lunes, 10 de mayo de 2010

Noche, clara rosa


Título de la fotografía: Noche clara


Noche rosa clara

Sobre las curvas del deseo/
se engullen, abisales, las flamas/
ardientemente festivas, plácidamente seductoras,/
avenidas sobre la huída/
que el ciervo practica hacia delante, siempre hacia adelante./
Abierta y compuesta, esta flor sigue tragando/
silencio en la madrugada de los cultivos./
Podríamos intentar adecentarlo, vestirlo con la muda hoja del recuerdo,/
ahora que lloran las piedras y las lilas conforman futuro/
en blanco sobre el otoño, tal vez primavera tan sólo con que miremos desde el sur./
Toda la negritud y el paisaje desgajado para esta mirada en vena,/
chutes de infartos para seguir en muerte viva./
¿Quién da más?/
Se cerraron las apuestas, albas del agua abierta ya olvidan el nadie/
río corriente abajo,/
ola que estalla ya deshecha en la roca siempre inmóvil./
Necesito poder de dar/
(¿alguien se avecina para recibir?)/
y no se observan más que flores eyaculadas desde el silencio./
Hace tiempo que levanté otras losas.../
Hablando del calor o del verso,/
¿hasta cuándo beberemos de abandonarlos?/


Alborea la noche sagrada de la sombra:/
ahora peleo por recuperarla./
Son los pétalos de la rosa roja/
que en tu sangre se aborbotonan.
Himen de descerrajo en la piel,/
clausura sobre verdes afilados que rebanan tus brazos despellejándolos,/
siniestros ocupas de la vida viva,/
¡despertad, que ya sale el sol!/
avivad vuestro paso, desmembrad/
esta salva liviana y tenue,/
salid corriendo,/
sonrisas de manos sujetando al muro del futuro venido a menos./
Que se acerca, que se acerca,/
que se aviene el andarín virginal sobre su nube de polvo rosa/
a este hueco de presente./
Quebrad mis cárcavas, romped mis manifiestos,/
someted vuestra llana meseta al peso del aire./
Cantad, aunque no sepáis hacerlo,/
por justicia al generoso, al que nunca muere,/
desde el que siempre mana agua-clara-agua, pervertid/
este lago inmenso, que no quiero cisnes con canto de muertos./
Estremeced vuestras entrañas hasta que no quede más que desgajo/
de pétalos dormidos sobre el asfalto. Tan bellos, tan sin ellas.../
Llorad, por Dios, lágrimas de agua dulce/
desde mis ojos hasta el regazo de la carne madre./
La de a salvo./


Sangrante y roja y lluvia y pura./
Sangrante y rosa, ya te entiendo. Y acaricio, y beso, y ya me duermes/
en el sentido de la llama que ilumina el viento breve de esta noche clara./

Sofía Serra 10 de Mayo de 2010

domingo, 9 de mayo de 2010

Ya no publico



Por todos  es conocido el hecho de que existen editoriales de autopublicación  o “de pago”, como comúnmente las conocemos. No puedo criticar su negocio. Se trata simple y llanamente de eso, su negocio, y estoy segura de que todas ellas desarrollarán su labor dentro de los compromisos éticamente adecuados.

Existen otras que no se autonombran de esa forma, ni pública ni privadamente cuando por la circunstancia que sea, en este caso, al parecer, haber leído un poemario de una que les ha gustado, entras más directamente en contacto con ellos, pero que, una vez expuestas someramente las condiciones de la supuesta edición, y con la REAL justificación de lo inédito de la autora en cuanto que escritora de poesía, y por el hecho de en ese mismo momento saber que debo pagar una X cantidad de dinero, pero que en el fondo, no sé si en la forma porque, aprovecho para decirlo, no he llegado ni a leer el contrato, significa lo mismo. Es el propio autor el que financia la edición de su obra.

Y no importa, porque por más que piense, y por mucho subterfugio que pueda parecer ha sido usado, o por muy poca claridad de mecánica del negocio que haya sido expuesto, sigue siendo SU negocio.

