con cuál halago
Me regaló viniendo ora por verte?
Y aún tú, Betis, también viste una parte
De mi felicidad, mientra con arte
Simulaba el engaño de mi muerte.
Pues quien tan buena suerte
Perdió viéndose tal, sin ella agora,
Mira si con razón vive quejoso
Del cielo, del amor de su pastora.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías
Do tus lágrimas van vayan las mías.

No descubrió en llegando las cautelas
Que agora ha descubierto
Por abrasarme más, por encenderme;
Más atenta a pacer sus ovejuelas,
Con mañoso concierto
Se comenzó a tratar y a entretenerme;
Ni mostraba soltarme
Ni dar vida a mi mal ni nueva muerte.
Cuando estaba más blanda y cuando dura,
Yo, que andaba engañado en mi locura,
Todo lo atribuía a la buena suerte;
El nudo estrecho y fuerte,
Que sólo entre los dos ligó Himeneo,
Y en verme en posesión, menos cuidoso
Me hicieron del daño que hora veo.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías,
Do tus lagrimas van vayan las mías.

Agora ni me trata ni entretiene
Ni mi vivir le agrada,
Antes huye de mí como de fiera;
Y si donde yo estoy acaso viene
Se muestra tan trocada
Que no parece ser la que antes era.
No la puedo entender ni sé qué quiera;
Lo mesmo que me hiela, eso me enciende,
Y lo que más me ofende
Es no saber de qué se satisface.
Eso es pues el dolor fiero, rabioso,
Que en llanto me consume y me deshace.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías
Do tus lágrimas van vayan las mías.

Betis, río famoso,
Recibe esta canción en tus honduras,
Y mientras lloro aquí mis desventuras.
Llora, padre piadoso,
Y si el tributo usado al mar envías
Do tus lagrimas van vayan las mías.

(Gutierre de Cetina)

Esta entrada fue publicada por primera vez en "La fuente" el 18 de Junio de 2012.
 
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