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lunes, 4 de junio de 2012

Discriminación positiva

(Correcciones La dosis y la desmedida)


Discriminación positiva


Jamás hombre aprehendiste
que para cantar debiste
aprender a entonar
el suelo con el verbo,
y entolar el velo
que deja pasar la luz y el aire.


Lenta boca errante,
quijada herida por aquellos
claros de amor y sexo,
ganas me poseen
de dividir meandros.
Se engullen a sí, o no,
solitarios rieles abajo
del quejumbroso y quijotesco-esquelético
sueño, ni con páramos olvidas
que esta vida, que esta vida, que esta vida
sólo se hace
entre ambas manos,
ambas manos,
ambas manos
a uno y otro extremo retoñan en paredes,
en la sola umbría, la umbría sola
adopta la exacta daga que rebana de tajo
al meandro y dulce meandro que me curva, pues,
aguas arriba de mi falda:
Parí.


Al final, dolor
de entuerto alerta
la discrepancia positiva.
Por más que hablen o dicten leyes.
Por más que hables,
por más que hables,
por más que hables.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

jueves, 31 de mayo de 2012

La puñalada

(Correcciones de La dosis y la desmedida)


La puñalada


Compraré alhajas cuando paseo
por el mercadillo de agosto los días
sin sombras salvo en la acera
ambulante que me proponían
tu voz, tu boca, tu oído y yo
anhelándote, mudo brocal,
la tapia cubierta con la parra virgen
sorteando a la madreselva
minándose de mí y yo huyéndote
sin que llegaras o vinieras a verme.
Me escabullí tras tus andrajos,
miraste en otro sentido
con tus manos y hacia allí vagó
tu cuerpo tras ellas que se alargaron
hacia el cuchillo diestro de noreste,
ése de donde llega la helada,
ése rasante vuelo de hielo
sobre las onduladas tiernas
carnes de mi apuesta: rosa
en uno u otro ombligo.


Aunque todos me digan
(que) 
debo ser más cobarde.

Sofía Serra (de La dosis y la desmedida)

jueves, 24 de mayo de 2012

Aristos

Aristos


Hipan obtusas quemando
el suelo arenisco, son tan ariscas
las curvas de nivel.


Cuántas veces interpretaste
el suicidio salvaje de la garza
planeando por encima de los maizales.
Mas no arrancaste nunca
el tren de las causas
mayores son
los duelos velos.
No te contaminé
para tu desgracia
mía y la del mundo.


Esperar la contra
partida beneficiar sin más
pesar que el del bolsillo
con la costura rota.
Reiniciar y gemir
ante el barbecho,
relabrar el borde
blanquecino de la fuente.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

lunes, 21 de mayo de 2012

Nosotros

Nosotros


Abedules, tirabuzones
de salvaje yerba
enredada entre las nubes
verdearán las amazonías
de un horizonte que no dibujo:
las manos trazan seguras
la línea entre el sol
y la marisma.
Y las cárcavas de Afrodita,
y los fiordos de Noruega
y los acantilados de Doven y los de Barbate,
ahora que pueblan las playas
algunos parasoles y ya ni Claudia
ni Julio podrían reconocerse
en sus ombligos, aunque sí
en las sienes a dos de aire
temblarán los volantes de las lenguas
del ácido mar que saltea,
que asimila
toda arena sobre arena
del hombre amontonado:
verte y no venir,
verte y no llegar
el quijotesco turno
de cada hermafrodita.
Pero, ¿y qué somos
si no sino sino?,
hijos
del comercio y del amor,
del trasvase
entre aquella justicia
y esta nuestra cobardía.
Más el río cristalino
subterráneo amasando
los nacaradas calcitas
que un artista enterneciera.
O encarnara allí cerca de otros bajíos,
al sur del iceberg.
Al norte de nos.

Sofía Serra (de "La dosis y la desmedida")

sábado, 19 de mayo de 2012

Volo-veras

Volo-veras


Más una penumbra sola
más una penumbra, dos
y no más, seña
y santo de aquí no inhuma
y el mar no entierra.


