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Nana del Poeta
Al ritmo de la pautada sinergia de la que brota mi poesía,
convoco a todos los fieles ilustrados en las piedras y las amargas yerbas
a lanzar el último envite,
el salto hacia el barranco en el que todo se vierte, en el que
todo puede ser descubierto,
vertedero de nuestras semblanzas, las claras y las opacas.
(Ea ea, duerme ya, mi querido ser valiente.)
Permanezco, siempre tan muda como la obstaculizada.
Mas no des-vivo.
Al contrario, el sinvivir determina al no ser en movimiento, sindicado en sus propios protocolos que lo designan como autosuficiente.
(Ea, ea, duerme en paz, mi querido ser, a ver si consigo desvanecerte)
Cambiamos de rumbo, invariablemente hacia el porvenir, ajustando la brújula interna,
como si ella pudiera equivocarse,
imantado aquél,
tórrido origen,
hacia el norte sobrecultivado.
Yo clamo por un sur por desenterrar, por el honesto sur habitable.
Yo lloro por el sur,
el sur de todas las especies, hasta el de las que sobrevuelan el nublado cielo de agosto orientándose ya hacia la duermevela del trópico.
El sur desde aquí es caliente.
Desde allí, embarranca en los hielos como navío a la deriva y al pairo de los australes.
A ver si resulta que, sólo por habitar orbes esféricos, no acertamos con nuestro común Norte.
(Ea, ea, vamos a dormir a la vez, querido hermano.)
Sofía Serra (agosto 2009)