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domingo, 29 de noviembre de 2009

De poeta a poeta

Título de la fotografía: De luces de invierno a sol de mediodía


De poeta a poeta

La espuma tornará sobre tu alma de dorada hechura,/
de lozano recuerdo sobre esa penumbra que, acompañando a la música de tus palabras, te alimentó en tus últimas horas de poeta nocturno y mente ebria del día./
Mas no cesarán los rezos./
Cantos determinados por el azar que conquista a los rostros, vuestras sinérgicas esencias/
bajo la luz disimulada de aquel amanecer sobre la misma dorada espuma./

Se sabe sola ella, se sabe sola revertida sobre la ola./

Mas tú y yo seguiremos siendo uno diga lo que diga tu boca llena de agua salada, creo que ahogada ya por este mar que es ya sólo muro,/
mar de fondo, tapia de acontecida, cubrestrecha que apergamina el quebranto profundo de tu alma/ gobernada por lo que no sabes ni contestas./
Sin germen y sin destino, ¿cómo vas a revertir?/

O ¿para qué?, ¿verdad?/

La espuma te sobrepasará cuando ya te deshagas/
cuando ya, como mi noche azul, te recojas,/
como mi noche azul armada en los huesos de tu valentía convives y enajenas tu rostro siempre amargo,/
la privanza, las eras, las encadenadas manos llenas de alegría hasta tu vuelo de poetisa invertida sobre el cielo quebrando con su musgo a las piedras./

...Y tendré que acostumbrarme a tu sonora ausencia, a tu canto sordo,/
a tu aliento de lúgubre menosprecio, de gesto siempre reverso de tu cruenta faz, /
tu real faz de poeta medio hecha en el tiempo y las horas que aún sobreviven./
De aquí al mediodía, de aquí hasta que levantes, sol, que tal vez así me atisbe en tu sombra. /

Desde el aliento de tu alba yo te invoco, poeta de las manos abiertas.
Tantas veces llegó a mí tu frío que en él te reconozco, como zafiro bajo tus trémulas pupilas, escándalo virtuoso para esta mirada acostumbrada al sol en rima con el cielo y la tierra.
Invierno frío de frías mantas que al sol terminan por cubrir con tu desdeño de poeta en silencio, frío invertido, pertrecho de no se sabe qué justa endecha./
¡Ay!, ¡pero que yo te atisbo!, ¡yo, sí!, te peñasco y te acuno con estos brazos calientes/
clavados a la suerte de mi abandono sobre este regazo con delantal de heladas,/
de azules sinuosos sobre la urbe mar, la mar de todas nuestras cosas sin reviertas, sin pantomimas, sin nada./
Sin La Nada./

Sofía Serra, Noviembre 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Desde Foucault hasta la praxis de una poeta: explicación a partir de una fotografía


Título de la fotografía: A dos luces (episteme)


Como el fin último que me mueve a hacer lo que hago es intentar convencer a cualquier otro ser humano para que cambie su forma de mirar las cosas con el fin de que, haciéndolo así, entre todos el mundo podrá ser otro, y como siento que nunca o casi nunca logro hacer entender esta cuestión, realizo esta explicación sobre mis propios resortes creadores, circunstancialmente limitada a una fotografía en concreto, por mor de que existan más posibilidades para la realización de esa mal llamada utopía que todos los seres humanos deseamos. No existe nadie que no anhele poder vivir feliz y en paz con su vecino, y, como todos lo deseamos, debemos ser conscientes de que el otro tiene exactamente los mismos derechos a ello que nosotros. Esto es saber ponerse en el lugar del otro, es decir, esto es saber amar. Ése es el motivo fundamental por el que mis versos están mil y una vez marchamados con el vocablo “amor”.