Y llegarán gigantes damiselas
a entolar el cielo
con sus pastizales húmedos
y el fru-fru de sus sedas
espantará al sonido acuoso
de tu oído.
Y ni una habrá que lacere
la piel de tus mejillas,
cabalgarán
a lomos del miedo
llevándoselo con sus faldas
más allá de la esfera de poniente
y volverán los exógenos centros
a rejuvenecer el tronco salino
de tu semen
y ni tú ni yo
volveremos
a sucumbir
solos desde dentro,
sólo uno solo
dentro de este incómodo
e inhumano universo.


Aplastaremos a la noche
hasta amasarla pan de ángel.
Estamos enfermos de sed
y lamento huérfano de oídos
comunicando adioses
cuando sólo ellos asientan soledades.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

viernes, 18 de mayo de 2012

Como el no

Como el no


Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…


Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.


Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre de odalisca
sin dolor apenas mas que una leve comisura
una apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella
y me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas evaporado
grisú de sus sales…


Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo y los ovarios
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse como hormigas:
la marabunta.


Se ha pervertido El Grafos,
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne.
Como si-no engendraran,
como si-no él hubiera nacido:
Huevo huero tras tanta hemorragia.
Sin embargo.

Sofía Serra ( De La dosis y la desmedida)

jueves, 10 de mayo de 2012

La cainita

La cainita
los perros mean en las esquinas;
las perras, en la tercera orilla.


Yo soy la mujer perdida,
esa que avistaste en la acera
del descubrimiento.
Se apostó entre tu territorio
y el del vecino
con un delantal en el pecho
y la hojarasca tierna
acariciando sus tobillos.
Tan perdida, tan perdida era
esta mujer buena,
esta mujer de todos,
esta mujer parida
por manadas de lobos
y lechuzas hambrientas,
que abandonó su nido
para visitar tu establo,
ése que levantaste allá en la esquina
de la acera donde excretan los perros.


Y ya te llegarán días soles
con techo de invierno,
azules mantas cercarán
tu oxidado aliento de puerta
sin goznes ni cerrojos
ordenarán a golpe de dedo
minúsculo y apéndice
de tus horas revueltas
cada célula de tu pequeño
universo atomizado
en vitales secuencias de besos
al vacío, que también te huele
buscando algo que poder
amar, entregarte tú a ti
hasta la descompresión,
hasta exhibirte como pájaro plomo
traspasado por flechas interestelares, negras
y bandidas palomas comerán de tu carne
convertida en grano
que en el establo se olvide…
y yo seré ala perdida
como jaula en invierno
libre de presos.


Y esa mujer buena,
esa mujer a penas vestida
y de sexo abierto,
mirará con descaro
las mentas yerbas de las esquinas,
ya anegadas de orines
en su llanto al aire
de las frescas calles.
Y las humillaré,
las pisotearé hasta borrar
toda huella de tus clavados verdes:
compraré tu tumba arenosa
para ofrendarla al viento
lejano del huerto.
Que aquél reseque tus palmas tristes
de hombre sin cerebro,
sin venas, desmenuzado
y deshecho como la hojarasca
seca que, abono lleno,
cumplirá rediles, ejecutará
sentencias fértiles sin que el hombre
avieso, aquel hombre,
solicitara taquilla
o compra o venta de solares
donde quiso caer ya muerto.


Soy la mujer que sembró ciervos
a la puerta de tu establo,
soy yo, yo soy
el hombre que labró
la acera que encontraste.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

viernes, 13 de abril de 2012

Palabras hoy

(correcciones La dosis y la desmedida)


Palabras hoy


Toros, tordos lentos,
vagos, tardos, lerdos
verdes tantos loros.


Gimen obtusos quemando los suelos
areniscos, son tan ariscas
las curvas de nivel
de las manos cerradas.


Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)


(voy de nuevo camino del gris, ¿eh?, :). El gris es mi color preferido porque permite todos los matices. Los demás colores no permiten el gris  en su originario matiz... ay, son tan injustos y tan i-correspondientes...)

lunes, 2 de abril de 2012

La dosis y la desmedida (voz en off)

La dosis y la desmedida (voz en off)

Mientras más escribo, poesía, menos capacitada para el amor me siento. Parece como si la capacidad humana para amar, o, mejor, para estar enamorada, se desprendiera de mis células arrastradas por el imán de las palabras. O tendría que decir mejor, del acto poético.
Mientras más escribo, menos vivo. Esto ya lo dije cuando fotografiaba más que escribía con palabras. Sé que es una consecuencia directa de la acción del grafos, se traslade por el lenguaje que sea. Arrostra la conciencia del vivir, o mejor la supedita. La vida pasa a ser registrada por la grafía, con lo cual se pierden todas esas sensaciones inconscientes identificadas con su propio hecho, de tal forma que una vez que intento recobrarlas mentalmente, concluyo que no se han sucedido, torpemente quizás, pues pudiera ser que tan sólo ocurre que han sido  "escritas", han pasado de algo tan poco tangible como mi mente al registro. Parece que no pueden existir las dos juntas, la acción del grafos y la acción de la vida, o al menos con la intensidad deseable para cada una. Se extinguen recíprocamente. Llega un momento en que una se impone a la otra, u otra a la una. Por ciclos en mi vida y dependiendo no sé de qué.
Aunque tampoco sé si esto es del todo verdad.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

domingo, 1 de abril de 2012

Salmo dominical II

(correcciones La dosis y la desmedida)

Salmo dominical II

Sunday, mal día para alunizar:


Hay generosidad en tu boca
y verde en tu dolor,
qué más se puede pedir
de la dádiva insonora,
la revolución silenciosa,
qué más abrigo hallaré
que tu pecho tierno y hondo
de hombre sin ambages
de soldado hierro que atrofie
su vértebra columna,
qué más solazar sino reír
imantada
de agria paz salmodiando
el brillo de tus pupilas,
sólo unas pupilas preguntándome
si el cielo habla
o mi mente trota
por la esquina
concupiscente
de la torre.




En el deleite te va dada
la extravagancia numantina,
la traicionera circunstancia
de quien sabe decir amor,
garabatear la cíclica lengua
de esta octava en sol menor
con bemoles entrañables.
Soy yo más tú a penas
y sin huesos me armo
como un mecano de agua
bombeada desde tus falanges
por más que me envicie,
me eslabones
o te rumies
volverán, volverán, volverán
las antiguas huellas a deslizarse
curva arriba de tus muslos,
y volverán las luces estancadas
en los aljibes de tus órbitas
a bailar como el parpadeo
de las galaxias en los míos.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

viernes, 30 de marzo de 2012

Amor de hondos y bajos fondos

Correcciones La dosis y la desmedida


Amor de hondos y bajos fondos

El amor es una calleja cierra
de donde sólo se sale
con los pies multiplicados
por delante.
Nada tenía, nada me quitaron
los vendavales delinquieron
a cuchilladas juntas en cada costilla
y las ingles cercenaron buscando la general
de mi aorta hurgando en mi vasto pecho:
entre mi frente y mis plantas
te ubiqué regurgitando mi sangre sana,
sola abasto, sola mísera la dádiva
de los periódicos y los herrajes
que sobre tu regia mente y mi cóncava cabeza
depositaban los hunos de la noche de afuera,
vándala la risa de las ciudades y de las otras hormigas,
¡esa marabunta que nos asesinó cuando
nos atrevimos a dormir sobre los cartones
que defenestraron!... Tan generoso fue
su tirar la casa por la ventana.


Yo creo que aún andamos expiando,
callejón arriba, callejón abajo,
el crimen sin escena, sólo
por no desahuciarla, sólo
por no dejar vacía esta calleja
cierra a un lado del mundo.

Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

domingo, 25 de marzo de 2012

Al Través

Correcciones La dosis y la desmedida

Al Través

Pequeños signos cantores
tan mínimos y desfallecidos
como la consigna asediada.


Al terminar, se deduce la escafandra
o la tensión arterial obstaculiza
los privilegios del paso de la sangre
libre por sus regueros de vino:


una prebenda y un pusilánime sentido
del estorbo. La juventud y la luz
sojuzgada por otros destinos,
paradisíacos o no, se sometieron.
Encontrar, más allá, agranda los ojos
de burra tiene los ojos, tan grandes y
francos como los de Platero.


