lunes, 18 de junio de 2012

La conquista de aquella península

La conquista de aquella península


Mi voz me llama y tu recuerdo
acude sexto y múltiple
sentido de las sendas en el agua.
en él bajocabe y con y contra
las preguntas estarcidas
sobre la peña del muérdago.
los indios hacían felices
a las calaveras mutilando
el silencio de las lenguas
locas. Sus pies planos y los arcabuces,
hilos de plata para mis ojos
tu pelo negro enredado
con el hambre de verte.
Tierra entierra las manos
en la ínsula que arrasa cementerios.


Suenan bajas y densas
las cuerdas del gentío anudado
a la boya del sol de poniente.
mis oídos revientan de verdes
llamas que mueren solas
a manos de las trabajaderas
de los hombros.
Sol y un murmullo de dioses
sobre el agua,
su avenida inútil.


me habrás dejado soleada
por el peso de tu honroso
suelo, las conquistas plateadas
desplazan girasoles por armaduras
y espadas, bastos y copas que
yo no sé empuñar, ni lamento el oro
de mi patria, la líquida sonrisa
de La espera-da para encalar
las paredes del sueño.


Estamos debatiendo horas
Cercanas a la futura y
Florida península.

Sofía Serra (De La exploradora)

viernes, 15 de junio de 2012

Bailando con-suelo

(El desconcierto es la semilla de la poesía, el estado mental que debe poseer al poeta justo antes de acercarse a la sabiduría del poema. Es el límite, el espacio sin lugar, el blanco, el “in albi”, el la nada.
El desconcierto abruma y la bruma es poesía Todo lo que sea descorrer el velo nos sobrecoge “pre”. Pero nada hay que podamos hacer contra el hecho de ver. El viento siempre nos tumbará. No hay vuelo ni gozo. Es natural. Un estado natural, como el hambre, Como el dormir, como el reír o el llorar. El desconsuelo. El desconsuelo es el arma del poeta, su pica en Flandes. Si la clava, nace la verdad.)






Bailando con-suelo


Y este pecho mío,
este giro venido a mayor vuelo,
este cubrecama,
esta solana vuelta,
este canto de gaviota
afinado en el diapasón
de los aullidos de los lobos:
esa luz licuada bajo la sonrisa blanca.
Yo no te buscaba, Amor. Busca cielo
y busca barco el agua:
Y el barco viró girando sobre sí
compartiendo sino
con el tren que vino y fue.
Yo no te buscaba, el torbellino
arrima sello al destino
y desvela el nombre de muerte
en la fotografía quemada
del tiempo sin consuelo.
Has llegado lentamente,
pero has dado la vuelta a la vida.
… Si ya ves que no te vi venir
despacio, en pausa mis ojos
o tal vez cierta ausencia
de sagaz aplomo para estas cosas,
céfiros que los llaman, y yo,
verdades las he aullado siempre.
… Si es que no te vi llegar.
Sí que soplé templada,
desde el natural de mis pulmones
a la flor desnuda que abre
cosecha bajo el suelo.
Sí, vuelta a vuelta cintura asomada.
Sí, al pretil de la tuya.


Dicen que sólo puede explicarse del revés,
mas ya hace algunos siglos
que la jardinera regó collares,
y decenas de años que artesonó
el techo con sus iris muertos
abiertos a la bruma, a la niebla...
Y aquel sin consuelo llegó rodando
hasta sus pies como perla transparente.
Pero por el suelo, por el suelo avanzó girando.


Hasta los nudillos de pie con el puño en alto
la eterna lobezna se irguió y ahora pregunta:
¿Queda alguien puro en este mundo?


Nudillos, no tengo a nadie.
Nudillos, no quiero nada.
Nudillos, todo doy:
Matriz longeva pare puños de alegría
ensartada nudillo a nudillo
en el collar de las perlas licuadas
que germinaron allá en la tumba.
Más este con suelo, este consuelo
que desdice ya mi palabra antigua.


Sofía Serra (De Los parasoles de Afrodita)



Todo y a ti

Todo y a ti





He estado allí, he recordado, voy a ir, tengo que ir, quiero ir. Quiero verme allí allá.
Es el durante, el mientras llego y no, romper la inercia lo que cuesta esfuerzo.
Se acaba de fundir la bombilla del humo, tan fría y azul como algunas sienes. Si todos hablamos de lo mismo, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo?
Desde luego este siglo, este comienzo de siglo, se caracterizará para futuras generaciones por la proliferación de filósofos de cuchara. Entre los que me incluyo. Filósofos domésticos. ¿Es que acaso puede existir el filósofo no doméstico? Domos, tal vez la única palabra pura y naturalmente humana. La casa, el hogar, el fuego, lo que nos cubre y protege. La naturaleza es dura para el hombre, tan enclenque, piel tan fina. Necesitamos el domos. Somos el domos. La naturaleza lo propicia, somos naturales.


Espero que nadie lo dude a estas alturas. Lo Es-Pero sé que no es así.


Me he ido al campo
A vivir la yerba ya seca.
Me he ido aunque no esté allí.
Me he ido a vivir mi ausencia.


