domingo, 25 de agosto de 2013

Ahora los muros




Quiero irme al campo a vivir. Lo deseo con casi toda mi alma. Pero sé que aún no ha llegado el momento. Esta es la segunda oportunidad que tengo para poder hacerlo bien. Ahora comprendo que en la primera me precipité, me precipité o no estaba preparado, el resto del mundo. Quizás por eso se volvió en contra. Y con el mundo en contra, una vivencia casi paradisíaca terminó tornándose en hecatombe psicológica.
Hasta qué punto me adelanto. Hasta qué punto se retrasan. Hasta qué punto cualquier pensamiento, deseo, intuición, práctica individual, no pertenece tan sólo al individuo. Se concatenan las reacciones del rededor hasta convertir una decisión en casi crimen con su respectivo castigo.
¿Castigo?, hasta qué punto si no hubiera sido por aquella decisión, no me encontraría ahora con este deseo que es casi fuego interno de estar viviendo en el campo.
Allá escribo todos los días sin ordenador ni plumas ni papel. Mi mente es la página en blanco. No queda registro salvo en las abstracciones de mi alma. Los tordos no me dejan viva ni una sola suculenta de las que siembro. Son tordos. O tardos, o prestos ladrones estos pájaros, que no son pájaros-pájaro como decía Bambi.
Como no lo eran los otros ladrones. Entraron pensando encontrar Jauja, el palacio de las mil y una noches, cuevas con baúles repletos de monedas de oro y piedras preciosas: pero sólo encontraron un cuchitril. La conversación por escrito que el segundo de la banda mantuvo con su superior así me lo confirma. Cuchitril. Un cuchitril.
Allí aprendí a construir pozos artesianos. Y a mantenerlos. Hay tantos hoy que mi paso sobre la costra se convierte en el paseo por la esencia, nado en el río sin sombra ni cauce. El sueño que tuve en el 2003 así me lo pronosticó. Ahora he llevado el agua hasta arriba. Me falta poder distribuirla, hacerla llegar a esos lugares donde puede resultar especialmente valiosa. Después de taladrar la costra dura de la nomenclatura estoy aprendiendo a horadar los muros que los hombres construyen sobre ella.
Hay que llevar el agua, hay que llevar el agua. Taladrar los muros.
Nunca pensé que podría con la potencia de semejante herramienta. Ya no le temo.
Ahora ya tengo agua corriente en mi propia cocina.
A lomos del infierno construyo mi propio poema, mi poema para mí. Un grifo.
Un grifo con el que poder limpiar los alimentos.
También mis manos.

miércoles, 21 de agosto de 2013

sorda en el extravío

sorda en el extravío

Los hombres buenos tiraron
por la calle de en medio
y a mí me dejaron en el arrabal
de las luces inventariadas
y probablemente fundidas.
Las calles negras y amarillas
(debo reconocer
cierto fulgor anaranjado
producto de algún matiz rosa
que mis ojos añaden)
ventriculan
el escenario perfecto
de pesadilla pegajosa,
ni el tiempo tiene fuerzas
para desembarazarse de ella,
a pesar de la presencia
de soldados votivos,
uno a uno
los fui disponiendo
a su alrededor.
No existe guerra posible
entre el aire y mi alma.
Mi cuerpo me estorba
para matar al ángel hollín
de la suerte estéril y llena
de orugas con pelillos
urticantes.
la procesionaria de mis lamentos
se hace cuerda del presente.

Pero no oigo el tic-tac.

martes, 20 de agosto de 2013

Despertar arqueológico

Despertar arqueológico

Apenas tener nombre de hueco
o suma de melancolías
que se escalonan unas
sobre otras se admiten
pisándose los talones
hasta que forman la falsa
bóveda o cúpula del túmulo
enterrado con su verdadero
túnel abierto al campo claro
del día. me vi en la yerba
blanca del agreste agosto
meditando sobre la máscara
agamenónica de tu fecunda
risa, tu ara votiva a la alegría
de la mañana.

Despertar y estremecer
al calor, la calle, aun negra
y naranja, me avisa
de tu urgente destino de hombre
feliz y en calma,
como los amantes esposos
etruscos retratados
en su tumba.

lunes, 19 de agosto de 2013

El poeta

El poeta

En el fondo— qué fondo, ese fondo,
el de la taza del té—, el poeta
es un ente minúsculo-minúsculo,
arrugado y pequeñito como una bolita
de papel de seda. Anhela el agua
para poder expandirse, ser todo
él sin dobleces que lo hieran,
no importa que, de más, se deshaga.

domingo, 18 de agosto de 2013

mes-escato-lógico

mes-escato-lógico

Un mes crucifico
aunque ya no tiene brazos.
Se los arrancaron todos
camino de la gran vía del otoño
y la niebla prematura
de estrechas sienes.
Ahora fatiga el viento
su rostro de molino
gigante con boca de piñón
enlutado y ojos asimétricos
y pequeños. Lo dejaron solo
encima de la loma,
enquistado en la dureza
de la piedra entre yerbas secas
de harina y soldados
de polvo haciendo mutis
por el foro cuando la reina
lluvia se digna aparecer
escandalizando al suelo.
Agosto me extraña
en su soledad de quicio,
y yo me vengo odiándolo,
¿cómo se puede amar un mes?

No hay sistema con cerebro
ni brazos ni piernas, no hay
sistema malo o bueno
para nuestras fenómenas
preces. Sólo tú, o yo, individuos
de tomo y lomo y pan, abrimos
el hambre a la culpa.
Y al calor de este agosto
que se venga
y se aviene
agostando mis sacies.
Allá en la loma del año
me tumba las sienes
que ahora abandono
a su ancho reproche.

Si una sanguijuela puede secar una vida,
¿qué no podrá agostar un ser humano?
 
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