La libre calma abierta a toda la duda,
la duda piedra perdida en el río,
la rueda en la quinta avenida borbotea
orgasmos a toda pleura.
Quejumbrosos soldados
quedan a medias
hundidos en el limo aceitoso
de la memoria y en el huérfano descuido
que se trabajan lentamente, se horadan,
se inmiscuyen entrambas superficies
por doquier, superficie fundamentada.


No existirá un solo porvenir
al que asomarse si las juntas de hielo
permanecen congeladas. las barcazas hacen
el tiempo que atravesó el lago navega
rumbo al sol acometido
por las olas de la pregunta,
¿qué mar más bello sino?,
la eterna pregunta de si
no somos nada, no somos bajío,
ni orilla, ni probable respuesta.
ni cuestión, nos advierte el mirlo
entonando su pico naranja
de fuego derretido en el mar,
la cuestión, comunicar
perdido el rumbo.


… la quietud de la saliva.
Sí, ¿por qué no?


No te escindí
y una luciérnaga boca pasea
por el
lúcido hilo. Quieta emprende
quimeras
queman
pueblan.


Irrumpes verbo claro.
Balanceas.
Al través
de un allá
hasta aquí.

Sofía Serra. De la dosis y la desmedida

sábado, 24 de marzo de 2012

"La desquerida" en "Mi jardín prohibido"

Anoche me dormí con el descubrimiento de un hermoso regalo que me habían hecho unos días antes con motivo de la celebración del Día Internacional de la Poesía. Zarck, autor del blog "Mi jardín prohibido" había elegido La desquerida para la entrada en la que la homenajeaba. No es la primera vez que Zarck incluye un poema de mi autoría en sus sensual y bello espacio. En unos años muy anteriores lo hizo con un poema de La presencia por la ausencia, mucho antes de que se poemario saliera en libro. La diferencia estriba en que por entonces no nos conocíamos de nada y ahora, por otros azares, somos amigos.

Creo que con respecto a a la extensión de la poesía que pueda salir de mí lo que más me llena es poder verla en lugares de personas que no se mueven por ese espacio sin fisicidad que otros llaman "gremio de poetas". No hay nada que me alegre más en realidad que ver mi poesía en lugares ajenos a él. Señal de que traspasa la frontera, señal de que hace lo que tiene que hacer.

Aquí pueden acceder a la entrada en cuestión de ese hermoso espacio que lleva adelante Zarck desde hace ya muchos años. Abajo captura muestra de la misma.

Poesía en espacio erótico literario

jueves, 22 de marzo de 2012

Al pairo (la cierva)

Correcciones La dosis y la desmedida


Al pairo (la cierva)

Piensa 
 si las velas conducen
o las rigen los vientos.


Decir que la noche fue fría
sería falsedad entreverada
de rojos hilillos de gluones,
ni mendaz la noche sorda
se hace en mis oídos materia de caúcaso
y cuevas de calientes orificios
por donde el visitante me desmorona.
El olimpo
recorre sus avenidas de gracia
soñando que las hojas se transparentan
y revelan la caída de los árboles.


El jazmín herido clama venganza.
La patrona de las huestes solea
y esparce su mendicidad de nasales deleites
al centelleo de nuestras voces
en una montaña apagada
que permite posarse a la luna.
Tan celeste el cielo
la expulsa de su cuna —es verdad,
la luna duerme causada en la noche—.


Ya la cierva me mira.


Cuando me acosté,
ya estabas muerto.
El descanso oportuno
penetra al uno en el otro
nivelando el ansia
que nos comprende:
tan grandes, más debe serlo ella.
Junto a la estratosfera de tus sienes frías,
mi decantación: Qué me queda por hacer.
Tal breve flujo de espinilla
adversa a la nuca,
a la magistratura,
a la pregunta,
cuando todos desembocamos
entrantes en el océano.
Mas hay que nadar, que nadar
inquietantes y vórtices y abruptamente
la tormenta estirpe golpea
en la proyectiva culata.
Flujo y reflujo:
aquí hay como
una especie (nueva) de Viernes
en la orilla de la Ribera.