Lloraré cuando compruebe que no he estado,
Pero al menos podré
Reconocerme en mis antiguos
Brazos hoy aún más broncíneos
Y potentes. Y el dorado
Me hablará de su nostalgia
Por mis manos.
Me derramaré
En su pecho sin ira.


Me he ido al campo
Para redibujar mi silueta
Desparramada
Sobre tantos adoquines
Hirvientes y sucios, MUY SUCIOS, de negro
Polvo. El biergo o bieldo introduzco
En el montículo de compost,
Las malvas se han secado ya,
Sé que el ruiseñor me observa
Aunque durante la madrugada
Yo ya pueda dormir
En la cama de urbe
Y algún confort
Que sólo
Yo entiendo.
Sólo yo.




Todo y a ti.

Sofía Serra (De La exploradora)

jueves, 14 de junio de 2012

Futuro perfecto

Futuro perfecto


Cuando


¿qué serás cuando?
me está vedado el futuro
de tu seña ahora, normal,
no soy adivina,
pero pienso en ti vindicando
un eco de pasiones.
Y me encuentro con tu camisa
celeste y un destello de espejo
que me indica ya veremos
lo que las sillas que nos sostengan
darán de sí
mismas y nosotros
qué seremos
cuando.


Cómo


me obtengo de tu síntesis
de juicio y jugo
exprimido de hombre
al uso de mis manos
los claveles siguen floreciendo,
nada se atornilla a un pasado.
El futuro tiene nombre
de estantería. Los anaqueles
caerán por su propio peso.


Qué


vinagre de manzana,
fermentos lácticos,
soldados de jengibre,
química conserva,
sustancia de destello,
suena Vivaldi otoñal,
sólo quiero mirarte,
poder mirarte.


Cuánto


Abrir los ojos
me amanece un día
de quizás unas horas.
Aunque sólo la noche dirá cuántas.

Sofía Serra (De La exploradora)

miércoles, 13 de junio de 2012

Maitines

Maitines


Lloré y me lamenté viendo el lugar infrecuentado (Empédocles)


Romperás de un parto
la guía de la mañana.
*
como quien tensa un verde
hermeneútico y áspero gris
de mañana cálida
y torcida y fría mañana
de verano.
*
la noche hablante
eleva sus alas.
yo no seré dueña
ni vida ni amante.
*
la luz ablanda los duros tesoros
como piedras preciosas
somos de dios imágenes
solo, tan descreído.
*
triste y consentida
sentencia de la mañana
para una estrella
en tu frente, venganza
sitiada por el hueco
de una noche difusa
desaparecida ya.
*
cada día sé menos de palabra
amor joven y ufano
despertar de esta madrugada
de junio cada día se tumba iracundo
protestando contra el sol
y la materia de la que están hechos
los dones de una herida.
Cada día entiendo menos de tú
o palabra o yo misma
me perdono porque cada
noche de cada día y su día
nocturno de cielo albo
me abre un don espejo
un hombre de suelo y luz
y la victoria. De la mañana
no huelo su triunfo. Parece por fin
seria mi acometida a la noche,
furtiva se duerme, se suelda
al raíl del cielo huyendo como espacio
encerrado al vacío en esas bolsas
que caminan huellas sonoras
transparentes de agua.
la luz y un gomoso y elástico
chirriar de goznes lubricados
por el aroma de abril hoy perdido
y la luz se pone derecha,
como mi espalda cuando nervea
en paralelo con el aire.
mas quisiera yo poder ahogarte
en la calle arriada. Gobernaremos
juntos aunque nadie lo diga.
Sospeché el misterio del contrapunto.
No existe método científico
que consiga probar por qué
los vencejos cantan sólo
para mis oídos lentos
comparados con la velocidad del sonido.
No quise asustar tu blanca
noche de hombre tranquilo
y ausente.
Desesquinada e inútil, la argamasa
levanta rendijas extrañas
por donde el otro barrio,
o el campo, me mira.


Hoy no me queda amanecer por medir.
La venganza y el palio de la noche
traban mi deseo ambarino
de secuencias fílmicas
sobre tu vida como aquellos
pasquines que me hablaron
de la juventud y el miedo
cuando los muros de las ciudades
se levantaban negros. El campo existe,
pero me ha dejado sola.


Ahora nadie puede olerlo.
*
No estamos de más.
La hormiga me lo repetía
desde sus antenas serias
de cristal negro, la piedra
suspiraba más allá de la memoria
de mis pies transmitiéndome
el vaivén lento de la tierra.
Un algo dinámico me sostuvo
mientras yo junqueaba
junto a la orilla, los pies de rey
visitaban la velocidad de mi mirada,
no me abandonan las tórtolas,
se han venido a vivir conmigo
mientras sueldo los hierros
de la torre de la luz.
Estoy construyendo un aposentadero
provisional para una especie
protegida, una especie
en vías de extinción.
El ejecutivo canto del ruiseñor
allá en la encina del río
así me lo transmitió,
así me lo ordenó.
Así me ama.

Sofía Serra (De La exploradora)
 
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