Michel Foucault. “Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas”

Los códigos fundamentales de una cultura […] fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamiento, las teorías científicas o las interpretaciones filosóficas explican por qué existe un orden en general […]Pero entre estas dos regiones tan distantes reina un dominio que, debido a su papel de intermediario, no es menos fundamental: es más confuso, más oscuro, y sin duda, menos fácil de analizar. […] Es ahí donde una cultura[…] se libera lo suficiente para darse cuenta de que estos órdenes no son los únicos posibles ni los mejores; de tal suerte que se encuentra ante el hecho en bruto de que hay […] cosas que en sí mismas son ordenables, que pertenecen a cierto orden mudo, que hay un orden. Es como si la cultura, librándose por una parte de sus rejas lingüísticas, perceptivas, prácticas, les aplicara una segunda reja que las neutraliza, que, al duplicarlas, las hace aparecer a la vez que las excluye, encontrándose ante sí el ser bruto del orden […] Así, entre la mirada ya codificada y el conocimiento reflexivo, existe una región media que entrega el orden en su ser mismo. […] tanto que esta región media, en la medida en que manifiesta los modos de ser del orden, puede considerarse como la más fundamental: anterior a las palabras, a las percepciones y a los gestos que, según se dice, la traducen con mayor o menor exactitud o felicidad (por ello esta experiencia del orden, en su ser macizo y primero, desempeña siempre un papel crítico); más sólida, más arcaica, menos dudosa, siempre más “verdadera” que las teorías que intentan darle una forma explícita, una aplicación exhaustiva o un fundamento filosófico. Así, existe en toda cultura, […] una experiencia desnuda del orden y sin modos de ser.

Este es mi “problema” y mi explicación, aquí me encuentro y desde aquí vivo, escribo, pienso, siento, elijo o hablo. Comprendo entonces las dificultades experimentadas tanto por mí por como los demás en el vano intento de hacerme entender o ellos intentar entenderme, porque una de dos, o Foucault está equivocado, o yo estoy loca (que es lo más probable). Él analiza efectivamente un estrato del “funcionamiento” humano, pero yo soy un ser humano concreto. Son características, las que él desglosa, atribuibles a algo sin materia ni conocimiento ni nada, algo que es un ente abstracto, mientras que esas características las encuentro en mí, en mi posición y en todo lo que hago y desde donde todo lo hago, y hacia donde todo lo hago sin querer ( y aquí fundamental mi forma de componer poesía o fotografías) pero resulta que esa “zona” no es lugar para seres humanos concretos, creo, sólo para resortes humanos globales, colectivos, sociales y culturales.
Éste es mi desencuentro con todo lo que hallo en esta vida, ¿cómo hablar desde donde no se puede estar? ¿Cómo puedo estar ahí? ¿Qué hago ahí como ser social que se llama Sofía?

La fotografía:

