martes, 11 de agosto de 2009

Dos fotografías ( y una nana) para una misma conciencia


(Picando en la imagen pueden visualizarse las fotografías en mayor tamaño, y por tanto acceder a la lectura de sus títulos y fechas de realización)


Nana del Poeta

Al ritmo de la pautada sinergia de la que brota mi poesía,
convoco a todos los fieles ilustrados en las piedras y las amargas yerbas
a lanzar el último envite,
el salto hacia el barranco en el que todo se vierte, en el que
todo puede ser descubierto,
vertedero de nuestras semblanzas, las claras y las opacas.

(Ea ea, duerme ya, mi querido ser valiente.)

Permanezco, siempre tan muda como la obstaculizada.
Mas no des-vivo.
Al contrario, el sinvivir determina al no ser en movimiento, sindicado en sus propios protocolos que lo designan como autosuficiente.

(Ea, ea, duerme en paz, mi querido ser, a ver si consigo desvanecerte)

Cambiamos de rumbo, invariablemente hacia el porvenir, ajustando la brújula interna,
como si ella pudiera equivocarse,
imantado aquél,
tórrido origen,
hacia el norte sobrecultivado.

Yo clamo por un sur por desenterrar, por el honesto sur habitable.
Yo lloro por el sur,
el sur de todas las especies, hasta el de las que sobrevuelan el nublado cielo de agosto orientándose ya hacia la duermevela del trópico.
El sur desde aquí es caliente.
Desde allí, embarranca en los hielos como navío a la deriva y al pairo de los australes.
A ver si resulta que, sólo por habitar orbes esféricos, no acertamos con nuestro común Norte.

(Ea, ea, vamos a dormir a la vez, querido hermano.)


Sofía Serra (agosto 2009)

viernes, 7 de agosto de 2009

Oda la luz del Sur

Título de la fotografía: La Inhumana

La Inhumana (Oda a la luz del Sur)

Y de nuevo llegó la que ausenta al ritmo batiente de la tierra en su honesta simplicidad.]
La que a los pasajeros hace desbancar de sus humilladeros de asiento obligado,
a aquellos hijos de la paz que, por no pervertir su asimbiótica calma,
claman al silencio como único y obsceno dios,
difuso, perennemente difuso,
casi desoído a través de los raíles de su siempre establecida supervivencia, tambores lejanos sin espacio ni presente.]
La que luce como habitual aureola sobre frentes y ensortijadas bóvedas.
La que vadea, sinuosa y quebrada, incesante, conllevando los rondas con el tiempo,
los cauces,
para abrir los suyos convenientes, perpendicularmente a la medida sentenciada.
La que alumbra a golpes de azada.
La que nunca flaquea. La que nunca duda. La Inhumana.

Ella conformó estériles impenitentes sobre el ileso mármol, tan blanco como ausente de su longeva edad,]
y, aun joven, recién nacida, sonrosada su cabellera y su tez de día,
se comunicó con el sol que levanta los pretiles de color azul celeste del cielo iluminado.]

Y entonces, de nuevo, se autoconstruyó sobre las calles y las clausuras,
desorbitando a su paso,
paso travieso, paso al través del tiempo,
la premura de las torpezas cometidas bajo órdenes equivocadas.

Llegó la que rige sin cetro ni purpúreo manto orlado de armiño, la que gobierna con arengas verbadas al hilo de la cristalina sombra.]

Y así retumbó sobre el orbe como trueno veloz, quebrando los sonidos del tiempo,
allá por su enigmática linde con el horizonte: el espacio habitado por los hombres.
Llamó por su nombre a cada uno, a cada ser vivo y a cada ser muerto,
y proclamó, sin ambigüedades ni equidades, que Ella a todos pertenece y a cada uno atañe.]

El infausto silencio anhelado vistió a la faz de la tierra…

Y, entonces, sonó la campana de la espadaña.


(Que no te busco, que no te buscaba,
y, sin embargo, te encontré.
Embargada la que retorna ante tu propia majestad de ente inconcluso.)

(Sofía Serra 2009)

jueves, 6 de agosto de 2009

Entre-acto

Título de la fotografía: La calle encelada (Entre el cielo y la tierra II)

¿Y cuándo no realizamos sólo bocetos?

Entre-acto

Aquí, sobre el canto rodado de esta higiénica situación,
granito labrado y ahuecado con el trabajo de los verdes siempre activos,
se levanta la escultura amena de una vida que transmite paz y presencia.
Comienzan los diluvios de azul fresco al anochecer,
breves y leves como el tiempo sobre mi carne, como la espuma saltarina de la ola
sobre su propio estómago de esmeralda lúcida.
Los adoquines cobran vida de entre acto,
actores liberándose de sus disfraces y maquillaje para permanecer más mudos que ante la platea.
Reservan, para el después, el interno tiempo que los mantiene vivos como muertos, a la espera de la liberación que les otorga el charco espejado.
Y de nuevo, se desperezan ante la experiencia de su lozana gallardía.
Conceden su alma al mundo.
Justifican para sí mismos su existencia.

