viernes, 12 de marzo de 2010

El tiempo, que es nuestro compañero



De izquierda a derecha, Eva, Margarita y Sofía. Sevilla, Abril de  1967 aproximadamente. Lugar: azotea de la casa de los abuelos paternos, posterior hogar de Sofía y su familia.

De izquierda a derecha, Sofía, Margarita y Eva. Sevilla, Diciembre 2009. Lugar: actual residencia de Sofía y su familia, habiendo sido antes la misma casa residencia de Eva y la suya.
Casi medio siglo nos contemplan a mis hermanas y a mí.


Sinceramente, no sé a qué viene tanto miedo por parte del ser humano por el paso del tiempo. Ya me declaré compañera del mismo en algunos poemas míos. Su paso pone todo en su lugar, crea la sonrisa y calma los dolores. No es el tiempo el que los produce, sino  la sevicia humana en la relación con sus semejantes, y hasta con su propio entorno, el desencuentro del ser humano con el otro, y hasta con su propio cuerpo, con su propia naturaleza de ser vivo, por la cual nace, vive y muere, la incongruencia con lo que somos, tiempo también, no sólo "anchos", "altos" y "profundos",  la permanencia de las duras costras de la soberbia y el miedo ante el espejismo de la muerte del yo en la entrega al otro como reflejo fantasmal del miedo a la muerte de verdad, que es sólo natural suceso. 

El tiempo actúa como un bálsamo hasta en las más duras condiciones físicas. Sólo el paso del tiempo hace que el dolor de una artrosis se llegue a asimilar como parte del mismo organismo y por tanto a aprender a vivir con él. El tiempo es la representación exacta de lo verdadero en este orden ajeno y extraño en el que el ser humano se aposenta cuando pone los pies en esa corteza  de la perversión de los valores primigenios sustituyéndolos por los establecidos, que normalmente, como decía, derivan de las conflagraciones inútiles del otro contra el otro, y del hombre contra su misma solvencia de ser natural y vivo. El hombre, "loco", o desmemoriado, el "bello" durmiente, ante el paisaje desolador que él mismo "ve" en su ceguera, olvida el fluir natural de todo lo verdadero. 

Pero llega el "instante", siempre aflora porque siempre hay alguien peleando contra esa costra. Son los "ojos" fluviales,  a modo de lagunas emergidas  como ventanas a la visión del real paisaje de la esencialidad, ese tiempo que es nuestro verdadero ser. El tiempo, nuestra cuarta dimensión que siempre olvidamos saber contemplar. Desde que Euclides estableció la geometría, y a pesar de haber  gozado ya de la portentosa visión de un Einstein, seguimos negándonos a contemplar a esta cuarta dimensión tan nuestra  y bondadosa que es el tiempo.

Sólo la física actual, ciencia,  y  la poesía, arte, han logrado abrir los ojos, romper esa dura corteza fósil y anquilosada y lograr contemplar la verdad de ese río subterráneo que a todos nos hace y, por tanto,  beneficia.

Seamos todos compañeros del tiempo, nuestro amigo perenne, siempre leal si lealmente nos comportamos con lo que somos: seres vivos en cuatro dimensiones, ríos, rompamos la costra dura diariamente para no olvidar lo realmente verdadero, y por tanto lograr sonreir con felicidad en nuestros rostros.

No nos quejemos, luchemos contra esa costra. Si es que queremos vivir felices, claro.

martes, 9 de marzo de 2010

Con meridiana claridad


 Título de la fotografía: Meridana claridad


No hay poeta nocturno


Cuando atisbé el crepúsculo/
me asaltaron las horas de las fiebres./

Desde que te cuido, las auroras me parecen más lejanas./
Desde que velo por ti, los serenos sones de las olas/
retumban en mis oídos:/
zumban, zumban como abejas sobre las corolas./
No atormentes, deja que se mezan esos varales al son de la primavera que nunca deseo para mis hijas./
Son crujientes amapolas cargadas de estío./
Las semillas, sólo a sus semillas dejo correr por la palma de mi mano:/
viento salubre, tierra dura/
sin agua ni hendiduras propicias,/
regencia de lo impredecible./


Se duda alguna vez en la noche, si el sueño sí,/
si no,/
si ese sudor que nos empapa (¡cómo?, ¿siendo invierno?)/
es sólo frío que se nos ha disuelto para forjar la pulsera que lucirá, templada,/
la muñeca leve de la primavera./


Tan lejos de mí que no sé cómo ahuyentarte./
tan cerca que me comprimes./


Una vez más me sorprendes sabiendo que existe la rosada aurora./
De ti a mí germina en el lodo azul/
el velamen de este sueño/
que es potencia precursora/
de mundos nuevos, sonata de levante, rosa de verde manto,/
tu encuentro, el deslacrado sello y la rosada garganta abierta al aire./


Rumbo sin mirada, sólo acontecer de brisa fresca,/
amanecer con el vuelo de estos brazos lentos, pesados,/
emplomados por las otras letras./


No es que el sol salga,/
es que la tierra asoma/
su rostro a la luz que comienza a caminar por el sendero de la mañana./


No hay poeta en la palabra si no hay poeta en la vida./

Sofía Serra, Marzo 2010

Del libro al aire

Del libro al aire

Pasados ya los vientos huracanados,/
el depósito se nutre/
del libro alojado en la arena quieta del conocimiento/
de aquellos a los que la luz sólo de la esfera radiante llega,/
o de las estrellas./
Los más pobres se alimentan del breve oxígeno que los más ricos resolvemos no extinguir./

Suerte, suerte tú que con sólo tu boca abierta/
alimentas a la atmósfera con divinas emanaciones/
de ser humano lejano y herido por las lanzas de los posesos./