No veo nada criticable en el hecho de que para conseguir se usen ciertos medios como es la poca claridad expositiva. Ésas son las “armas” y el “juego” del negocio, y ésas son las armas también muchas veces de la poesía y el arte. Que usándolas en un campo de juego se consiga beneficio contante y sonante, y usándolos en el otro, no, no dice nada merecedor de crítica o comparación para mejor o peor actitudes.

Simple cuestión de, tal vez ni objetivos, sólo de distintos caminos en la vida.

Llegados a este punto sólo puedo hacer esto. Yo me acuso, amigos, y en primer lugar y antes que todo pidiendo disculpas a la vez a todos esas personas queridas que sé han vivido con ilusión el hecho de la posibilidad de ver uno de mis poemarios publicados en papel, me acuso y les pido disculpas por este NO que doy. Me acuso de presuntuosidad, me acuso de que la necesidad, humana, sí, lo somos todos, que siento de reconocimiento por un trabajo en el que me despellejo todos los días y de todas las formas posibles, me haya dejado en sombras durante creo más de una semana , dudando, sin ser capaz de ver claramente. De que en el fondo lo que iba a hacer, si hubiera firmado, hubiera sido auto-publicarme.

Me acuso de presunción porque yo, que reniego de la autopublicación, para mí (hoy vamos a dejar los desdobles poéticos e infinitamente necesarios en otras ocasiones a un lado) por motivos que las personas que me conocen estarán ya hasta aburridos de oírme argumentar, caí en el peor “pecado” posible, es decir, en el de sentirme “elegida” por méritos propios (o el de mi poesía en este caso mejor dicho). No hay nada peor que un anhelo o necesidad aunque sea someramente aliviado. El cuerpo se desmadeja, los ojos se cierran y menos mal que un tercer sentido, un sexto, o tal vez el más común de todos, me hizo al menos sentir el beneficioso asomo de la duda.
Hasta hoy y esta noche no he conseguido despejarla.

En resumidas cuentas me decido a no publicar en la editorial que me lo había ofrecido (no puedo citarla porque como digo no he leído el contrato, no lo tengo aún en mi poder, y el lunes llamaré para que no me lo envíen, es decir, no tengo pruebas documentales) y que yo bien requetebién arrogada en mi propia vanidad y esa necesidad de alivio en el esfuerzo, acogí con la alegría que espontáneamente dejé manifiesta en una anterior entrada de este blog, y de la que no me arrepiento por mí, tan sólo por la ilusión que pueda provocar en esos amigos que sé me quieren bien y que hoy les robo. Les pido perdón desde lo más profundo de mi corazón, aunque goces así, por muy desdibujadores de la realidad que sean son la sal de la vida. Disfruté ese día como pocas ocasiones en mi vida lo he hecho. Después llegó el calvario, sí, calvario merecido, por mi forma de ser que ciertamente contemplo como ambiciosa, y, por defecto, presuntuosa con lo que respecta a la poesía que escribo, porque presuponer que  algún día pueda estar en papel, sólo indica creer en la posibilidad de que alguien pueda apostar por ella. Significa tan sólo eso, pre-supuesto sobre su propio valor.

Unas veces, lo dudo; otras, no. Pero sí sólo creo en una forma de hacer las cosas para mí, tal vez demasiado exigente y hasta pre-potente, y por lo tanto, posiblemente reprobable. Y esa forma es atendiendo al neg-ocio del que hablamos que es el de la Poesía, que si ella, yo, puedo tener la fortuna de lograr verla publicada en papel algún día, sea de verdad porque es merecedora de ello. Es decir, por méritos propios SUYOS, si es que los tuviera, y no porque su autora o personas que me quieran a mí también, y no exclusivamente a esa poesía, nos dispusiéramos a salvarle el puente para el papel con billetes extendidos.

Éste es el negocio de la poesía, o al menos el negocio de la poesía que sale de mí. Si mejor o peor, digna de ser apreciada o no, es otro cantar para el que, sobre ése sí estoy completamente segura, yo no puedo ser su altavoz.