Las piedras sobre piedras lamen las heridas de las perras,
animales sintéticos de auténtico peluche originario de los panes de la vida.
Culminan su tarea, de sustentadoras, proclamando alivio sobre la tormenta,
limpiando con su impermeabilidad las esquinas de las almas torcidas,
alabeadas en romboidal geometría, desconcertadas ante el súbito giro de la superficie terráquea que se rompe al compás del salto del eje sobre el eje:]
el sol caminando, paso tras paso, por la lluvia de planetas ensordecidos.
Se rompe el tiempo, que al fin y al cabo es mi compañero.

(Sofía Serra)

lunes, 3 de agosto de 2009

Corazón, verde y joven corazón


Título de la fotografía: Corazón, verde y joven corazón


Sé de más verdes corazones que los que la cristalina sombra y la senectud
]
ahuyentan.
De donde yo llego, todos se funden en algarabía armónica y cromática. Allá, el verde es tan sólo un color.]
Camina el soldado por la desierta llanura poblada de esmeriles y rubia yerba agostada,]
sobreentendiendo que,
a su paso,
el sol sólo hace vegetar lo que de astro necesita,
cuando,
sus hombros, su gentil nuca y su verde corazón, soportan el peso consumado de la existencia,]
los valles poblados y la misma cordillera renqueante, cuajada en cojeras al son de la irrevocable cadencia de]
sol muerto,
sol vivo,
luna con el orbe,
tierra de planeta sobre la estera de la puerta en el zaguán de la nomenclatura de aquél ]que padece y no sonríe.

Ah!, mi verde y joven corazón,
eterno bajo las pieles ajadas por el acomodo y las jactancias,
bajo las víctimas,
los ruidos externos y arrugados, los síncopes de las ajenas melancolías,
las cortapisas a tu propia pista… ¡ah!, qué bien combates como valiente soldado, corazón, ¡verde y joven corazón!]
Tan solo.
Tan solo...

Tú, arquitecto de pirámides prodigiosas, único posible guerrero cuando el silencio no deja ni piedra sobre piedra allá en la tumba.]

(Sofía Serra)

sábado, 1 de agosto de 2009

Sobre los tan renombrados derechos de autor

Título de la fotografía: Para el club de los poetas "VIVOS"


Para todos los que ya no "cobran", pero continúan alimentando nuestra inteligencia.
Para quiénes "hacen" y no registran sus obras por pura ética humana.
Para quienes consideran que todos los seres humanos somos realmente iguales, y si de mí brota, tambien pudo brotar horas antes o días antes, la misma obra, la misma palabra, la misma melodía.

¿O es que debemos desestimar ahora lo que tantos siglos tardamos en conquistar, la conciencia de igualdad entre los seres humanos? A ver si va a resultar que los dedicados a esa otra actividad que podríamos calificar como artística o intelectual, somos los que vamos a terminar por mantener predogmas arcaicos, los que en última instancia vamos a lastrar en verdad el progreso humano.
Somos cinco mil millones más o menos, ¿cómo, por una simple carrera de velocidad hasta el registro de la propiedad intelectual, se puede marchamar, y manchar, lo que a todos pertenece?
Resulta muy gratificante poder construir, parir un hijo, pero ¿de verdad alguien , por muchos registros leguleyos que así lo dijeran, podría hacer que yo dejara de sentir que ese hijo nació de mí? Hasta ahí, justo sólo hasta ahí, creo que debe llegar el brote necesario de vanidad, que no considero punible, sino hermosa en su justa medida, de la que toda obra nace y con la que todo autor debe sentirse gratificado.
Todo lo demás es silencio, (Shakespeare) ... o sólo comercio.


Soneto del autor derecho

Si de mi boca brotas limpia y libre,
presta para la batalla y la paz
que todo lo mutuo humano concibe…
Si del gobierno al parirte real

te libero a tu propio ser vital,
que eres como hija tierna de mi urdimbre
ya fondeada en mi cárnico mimbre,
ya conteniendo en tu hartada humildad

a todo el selvático ser del Hombre...
¿Cómo asfixiarte con la atocha dura
del desecho de humano, que no es pobre
en inmundicia, sino prueba ruda
de su propia avaricia? Que te nombre
quien te nombre, de mí naciste pura.


(Sofía Serra)
 
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