Mi cantar se hará eléctrico para los sedentes,/
descarga de ejecutoria sentencia de muerte, quizás,/
pero para ti será ya/
siempre mi canto vivo a plena luz,/
sol del día:/
que con la fragancia del mar penetre hasta tus pulmones,/
que lo halles entre los cascotes de los solares construidos por las bombas/
y en la sangre de tu madre apedreada,/
en la bala con la que maniataron a tu padre/
o en el muñón que la mina entretejió con las venas de tu carne tierna./

Que no existen las ausencias,/
que el suborden de todo lo que te maltrata/
es presencia de amor, de casa,/
de madre con ríos de agua fresca/
chorreando por su rostro tras el baño en la poza cristalina y de padre con una azada en sus manos./

Y la tierra, la tierra siempre latiendo/
bajo esos cascotes de muerte, la tierra/
con sus oreadoras lombrices y sus fértiles minerales,/
siempre la tierra permanece./
Viva espera la lectura de tus ojos/
ahora que la has sembrado con el peso alado de tu pierna./

Sofía Serra, Marzo 2010 (Del bestiario de los inocentes)

jueves, 4 de marzo de 2010

Correo intercambiado con funcionario del ministerio del interior

 

Título de la fotografía: De rosadas auroras


Resulta algo kafkiano, lo comprendo, pero también esperanzador (es lo bueno de este medio). Explico por situar brevemente:
Copio respuesta que he dado hoy, literal. Llega tras dos correos de respuesta "suya" (no sé con quién hablo) a una pregunta mía solicitando información sobre si existe posibilidad de "oficializar" la autoría de unos blogs, es decir, dejar constancia legal de que lo que está escrito allí lo he escrito yo, vía certificado digital o cualquier otro medio. Esta persona se ha portado, pues como la mayoría de buena fé esperamos, como un verdadero ser humano en su papel de funcionario público, facilitándome información y al final diciéndome que, efectivamente como preveía, no hay forma posible de hacerlo, y como no la hay, que simplemente tuviera "cuidado".
Le estoy muy agradecida, sea quien sea. Ojalá en todos personas encontráramos la misma disponibilidad humana.
Hago esto porque siento la necesidad de explicarme en la medida que puedo. Faltan muchos matices por explicitar, pero espero lograr hacerlo en algún momento.

Mi respuesta:

Se lo agradezco muchísimo, pero a mí no me importa que me copien mis poesías, mientras no se hagan millonarios con ellas, claro...:)), y todos sabemos que la poesía no da para eso.
Mi intención es algo más compleja, o parte de apreciaciones muy subjetivas. En la actualidad, nadie reconoce el concepto de autoría sino pasa por tener un ISBN, es decir, una publicación en papel, o e-book, con todo lo que ello implica. El mercado está tan saturado que da verdadero asco. Es normal, hoy en día gracias a dios cualquiera puede escribir, no hay analfabetos, y por un módico precio cualquier puede publicar, lo que me parece muy bien para quien desee eso, sentir que tiene un libro publicado. Yo ya tuve uno, el de mi tesina hará veintitres años, un hijo y más de mil árboles sembrados... nada ni nadie va a quitarme el privilegio de saber que un poema lo he compuesto yo por mucho que lo copien, y la poesía que hago, o si la hago, es por eso, para el hombre, para los demás. No escribo para mí.
Publicar en papel hoy en día para alguien desconocido es tan fácil como fumarse un cigarro ( o más) pero yo creo que el público merece un respeto, los lectores, el resto de los seres humanos, cierto criterio, cierto filtro. Los filtros los dan los críticos. Los críticos no consideran autores a los que sólo "publicamos" sin papel, sin fijarse para ello en calidad o no. Puede haber publicada en papel una porquería porque así lo ha querido su autor previo pago a tal editorial (yo las llamaría a algunas encuadernadoras o imprentas) nueva dedicada a ello, y ya, es considerado autor, y por tanto susceptible de crítica, cita, etc. Sin embargo, alguien que tiene su obra a la vista de cualquiera, más o menos, simplemente por no estar en papel, o en e-book, no es considerado autor.
Pues vale.
Eso lamentablemente es con lo que nos encontramos hoy en día.
Antiguamente tenía sentido una autopublicación, menos medios, ¿pero hoy?
No quiero contribuir con mi pretenciosidad a saturar más un mercado, que no es sólo mercado, es cultura, no quiero volver más loco al lector, porque yo como lectora ya lo estoy. Sólo hay voces, todos queremos decir algo, eso está bien, pero dios mío, ¿y el poquito de modestia, de pudor, de respeto a los demás, de HUMILDAD?
¿Cómo nos contemplarán los que nos estudien en décadas posteriores?. Será para partirse de risa al vernos. Yo hoy lloro de vergüenza ajena. Estudié Historia, Historia del Arte.

Los certámenes no hay por donde cogerlos, aunque no dejaré de enviar, creo. "Hoy" al menos, no.
Seguiré subiendo mis poemas porque para eso los escribo, para los demás, ahí no ocupan lugar, no entorpecen y siempre serán susceptibles de ser encontrados. Es autopublicación pero sin molestia a nadie, y con todos los hándicaps.
Después de muchos años en ello, creo que es la única forma de encontrar cierta paz con todo esto que hay montado. No se puede imaginar. Es para volverse locos, para alguien que de verdad cree en la poesía y en el arte es para volverse locos.
Y no quiero terminar estándolo, como veo que el mundo que gira en torno a todo esto lo está.


Gracias de todo corazón
Un abrazo


Sofía Serra

(4 de marzo de 2010)
 
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