Esta fotografía habla de...lo que desee cada espectador; sin embargo, su mensaje fundamental subrayo lo de fundamental, intuyo que nunca podrá ser captado ¿porque está pensado desde “esa zona” imposible para un ser humano? Es posible. Pero es que esa zona, la explicación de la fotografía, el fundamento desde donde está hecha, fue vivida por la autora tras haberla disparado. Se dio la circunstancia de que entablamos conversación con el guarda de la Iglesia, mi hijo, el que aparece leyendo bajo las dos luces (por duplicado, los focos y la luz de la puerta que aprovecha para poder leer) y yo. Y se dio la circunstancia de que el guarda me “derramó” una explicación completamente errónea sobre la iglesia, edificio emblemático por la restauración a la que había sido sometida, y su historia. Entonces, en vez de despedirme educadamente, me dispuse a hablar con él, poco a poco, interesándome por su trabajo y su modo de vivirlo, porque, como sospechaba, no se había preocupado lo más mínimo por informarse del lugar, del edificio tan importante (por su tradición cultural) que custodiaba. De tal forma que cuando ya lo tuve en mis manos, es un decir, simpáticamente, humanamente en mis manos, le sugerí que podía aprovechar su precioso entorno de trabajo para adquirir mayor conocimiento sobre al menos ese lugar al que dedicaba tantas horas de su vida. Por supuesto topé con el normal ser humano que tras su jornada laboral no hace el más mínimo esfuerzo por entender y conocer qué es aquello para lo cual sus habilidades y tiempo son empleados, con lo de enriquecimiento humano que ese conocimiento le podía ofrecer. Yo lo animé muy divertidamente, aligerándole la cuestión, indicándole que con un simple vistazo a la guía (folleto de tres carillas que mi hijo estaba leyendo) ya podía adquirir cierto conocimiento (esa lectura le hubiera impedido cometer los errores garrafales a la hora de intentar informarme creyendo que era una turista más, no una sevillana que había estudiado Hª del Arte). Y tras mucho hablar, él sobre todo y los tres reírnos amistosamente y graciosamente, me dijo que sí, que era verdad, que no se le había ocurrido.
Bien, en la fotografía, el guarda, la persona no informada, está de espaldas a la luz, mientras que mi hijo(circunstancialmente resulta que se trata de él, pero podría haber estado fotografiada cualquier otra persona), es decir el ser humano que se esfuerza por informarse (actividad precisa para adquirir conocimiento) esta de lado a y bajo la luz, aprovechándolas para su beneficio.
¿Por qué este título que le doy? Dos luces, los dos focos, la luz que entra por la puerta y la artificial del interior, la luz interna del ser humano y la externa, dos por todos lados, dos personas, dos edades, dos posiciones respecto a las luces y ante el hecho del conocimiento en sí. Yo soy la que dispara y por tanto desde esa posición “veo” las dos situaciones, es decir estoy en esa zona intermedia, veo la codificada (guarda), que siempre puede ser equivocada y la reflexiva (la científica y la filosófica, mi hijo leyendo)
Pero como digo, la fotografía la disparé antes, minutos antes de que el guarda se acercara a explicarme equivocadamente la historia del lugar y que como consecuencia de ello, mi vena pseudo pedagógica , ese afán por convencer para esforzarse por conocer, se desarrollara.
Pero ¿qué culpa tengo yo de estar simplemente “aquí”, en ese lugar del disparo o ese lugar del ser social y cultural y hasta vital, ese lugar que mi fotografía (en este caso la fotografía, en la vida, cualquier cosa) salga de ahí, que el guarda quisiera lucir su “conocimiento” conmigo creyéndome tonta o que encima, en vez de haberlo mandado a freír espárragos soportara estoicamente toda su charla graciosa hasta que al fin pude medio meterle en la cabeza que es mejor intentar conocer?
Me despedí tras casi 20 minutos con un, risas por en medio, “¿Qué no se le olvide, ¿eh?, yo por su trabajo, daría dinero”.
¿Qué relación tiene todo esto con lo que dice Foucault? Creo que es evidente. Lo mismo la fotografía que el fundamento de ella está comprometido con ese orden natural de las cosas, esa zona en la que la experiencia desnuda del orden se da. Esa zona en la que la cultura se libera de sí misma, o al menos de sus rejas, aplica una segunda que a la vez la libera, la neutraliza: esa zona, más confusa, más arcaica, más primitiva exactamente, más “verdadera” como él dice que cualquier interpretación filosófica o científica y ajena al orden empírico establecido. Como yo, sin quererlo aunque tal vez pretendiéndolo inconscientemente, me sitúo ajena a ese orden establecido, en esa zona “imposible”, creo, para un ser humano concreto, llego a través de lo que sea que haga a ese orden sustancial o primario, ése que siempre es el verdadero, el que nunca se equivoca porque de él partirán luego las explicaciones filosóficas o científicas, vayan a donde vayan, y los órdenes establecidos, que bien pueden equivocarse siempre, que siempre podrán ser criticados por mí, simplemente por la posición desde donde “veo”.
Y así la fotografía “no prevista” habla de lo que después sucede empíricamente (la conversación con el guarda). Por eso lo de episteme en su título (fundamento del conocimiento))
¿Cómo puedo hablar de todo esto a través de una fotografía o una poesía…o peor, ¿cómo siquiera voy explicar esto que estoy diciendo delante de cualquiera sin que me tome por loca “iluminada” o engreída? el ser de poeta exige la superación de muchísimos prejuicios sociales, y uno de ellos, éste fundamental, cuesta más trabajo que ningún otro, pues todos necesitamos ser valorados en justa medida por el otro. Sin embargo, el ser de poeta debe ser valiente, es algo que debe conformar consustancialmente a su propio hecho. Quien lo logra es el que merece ser llamado auténtico poeta, poeta integral, aunque por muchos pueda ser vilipendiado. Pero esto es lo que entra en contradicción con el propio fin por el que lo hago todo. En el momento en que no sea bien entendida la intención, el mensaje dejará de tener eco, y así, resulta imposible la misma pretensión original del acto poético. ¿Cómo superar esta contradicción? No hay forma posible. Sólo debe hallar lugar el riesgo.
No hay “milagro” creativo, no existe la magia en la praxis creativa del ser de Poeta. Su, podríamos decir, atractivo imperioso, por casi mistérico, que en los demás seres humanos provoca, se debe tan sólo al resultado de una congruencia casi impelida por la misma forma de ser del consciente humano, común, como todos sabemos, a todos los seres humanos del planeta. Si nos diferenciamos genéticamente de una mosca en tan sólo un diez por ciento, ¿cómo renunciar a la posibilidad de que si el poeta puede (posicionarse en ese lugar originario o auténtico, y desde esa posición, logra mirar las cosas de otra forma, desde el lugar primigenio, que a todos nos abastece) todos los demás seres humanos pueden hacerlo?

