A una letra manuscrita
tras leer la garganta
se hace un nudo
entre los trazos y la certeza
de tu posicionamiento
sobre los renglones.
El papel practica ausencias
que me llaman a convidarte
al misterio de la vida,
la letra o la tuya confunden al autómata
impasible yo me asumo y sumo
tu porte de generoso ente plenario
de dádivas que otorgas,
aunque se te pida.
Una caligrafía
que es un mundo
que eres tú.
viernes, 6 de diciembre de 2013
miércoles, 4 de diciembre de 2013
mi noche
mi noche
todo más denso
cuando la espada vuelve amor.
Todo más lleno y libre,
libre, sí, como un astro
de aire azul, libre nube blanca
sólo dueña suya
y de algún viento que la meza,
suave y ondina vigorosa,
decadente mar, posible lluvia,
sensación del bien y tus labios
mirando el celeste aguacero
de la dicha.
porque yo creo en tú
y el beso no dado y el por dar
cedidos a ese tierno mundo
que es tu forma de mi mundo
de mi amor,
la posibilidad de ser
en ti.
El habitáculo blanco
se detiene humeante
de chirrido de estrellas.
Vuelven difusas las cosas
en los oídos de la lumbre
de mi alma, tu alma,
veneración de dioses,
los halcones se posan a escondidas,
nadie les hace ruido,
nadie los mata, nadie osa
descomponer el silencio vital,
la muerte ajada,
ya tan fea y antigua, se duerme
a descansar,
la rosa nace desde la promesa
del tallo verde
un brote, una alegría
futura y mientras
lo verdadero, la ilusión,
la espera, el manantial
del alma, mi alma, y dios
dice que la tuya.
todo más denso
cuando la espada vuelve amor.
Todo más lleno y libre,
libre, sí, como un astro
de aire azul, libre nube blanca
sólo dueña suya
y de algún viento que la meza,
suave y ondina vigorosa,
decadente mar, posible lluvia,
sensación del bien y tus labios
mirando el celeste aguacero
de la dicha.
porque yo creo en tú
y el beso no dado y el por dar
cedidos a ese tierno mundo
que es tu forma de mi mundo
de mi amor,
la posibilidad de ser
en ti.
El habitáculo blanco
se detiene humeante
de chirrido de estrellas.
Vuelven difusas las cosas
en los oídos de la lumbre
de mi alma, tu alma,
veneración de dioses,
los halcones se posan a escondidas,
nadie les hace ruido,
nadie los mata, nadie osa
descomponer el silencio vital,
la muerte ajada,
ya tan fea y antigua, se duerme
a descansar,
la rosa nace desde la promesa
del tallo verde
un brote, una alegría
futura y mientras
lo verdadero, la ilusión,
la espera, el manantial
del alma, mi alma, y dios
dice que la tuya.
La lógica del siete (Soltando lastre III)
La lógica del siete
Tú no me rechaces, me dices tras seis llamadas que no he querido atender. Yo rechazo cualquier asomo de descortesía y falta de educación, la confusión de la sinceridad con lo zafio. Tú no diferencias, te falta vista para distinguir el matiz. La forma en el decir.
Dar para obtener ha sido siempre tu negocio. Pero no el mío. Has conseguido un rédito: cariño, compañía, conocimiento. Todo lo que necesitabas con desesperación. De nada te han servido. Ahora ya puedo rechazarte.
Y engañarte a la séptima. Lo lógico.
Tú no me rechaces, me dices tras seis llamadas que no he querido atender. Yo rechazo cualquier asomo de descortesía y falta de educación, la confusión de la sinceridad con lo zafio. Tú no diferencias, te falta vista para distinguir el matiz. La forma en el decir.
Dar para obtener ha sido siempre tu negocio. Pero no el mío. Has conseguido un rédito: cariño, compañía, conocimiento. Todo lo que necesitabas con desesperación. De nada te han servido. Ahora ya puedo rechazarte.
Y engañarte a la séptima. Lo lógico.
Soltando lastre II
Soltando lastre II
Lo ilógico I
Lo ilógico II
Lo ilógico I
La niña no es torpe, por más que algunos hayan encontrado en esa expresión la justificación para todas las meteduras de pata que ha cometido en su vida. La niña no es torpe. Es lista para otras acciones: sabe recordar donde su madre guarda el cuaderno azul el mismo día de su muerte. Después se va a la calle con la zafiedad como compañía. La niña no es torpe, solo le faltan dos, o tres, niveles de neuronas en su corazón. La niña tiene un problema de enamoramiento mal resuelto y una absoluta falta de respeto por sus mayores. La niña quiere independencia a la casi vejez, ella, que trabaja solo con personas dependientes. La niña no es capaz de observar que su madre se muere, así que la hace enfrentarse al posible abandono en vida. La niña no es torpe, la niña es una mujer acostumbrada a cobrar por cuidar a mayores. No necesita corazón, o le queda muy poco de él. Ese poco que da vida y alas al egoísmo y a la cerrilidad. A lo dañino. A lo ilógico.
Lo ilógico II
La mujer no es torpe. Sólo se mete en camisa de once varas, y claro, se le queda grande. Las mangas se le relían alrededor del cuerpo, no consigue sacar las manos por la abertura de los puños, y así se ve, atada de manos y casi de pies. Pero según todos los indicios la culpa la tiene la modista que hizo la camisa. Claro, que a la mujer no se le ha ocurrido pensar que antes de comprar la camisa debería haber mirado la talla. Ahora nada encaja. Lo pertinente, lo consecuente, lo lógico. Pero la culpa, según la editora, sigue siendo del taller de confección.
La nulidad en el silogismo. La falta de previsión. Pero la editora no es torpe, no, no lo es. Solo se compró una camisa bastante mas grande que su diminuto cuerpo. Lo ilógico.
Mi primer poema (Soltando lastre I)
Mi primer poema
Me parecía exactamente tan bonita como las únicas flores del campo que yo identificaba a mis tres años: una margarita. Un brillante sobre la tierra, un botón florido como lo de los vestidos de las muñecas, una joya como las del cofrecito de plástico donde guardaba los abalorios de niña. Una margarita morena y viva con pétalos rizados como su pelo, una caracola del mar entre el pulcro de la sabanita del capazo. Llegó mi madre del hospital, la vi, y no pude reprimirme al contemplarla extasiada ante la belleza: "¡Margarita, que se llame Margarita como las flores del campo!" Y así, recité mi primer poema.
Hoy ya lo concluyo. La suelto y que se las apañe sobre esa orilla. Ya no es asunto mío. Hay que dejar volar a los poemas. Y sobre todo no consentir en que marquen la vida de la propia autora.
Una cosa es la vida y otra la poesía, tal como le decía a mi madre en esa dedicatoria que ya no recordaba. Nunca recuerdo mis propios aciertos.
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