viernes, 14 de septiembre de 2012
Carlos Verdecia y su Productividad
Productividad
Quedé maravillado
cuando aquella mujer se me colgó del cuello
y comenzó a demostrarme con el detalle
elocuente de la práctica (hacía un momento
acababa de explicármela en teoría)
su asombrosa tesis
sobre la productividad del beso.
Y así,
estrujando su boca contra la mía,
me fue ilustrando
sobre el aprovechamiento óptimo de la lengua,
el máximo rendimiento de los labios superior
e inferior,
el empleo de dientes, cielo de boca y frenillos
en su categoría de medios básicos,
el cálculo preciso de la tasa respiratoria
y el ahorro normado del insumo de saliva.
Eso,
dentro del mínimo tiempo
del amor.
(Carlos Verdecia. La escalera de incendios. Colección CRAN Poesía. Madrid, 1995)
Cordura
Cordura (Viernes, 8.30 de la mañana)
(Sofía Serra, De Solenostemon)
Los niños pasan por la calle camino del colegio. Ellos no saben que el mundo está loco, que sólo los van a enseñar unos locos, que sólo los van a formar para poder soportar la locura de este mundo cada vez menos cuerdo, y, con algo de suerte, para ser unos locos más locos que los que ya están.
Yo estoy segura hoy de que no formo parte de este mundo. Yo no tuve la suerte de esos locos de hoy.
El pasado viernes tuve la misma sensación al salir a por los recados. De pronto la gente había vuelto de las vacaciones. Y de pronto me encontré con un mundo sólo poblado por locos.
Me gustaría formar un club por la cordura, ¡una fundación por la cordura!... ¿alguien me presta los XXXXX euros que necesito para llevar a cabo el proyecto?
Prometo devolverlos con intereses y el beneficio de un mundo más cuerdo.
(Sofía Serra, De Solenostemon)
Partida
Partida
Vengo a recordar la venta
del mensaje.
La hormigonera registra
Los bramidos de tu hombría.
No hubo negación
De tu varonil muerte.
La masacre descansa
Sobre pilares de blanda argamasa.
Descerebrados el mito y la joya
Sitúo sobre mi mesa
De jaspe reluciente
Tu retrato.
A estas alturas de mi diosa interna
Reclamo mi trozo de partida,
La salida que me pertenece.
Estoy dispuesta a compartir
Pero sólo cambio
Hielo.
Quién nos ocupa que me vendo
Por dos míseros reales
Ojos, uno para tasmearla,
Otro para pintar la
Verónica de tu ensalmo
En el rostro cautivo.
La luz se ablanda
Como un canal lechoso.
Es tu nombre.
Una grada insomne,
Mi diosa interna
Que se agranda
Fría.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Vengo a recordar la venta
del mensaje.
La hormigonera registra
Los bramidos de tu hombría.
No hubo negación
De tu varonil muerte.
La masacre descansa
Sobre pilares de blanda argamasa.
Descerebrados el mito y la joya
Sitúo sobre mi mesa
De jaspe reluciente
Tu retrato.
A estas alturas de mi diosa interna
Reclamo mi trozo de partida,
La salida que me pertenece.
Estoy dispuesta a compartir
Pero sólo cambio
Hielo.
Quién nos ocupa que me vendo
Por dos míseros reales
Ojos, uno para tasmearla,
Otro para pintar la
Verónica de tu ensalmo
En el rostro cautivo.
La luz se ablanda
Como un canal lechoso.
Es tu nombre.
Una grada insomne,
Mi diosa interna
Que se agranda
Fría.
Sofía Serra (De Solenostemon)
jueves, 13 de septiembre de 2012
Medusa
Medusa
Nadie me ha regalado un ramillete
De flores que llevarme al pecho.
No sé, la vida
sucede tantas ocasiones
tan injusta con las diosas
que no son de mármol…
Pero en Carrara triunfé.
Me aplastaron la ingle
Como una lengua de sapo.
El príncipe afiló su cincel
Y el bloque de una tonelada
Se desprendió de la cantera
Limpia y mansamente.
Entonces llegó Miguel Ángel y
Encontró a su David
Y su fama.
Pero tampoco nunca me regaló un ramillete
De flores.
Siempre estoy sola,
Y aún no sé
En qué consiste la soledad
Salvo en estar
Sola.
Algo descabellada —cada vez menos
Sierpes me quedan—.
Y hacerles Arte con mi mirada.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Nadie me ha regalado un ramillete
De flores que llevarme al pecho.
No sé, la vida
sucede tantas ocasiones
tan injusta con las diosas
que no son de mármol…
Pero en Carrara triunfé.
Me aplastaron la ingle
Como una lengua de sapo.
El príncipe afiló su cincel
Y el bloque de una tonelada
Se desprendió de la cantera
Limpia y mansamente.
Entonces llegó Miguel Ángel y
Encontró a su David
Y su fama.
Pero tampoco nunca me regaló un ramillete
De flores.
Siempre estoy sola,
Y aún no sé
En qué consiste la soledad
Salvo en estar
Sola.
Algo descabellada —cada vez menos
Sierpes me quedan—.
Y hacerles Arte con mi mirada.
Sofía Serra (De Solenostemon)
miércoles, 12 de septiembre de 2012
La luz de los días
La luz de los días
Ya los gavilanes se sumergen
En el río de las horas.
Romper el tiempo siempre
Fue lo nuestro, aunque construir
Catedrales no se nos diera
Bien sabemos
Hacer el amor entre sus pilares
y la luz de las vidrieras
y la piedra nos tallan
Como flores maduras
Que robustecen el estallido
De los transparentes en otoño
Y jamás me sonrió la suerte.
Aunque el membrillo, sí.
Ahora que los árboles
Se desnudan columpio su ocaso
En tus pupilas tú me ves
Como si nunca me hubieran mirado
Como un árbol desnudo
De córvidos azules y voces pasajeras
Como la suma del bien
Y tu longitud de hombre libre
Como un árbol desnudo
Y mi latitud de mujer
Como un árbol desnudado
Con sus hojas
Ya transparentes
Somos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
Ya los gavilanes se sumergen
En el río de las horas.
Romper el tiempo siempre
Fue lo nuestro, aunque construir
Catedrales no se nos diera
Bien sabemos
Hacer el amor entre sus pilares
y la luz de las vidrieras
y la piedra nos tallan
Como flores maduras
Que robustecen el estallido
De los transparentes en otoño
Y jamás me sonrió la suerte.
Aunque el membrillo, sí.
Ahora que los árboles
Se desnudan columpio su ocaso
En tus pupilas tú me ves
Como si nunca me hubieran mirado
Como un árbol desnudo
De córvidos azules y voces pasajeras
Como la suma del bien
Y tu longitud de hombre libre
Como un árbol desnudo
Y mi latitud de mujer
Como un árbol desnudado
Con sus hojas
Ya transparentes
Somos.
Sofía Serra (De Solenostemon)
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