No conseguimos desmembrarnos como estrellas
florecer los lilos. En otoño
nos tocaron los testículos tantas veces
que al final perdimos la sensibilidad,
El escroto fue endureciéndose
y ahora no hay quien nos abra.
Me-ti-cu-lo-sa-men-te
me despego de mí. La vida es breve y falla
mi oído, ya no te veo
verte y verte venir
como un pozo de alumbre
descarnado y jubiloso
te contentas sobreviviendo
al hilo.
Terminar nos construye
dejar todo inacabado,
fallecer en el síntoma.
Las peinetas de algunos gozos
sembraron las madreselvas.
Tu cuerpo tan vacío de estrellas
como el mediodía de enero, el frío.
Pero yo quisiera inventar un nuevo calendario.
En tu sálvame te abres
como los lirios de febrero,
honesto y fiel como una balanza
de aire. Hasta el mosquito más minúsculo
encontraría su medida en el diagrama
de tus pesos.
Comprendo que te reserves
del mundo. Solemos pesar
y no pensar
como elefantes.
El lirio vuelve a levantarse
tras el peso a plomo,
pero sus pétalos ya se han vuelto
transparentes.
Y no hay más febreros en el año.
Ni abriles, ni mayos,
ni tampoco septiembres.