Sofía Serra, 2009




sábado, 21 de noviembre de 2009

Canto de poeta loca


Título de la fotografía: Doradas suertes de Otoño

Canto de poeta loco

Demasiadas esquinas en esta plácida lumbre de otoño,/
demasiadas para ser pobladas por el rocío./
Entablan diálogo con las verticales sureñas, almidonadas al hilo del puro jacinto y la escarcha,/
descubiertas de arrobo, de senil jurisprudencia, de suertes ilegítimas./
Justifican por sí mismas la apreciada lombriz que bajo la tierra verdea/
los otros páramos, los silenciosos, los horizontales , las jactancias./
...Y ellas, demasiado sumisas.
Demasiado sumisas.../

Y se quebró de nuevo el trampantojo:/

Poema tras las últimas horas, poema tal vez/
amarrado al ebrio verbo que presagiaba la evanescente síntesis que el mar, y tras él tal vez, las piedras, levanta.
No hay lugar para el sobrevenir más que allá, en la estera, ante la puerta del jardín de no sé qué delicias,/
pequeñas suertes, el inabarcable entorno como el de la yegua sin errar, como los eternos circunloquios que hábilmente, dueños de sí mismos,/
aterrizan,/
como ángeles caídos del cielo,/
ante estos pies ya reconstruidos./
No atisbo el mar más que tras tu mirada,/
no se evaden de tus ojos las luminiscentes, /
pero son sólo asomo de belleza cargada de sí misma tras el eterno retorno de la marea que vuelve y vuelve lamiendo melosamente de nuevo a esta orilla, /
a estas arenas, a estas piedras.../
De nuevo piedras que se quedan para vaciar el horizonte de rostros,/
para poblarlo de penumbra agigantada en el hueco de esta rima entre el sol y la tierra./