A vosotros, queridos amigos que me podáis leer os pido disculpas de todo corazón. Acompaño esta entrada con esa canción que, casi-casi puedo considerar como la canción que más me gusta de todas cuanto puedan hacerlo, con la pretensión en la medida de lo posible de regalaros algo bonito con estas palabras.

Reabro ahora mismo el blog que tenía dedicado al poemario que la editorial había decidido publicarme.

Aquí:


Un enorme abrazo a todos

sábado, 8 de mayo de 2010

Canto inefable

Canto inefable

Como un barrunto de luz./
Como si la Tierra se despertara a sí misma soslayando el abandono de su soledad en su propia esfera./
Como si la lluvia no formara cuerpo,/
como si la adelfa suspendiera su floración terqueando contra los tiempos inestables./
Como si la luz no fuera precisa en el sur./
Como si la calma fuese un ser vivo./
Como si la piedra no estuviera muerta./
Como si tu sonido, inhábil y gozoso en la estepa múltiple,/
no aconteciera cuando la desdicha conforma eco./
Como si me abandonase a mí misma./
Como si muriese, pero viva./
Así crezco sobre tu verbo, tu boca limpia y tu abandono pleno./
Como yo muero, mi planeta de órbita inquieta./

Si no nací para observarte, ¿por qué te pusiste delante?/

Un tal vez de asomo de arrogante dicha./
Una gibosa protuberancia sobre la lluvia de azoteas dispuestas en lontananza./
Un vacío, por desconocido, resorte que me impide asomarme a un nuevo tiempo,/
barca asolanada, sin brea ni conversos, sin justa yunta,/
sin alquimistas proporciones…pretil del agua, futuro conforme./

Me asombro ante mi misma ausencia./

Rompo y reconstruyo./
Abrazo intempestivo entre la luz que nos gobierna y las sufridas añoranzas./
Justa quimera recompensada que abraza el orbe inquieto de esta cruel intensidad./
Quebró el sol al suspiro, a la luz, al hábito inconcluso, a las nobles novedades,/
a la gallarda lozanía de una mente en grata penumbra./
Soliviantaron los ecos los recuerdos atávicos, la suerte de la dicha./
Juventud humana./
Sinergia de las cosas bellas./
Bendito panorama./

Como las perlas de ultramar que hubieran depositado sobre la orilla mis gentiles amapolas./
Como un sueño profundo, lozano y suspensorio de afanes./
Como el locuaz blanco que inunda el cielo en las tardes de estío./
Como un supremo haz de vida refrescando la calma rallada./
Como la risa más sincera./
Como tú, acometida mía, que me has vertebrado sujeta a la puerta, a la observancia,/
al asombro, al respiro beatífico de tu yodo./
Como la mar de grande./
Como yo de suelta…/

Sofía Serra (del poemario "El paraíso imperdible", 2009)

viernes, 7 de mayo de 2010

Que vuelvan las lilas

Al blanco


Como las lilas de ultramar.
Así me posé sobre la yerba cercana a  tu dorado estanque,
convertí tus cañas en siringas y canté hasta soñarte inundado
de ti.
Canté y tañí.
En honor de las letras me hago sangre, despedazo cada sílaba por ver
si al nombrarlas consigo encontrar el descanso para este cuerpo.
Anhelo el otoño sin que haya nacido el verano.

¿Y si me dejas descansar?
No morirás aunque duerma, la luz se hace luz sin el tiempo:
hay algo más.
En el vacío interestelar existe la anti-materia,
¿por qué yo no puedo auto-extinguirme?
Ser capaz de perpetrar homicidio
contra estas cansadas manos, brazos, más tuyos
que míos: deja que duerman.
Al parecer, sólo el aire me mantiene viva,
ventana y lumbre. Al parecer el sonido no ondea sobre el agua,
puerta y límites.
Al parecer los lilos sólo florecen una vez al año.

