Desquiciada
Qué es la puerta, ¿cierre o abertura?
la voz de la imprimación
me proporciona puertas
vueltas del revés. Sujetan
los candados las bisagras,
se cierran y abren
al pairo del viento
de ningún sentido
norte o sur. Por el este
sale el sol
en un mundo redondo
y volumétrico.
Pero, ¿y en el plano
de la puerta meditabunda,
de la puerta siendo?
se alabea ante tanto
vaivén en el vacío.
Sin cabeza urde
a golpes
sobre ningún quicio.
jueves, 2 de octubre de 2014
miércoles, 1 de octubre de 2014
El hombre prodigioso
El hombre prodigioso
Ver-B-alimentar,
Concluir como segundo
Dado
En el juego del seguro
Azar,
Amar,
Alzar
Los vestigios como significantes
DAR
Por sin-
Ceros tus silencios,
Obstruir toda cúpula
Si-
n bases
Si-
mientes y el huerto
Se hace en el muerto
Del barB-hecho.
Ver-B-alimentar,
Concluir como segundo
Dado
En el juego del seguro
Azar,
Amar,
Alzar
Los vestigios como significantes
DAR
Por sin-
Ceros tus silencios,
Obstruir toda cúpula
Si-
n bases
Si-
mientes y el huerto
Se hace en el muerto
Del barB-hecho.
lunes, 29 de septiembre de 2014
Incineración
Incineración
Porque tú no necesitas nadie
te reclama el doble
de tu peso, mi son
de tu alba, tu lumbre
destruida por las gotas
celestes humos airean
la doble vida de tu fuego:
voy a caminar un tiempo
junto a dios, que no es suyo
ni de mí, él me descontará
algunos pasos puede
que hasta sus silencios
me llenen de huellas
y logre yo eludir las míos,
callar los tuyos estremecer
al caos ardiente de deseo
de sí mismo puede
que hasta se obstaculice ese dios
en el que no creo creyendo en mí:
Nos despoblamos de nosotros,
¿qué es la muerte
sino sino
de abandono deseante?
Porque tú no necesitas nadie
te reclama el doble
de tu peso, mi son
de tu alba, tu lumbre
destruida por las gotas
celestes humos airean
la doble vida de tu fuego:
voy a caminar un tiempo
junto a dios, que no es suyo
ni de mí, él me descontará
algunos pasos puede
que hasta sus silencios
me llenen de huellas
y logre yo eludir las míos,
callar los tuyos estremecer
al caos ardiente de deseo
de sí mismo puede
que hasta se obstaculice ese dios
en el que no creo creyendo en mí:
Nos despoblamos de nosotros,
¿qué es la muerte
sino sino
de abandono deseante?
sábado, 27 de septiembre de 2014
A mi sombrero
![]() |
Título: Autorretrato a cara descubierta. En "Meridiana claridad" |
![]() |
Título: Campera. En "Meridiana claridad" |
A mi sombrero
Una voz con muy poco tiempo
me habla de nueva ultranza,
un más allá de rostro lento,
una continua confianza
en el suceso silencioso,
en la mesura, la distancia
que por bien de la ligereza
transita sobre esta muda,
esta piel ya de vuelta
de aquella estrecha circunstancia
donde nos vimos abocados:
como el mar se hace pequeño
cuando a mis pies se aviene,
moja y venga todas las durezas
con sus leves caricias,
siendo tan potente
y tan grande, no me asusta,
así te vengo yo y vienes
al gozo de mis sienes
cuando menos lo espero.
Sin disgustarme.
Como el vino, con tilde
que elido. Como bebo
para ti, sin acento.
(Nota al margen: No puedo retratarlo nunca a él solito porque siempre lo llevo puesto, ;))
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Camino de la muerte a los 50
Camino de la muerte a los 50
Al tiempo, que es nuestro compañero.
Qué mal tiempo
compañero has sido,
el camino de tus cincuenta y uno,
a rastras te he llevado
unas veces oyéndote doler
otras tú durmiendo
las más contemplando
tu descanso justo
sobre las cacteras de la senda
que me ibas señalando: sus púas,
las alimañas escondidas,
muertas y hasta vivas, no niego
que con el regalo
de alguno de sus frutos,
los higos chumbos, tan dulces.
Pero tan breves y costosos
de recoger.
En este hito de tu asiento
dudo de mis fuerzas
para hacerte caminar,
comprenderé que te duermas
y me abandones, o mejor,
sabré dejar de comprender,
que es mi muerte,
bien sé
que tú no me necesitas
para seguir andando.
O descansando.
Te habrás quitado un nombre de encima.
No sé si de Sofía al completo
o de Sofía con cincuenta años,
pero en este momento que es tuyo
también me importa nada
lo que tú te quites de peso.
Soy yo la que te abandono.
Duerme sobre el dolor
cuanto quieras.
Yo me aligero con mi muerte
a tus cincuenta años
de mi nombre.
Al tiempo, que es nuestro compañero.
Qué mal tiempo
compañero has sido,
el camino de tus cincuenta y uno,
a rastras te he llevado
unas veces oyéndote doler
otras tú durmiendo
las más contemplando
tu descanso justo
sobre las cacteras de la senda
que me ibas señalando: sus púas,
las alimañas escondidas,
muertas y hasta vivas, no niego
que con el regalo
de alguno de sus frutos,
los higos chumbos, tan dulces.
Pero tan breves y costosos
de recoger.
En este hito de tu asiento
dudo de mis fuerzas
para hacerte caminar,
comprenderé que te duermas
y me abandones, o mejor,
sabré dejar de comprender,
que es mi muerte,
bien sé
que tú no me necesitas
para seguir andando.
O descansando.
Te habrás quitado un nombre de encima.
No sé si de Sofía al completo
o de Sofía con cincuenta años,
pero en este momento que es tuyo
también me importa nada
lo que tú te quites de peso.
Soy yo la que te abandono.
Duerme sobre el dolor
cuanto quieras.
Yo me aligero con mi muerte
a tus cincuenta años
de mi nombre.
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