Quemamos juncos
solos tan sólo
se jactaban puntiagudos
contra mis muslos.

Ya la cierva me mira.


Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)

martes, 20 de marzo de 2012

La desquerida

(Correcciones la dosis y la desmedida)


La desquerida

¿Y para qué sirvió que te acupuntaras?
Los vacíos como las cañas huecas
y el orificio expeliendo
música desde tus yemas
a mis labios de tierra
abierta de tu boca.
Ya hablaremos de amor
cuando las rosas sanen.
Mientras, me abordaré
enojada tras el leve tarareo
de tu yugular esperando
que asome sola
la sonrisa del tiempo
porvenir
más rosa y lirio:


extirpar el candado de este pecho,
que estrellaras tus ojos sobre mi aorta.


Yo no fui mujer ni cadera
ni tálamo maldito que en tu vida
infringes. Yo no fui timón levante
ni simún o mistral ni solanera,
ni siquiera un hueco o viento
frío o caliente que en tus manos albergara
a esa estrella escapista que hace huída
doliente mientras mis uñas emponzoñan
manjar preso de injusticia: hígado
para los buitres fui esparciendo
acre y húmedo alimento de roca
que no fui promesa ni en cadenas confluí
con el río que ya no fluye ni yerba
oscilante siquiera en el margen
del dolor de la oscura y negra fiera
que duerme en la rama de la acacia
como si bello canto nocturno
trinaran sus encendidos iris.
Yo no fui ni selva monte o
bosque de tundra sólo solitario,
ni fui ni sigo siendo sólo loba
o madre ni sólo risa.
Yo no fui mar ni cima
ni siquiera fuego o agua
sin comer desaparece
infligida por la noche
que no se bebe.
Y no fui ni olmo
ni siquiera sauce
que llora fui
si acaso flema
ni siquiera
yo
poeta.

Sofía Serra (la dosis y la desmedida)

jueves, 15 de marzo de 2012

El precipicio

Correcciones "La dosis y la desmedida"


El precipicio

Allí estaba ella, él entregado a la libertad
donando sus capicúas flores,
flores como orgasmos quietos,
arrítmicos, suspensos de lámparas
implícitas sobre el escenario.
La jornada partió el camino,
el camino se sostuvo colgado
de los dos salientes sobre el río,
el río fue un hilillo de baba
resbalando por la comisura
izquierda de tu boca.
¿Hasta cuándo dormirás
ahora que han encendido las luces
los vecinos y puedo contemplarlos
eliminando las huellas de su crimen?
Qué bello el río recorre
la calle al fondo
cristalina llego
me rompo y estarzo
sobre los adoquines.


Adolezca de todos los gozos
con tu nombre mientras
no te averigües mientras
no te sane la solícita
costumbre de dormir al viento
del voyvén.


Tú y mi despedida de ti.
Tan lejanos vados.


Sofía Serra (La dosis y la desmedida)

martes, 13 de marzo de 2012

Como el no

(Correcciones la dosis y la desmedida)


Como el no

Tú frente al mar y encerrado
en el frío luto de los pasos
de tu frente sobre las migas
y tú abierto y eterno no
socavando cada peso de la habitación
donde el pecho respira minucioso
ondeando el leve viento y tú
frente a ti entretenido
en tu boca tánatos del mundo
resecando los pequeños signos cantores
con ese daño como daño…


Eros fue convocado en la tierra y se ausentó.


Sorbe como la escabrosa causa
introduce sus venéreas raíces
extendiendo su vientre indoloro
apenas más que una leve comisura una
apenas rendija por donde se escapa
sola y lenta mi de ser de ella una
me rehunde y me enhorca en su temblor
como si sólo fuera apenas roca el no
apenas humus reflejo apenas
evaporado grisú de sus sales…


Escribían negros texturizados
como si la piel y el sexo
y las caricias y el sudor y los besos
y el lamento
y el consuelo y el dolor y el deseo
y el ombligo
y la sangre la sangre la sangre
pudieran desmenuzarse en hormigas:
la marabunta.