¿Qué tal si me dejas apoyar la cabeza aunque sea en la nube de espinas?
No ahuyentarme. Dejarme en paz de mí.

Auto-ventilarme,
en un sol, en una punta, en un nítido y exento atisbo
del negro sobre el blanco.
¡Puff!... y dejar.
Dejar de ser.
Auto-ininhibirme en el altar de sangre abierta de lo que sea.

Al blanco. De las lilas.

Sofía Serra

jueves, 6 de mayo de 2010

Amapola libertad


Título de la fotografía: Les coquelicots en chino


Canto de libertad

Como las tórtolas,
como las tórtolas de las tardes del verano
que se enamoran entretejiendo la armonía oreada
por el mutuo silábico de la palabra
del tú al gemelo
que se ha perdido en los vagabundeos de los lugares. Así
permaneces tras tu propio verbo, y ,
sonríe, ave de la noche
llena, sonríe que en tu boca palpitan
las flores de tu estómago tan ardientes y frescas
que yo las huelo, que yo las suspiro,
que ya hacen cosquillas en mi garganta,
...ay, amor, tus flores de mariposas
con pétalos de amapolas...
Si yo las encuentro, ¿cómo no orientarlas a tus pies
o depositarlas en tu sabia boca para que las bebas?
O esparcirlas sobre tus hombros, sobre tu cabello, ungirte con el bálsamo del sueño por el camino desandado/
que sólo trae de vuelta lo que somos, lo único que cuenta.

Escribe un libro con los besos, levanta el vuelo alto,
amor,
de tus rojos pétalos: de la roja amapola
llega
la pacífica respuesta de lo amado con su libre imperio sobre la mies,
y que yo ya, abrazándote,
uní
sus semillas con mis pechos, que yo sé lo que es el estipendio
más allá de la rasas leyes y el amor a toda muerte
de lo vano y la mentira del reclamo
sordo.
Como la verdad grande y buena del agua se bebe:
Las amapolas no necesitan para florecer más que el siguiente año.
Que aún no existe.
Miedo al futuro. Sólo. Miedo a lo nonato. Sólo. Miedo a lo más inocente.

Y aquí, la urdidora de letras, lenta siempre jardinera
de amapolas y tulipanes de futuros anteriores,
siempre sol y viento, siempre agua,
siempre alba, siempre tierra,
eternamente siempre manos tuyas me han escarbado, y yo, en la tierra-yo cultivo
tu semilla de hombre bueno:
Gozo, gozo al regar esta dehesa libre de los escombros de la bestia.
Gozo al traspasar el filo envenenado
de la renta de la avaricia
sobre la que todo surte, todo abona, todo cuida, todo ama
la jardinera.
No ha mentira, no es amaino si no fuerza.
No tomes sus pétalos en vano, ni a mis flores ni a mis frutos
que disfracen tu palabra de verga luminosa y carne prieta, con sus venas,
con su piel transparente que deja los ojos clavados en lo ya existente.
Odian las palabras porque las visten con materia hueca,
y hasta el hueco me llena del revés o del derecho,
que sólo hay que dar la vuelta: Sobre mí y en sí y por ti.

Yo quiero fuerza y poder de Hombre
sobre el aire,
verdad de tú a tú, de amapola a tulipanes,
esto hablo, esto soy:
es demasiado de ti y de mí para nombrarlo yo sola y sólo entre los dos puede saberse.

Las palabras son las flores del alma y de la carne.
En la bestia, escamas imantadas
de aristas que sangran emponzoñadas
cabalgando a lomos de su propia hambre.

Liquidada sobre tu mesa, la alterada amapola
grita con sólo canto de besos y en el verso escribe lo que tú ya sabes:
Yo no quiero más de ti que por mí, por mí
que soy roja y escindida de ti flor de amor.

Ay, jardinera, qué lenta labras siempre... Que ya no te queda nada por hacer...Que las amapolas han brillado siempre con luz propia./

Sofía Serra 6/mayo/2010
 
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