Y ya nada sirve, nada justifica tu envergadura de tierra imantada más que el dorado arrobo que tu corazón proclama./
¡Corazón, corazón!, ¿por qué pernoctas siempre sobre tu lecho de abandono, de caudal abierto como si brotaras al borde del abismo?/
Cansar para doler, ésta será tu última tarea. Como granada entre los alisios/
te recojo y te umbro entre estos brazos tuyos, te acuno:/
Duerme, duerme en tu llanto, tu eterno soliloquio de poeta extenso, sin miedo al eco o al vacío,/
al supremo reflejo del tú más tú sobre el todo. La noche, que en esta suerte dorada de otoño se ha hecho más llagada, más justa,/
aboga por mi propio desvarío de ser inconcluso,/
de ser benévolo, de canto mísero sobre las piedras, las yerbas, las aguas claras, las azules aguas./
Si de mi suerte a este abandono va tan sólo el cauce ancho de este río,/
que así sea, que no se pervierta más el mar por la ausencia de mi constante venero./


Sofía Serra, Noviembre 2009

lunes, 16 de noviembre de 2009

Agua grande

Título de la fotografía: Ciudad con río

Río Guadalquivir, Sevilla, barrio de Triana en su orilla izquierda según la fotografía (calle Betis), puente de Triana (Isabel II) y al fondo las estribaciones del Aljarafe, con sus famosos cerros. No está a la vista, pero uno de ellos es el conocido como el del Carambolo, el que da nombre a tan preciado tesoro del legado tartésico.
Por cierto, el vocablo "betis", según filólogos signfica "río grande", lo mismo que la voz procedente del árabe "guadalquivir", guad-al-quivir. Siendo musulmanes, sólo hicimos traducir la nomenclatura íbera-turdetana-romana al nuevo idioma reinante.

Tengo tantas fotgrafías disparadas o realizadas sobre el río, y sobre las azoteas sevillanas que siempre pienso me equivoqué en el título de este blog.
Supongo que para eso está una, para equivocarse.
Son las fotgrafías y los poemas los que nunca se equivocan.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Beso para despertar al bello durmiente



Bello durmiente

Sí, de acuerdo./
De acuerdo con la violencia y el orgullo que nos recoge la entrepierna hasta conseguir partirnos por la mitad,/
desmembrarnos como estrellas./

De acuerdo, en tolerancia,/
con la suministración de dádivas oportunas que nos vistan de oros y terciopelos para poder sonreír / sentados a la mesa de la anfitriona infecunda./

También de acuerdo con tu ignorancia, de hombre sin cabeza, /
casi sin piernas,/
sólo dibujado en tu extremidad como retrato de almas mancas. /

Suprema bestia que habita en cuerpo compuesto de negro y vida, aviesa solicitud y lugareña fiesta de ojos nublados./

¿No lo veis?/

¡¿Es que acaso no lo veis?!/

Inútilmente concita al verbo y al grito clamando por la escucha./
Inútilmente le habita la esencia común a estas sombras que paseamos por las quemadas arenas de nuestra propia casa, enjabelgada/
con dorismos y diafragmas, con lentitud y osado beneplácet ante el odio y el sentir ajeno que, por no sustituirlo, aceptamos./
Inútilmente brega, lucha, pierde, llora./

...¿Acaso no nos vemos?/
...¿Acaso no te miras?/

¿Acaso no te inmutas ante tu propio dolor y tu misma impotencia?/

¿Acaso tus llagas no te duelen ni supuran?/

¿Acaso consideras recurrente volver y volver y volver a hablar sobre lo mismo una y mil veces/
y tamizar las hemorragias y los rasguños,/
y sostener con tus manos el cuerpo de la vida, la turgencia del amor y la diafanidad de las palabras?/

¿Acaso puedes mantener sin temblar el gran peso oculto de todo lo que construimos ciegos y novatos sin saber si las hiladas se componen de lesas manos o inmaculados cristales?/

¿Acaso alimentarías tu cuerpo con lo que excretas?.../

Entonces, ¿por qué alimentas tu alma con las expiraciones de lo que no hace falta?/

¿Acaso no vivirías mejor si “¡fuera odio, fuera inquina/
y dame aire y oxígeno puro para estos pulmones que, prietos y constreñidos ya por nuestra propia osamenta, optamos por encerrar al vacío en el saco de todas nuestras miopías!”?./