Se ha pervertido El Grafos
como si-no los cuerpos
ni los huesos ni la carne
como si-no engendraran
como sino él hubiera nacido:
Huevo huero tras
tanta hemorragia
sin embargo.

Sofía Serra (De "La dosis y la desmedida")

lunes, 13 de febrero de 2012

Puto

(correcciones "la dosis y la desmedida")


Puto


Para comenzar,
puedo suscribir
aquello:
cuántos habremos bebido
de los mismos cuencos,
cuentos,
y ahora una parte
tendrá que obtener remedio
bajo el apósito de los años
cuando tú y yo hace muchos
que penamos por
la condenatoria plaga
que se cernió sobre el huerto,
sin calendario,
sin campaña,
sin registro,
con la hoja en blanco
del lunes perpetuo
de la semana de nuestras vidas.


qué más quisiera yo
que haber podido no tener
que indignarme nunca.


Sofía Serra (La dosis y la desmedida)

lunes, 1 de agosto de 2011

Canción de una anciana que ya murió

Canción de una anciana que ya murió


Bestialidad y vida afloran
indisolublemente unidas.
Soy yo más tú
sin andamiaje,
sin convulsos vetos
sin abejorros ni respectivos aspavientos,
cómplices, en perfecta armonía
y equidistancia exacta del pellejo a la piel
de la una al otro jamás,
sola y justa, perpetua.
No yo.


Argumentos insostenibles
por estas manos que se descuelgan
sobre la noche que muere
al final del mar de azoteas
que imagino.
El calor se posa grandilocuente
y cálido
como un buda que otea
buscando la boca que más hambre tiene.
Tú eres fresco,
pero nada transparente,
en el mar de tus ¿cojones?
—te ahogaste en ellos—,
así que te hace el hielo.


Yo sé que contigo vive sola
con ella, sola criatura,
lobo suyo,
niño bueno, niño
cuerdo y fino niño
y ahora los colmillos
que te afilaron
se ceban en la más tierna carne.
Y ella es la nada,
nada más que poder
doler.


Cameraman, y mi estulticia
solapándote, atendiendo a tus razones
de milicia como si hubieras
extendido a mis pies los parterres
de flores del parque de marialuisa,
dicen, ventilando argucia,


como si yo fuera a tocarte
como si mi ventisquera,
porque ya es agosto
y cantan las hojas
llamando al otoño,
corriera rauda por el barranco gravero
de un hoy tan seco
tan duro y fósil, hermético
en el sentido de las agujas
del reloj de arena.


Veo mi vida como un saco de muelas
recién extraídas que hubieran abandonado
el dolor en la boca de algún amante,
algún lobo serio tuyo de raíces
y venas al viento, de pelo teñido
con la henna de la luna que templa
mamparas de acero, blancas,
sobre los raíles de cuerpos que duermen
con la garganta abierta al cielo
de una noche de verano
que yo ya he olvidado.


Sofía Serra. Ayer, 2011

domingo, 31 de julio de 2011

Nocturno (I, II, II)

Nocturno I

Berenjena madrugada
de labrantíos y fértiles
huertos preñados de algas madres,
he perdido la carne y no he muerto,
los huesos me sostienen,
mi lúbrica piel chorrea
como el semen ajeno,
alienado, estarcido.
Estéril.

Nocturno II

Exacto y opaco en filibustera forma
el obsceno paisaje ameniza el muro.
Ya quebrar o seducir no significan
corrupción de los ojos camicaces,
las vistas sobre la lumbre permiten
adivinar tras los obeliscos
el sereno paisaje de las suaves lomas
extendidas sobre la piel de tu pecho
me asomo y asume el ocaso
mi ávida mirada
de paz.

Nocturno III

Mefotófiles vecino
acunó yerba embragada
por la positiva noche.
Gime y se te adueña
como el llanto del niño despierto
solo en la madrugada colma el ruido
de sordas paciencias que desoyen
el canturreo de la música celeste.
Y mis estrellas pernoctan
gritando también sobre el estío.
La luz ingrávida negra y nocturna
proyecta la sombra imposible
sobre tu averno mar,
tu impotencia.

Sofía Serra. Julio, 2011
 
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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.