Pues si es así, ROBA/

¡Roba!/

Roba,/
que somos uno y nada de lo mío adquiere existencia hasta que en tus manos no se deposita./
Roba./
Para poder ser el tuyo y lo nuestro. /
Roba según tu centro que habitas que, como común eje invertido de la tierra, /
a todos nos traspasa hasta hacer regurgitar la mierda que /
desde nuestra propia ignorancia tragamos. /

Roba./
Para que la prenda negra no cubra tu mano con su fría mortaja./



Sofía Serra, 2006

martes, 10 de noviembre de 2009

Corazón de hierro batido (Canto otoñal)


Título de la fotografía: Río cerrado


Corazón de hierro batido (Canto otoñal)


Del edén eyaculado nacerá la estigia provocadora de las mieles sobre el triunfo y el afán supremo, gobernadora de la mayúscula tiranía que ennegrece el perfil sucinto de la voz sobre el eco, anterior al eco y futura resonancia de sí misma sobre la penumbra hallada en la montaña que genera el valle del río que en la misma estigia acumula/
todo el poso, el gemir de los crisantemos,/
los enlodados barrios donde vitales sacuden sus aletas los generosos y fluviales seres vivos,/
mis artes marciales, mis sobrecogedoras compañías
afanadas en el estómago vivo y palpitante...
En la rosada simiente de la aurora, ¿qué más puedo desear que tu acontecer?
Río cerrado, te marchaste sin conocer el tiempo,
el sondable cauce de tu perpetuo retroceder ante el sol, el ocaso y las estrellas,/
reservándote para un devenir sin lealtad que auguraban ya las hojas caídas sobre tu lámina/
reflectante de todos los narcisos llamados nubes, mimbreros o simples juncos./
Sobre el margen, sobre la orilla de tu lámina invertida pasea/
el río de la vida/
el marginado río de la vida,/
el suculento manjar de la bestia incorpórea,/
la de la boca grande, la de la boca hueca,/
la de las fauces abiertas en son de canto prohibido,/
insonoro, de infértil matriz, respuesta a lo que sin dedos/
y sin amargo trago huye de su vínculo/
buscando la desmesura de la riada./

En el estero, desde el desierto, fingen sus aromas los eternos candiles/
de carburo hidrogenado.
Mas tú, viva, vuelcas la copa de tu bebida, vacía derramas/
el ardor candente de la juventud:/
Doy amor a todas luces sobre el pervertido horizonte que nace inclinado,/
siempre para las herrumbres, siempre,/
hasta habilitar el estuario como negocio de chatarras./
Del orín del hierro a tu justa sólo hay una vida./

Y el borde, aquí este borde abisal que en su sima te contuvo generando roncesvalles/
donde poder cavar la tumba del olvido sobre la infranqueable temeridad del ser humano y su orgiástico deseo de cumbre y sangre./
Aquí sobre este paso te rodeo para envenenarte./
Aquí, levanto tu bandera para seguir matando/
con la pena de lumbre y fuego/
que el amor cubre, el amor reparte, el amor, tranquilamente, avanza sorteando, vestido/
de sí mismo, como si no tuviera nombre, que no lo tiene, ni el don/
para transformarte más que en hombre, a duras penas,/
sólo en hombre./


Sofía Serra, Noviembre 2009

viernes, 6 de noviembre de 2009

Paisaje para una embestida



La suerte del extravío

Los árboles crecen y las pesadillas se desnudan simulando/
ser dueñas de un cuerpo que no les incumbe./
Asoman lujuriantes, ávidas de la gangrena que absorbe el porvenir en el lapso de una vida,/
queman su oscura bandera legitimando/
el derecho a la menoscaba, a la putrefacción que toda simiente dormida,/
y no recolectada por la hormiga,/
padece o disfruta./
¿Quién se deleita más en el gozo, este gozo sacrílego del porvenir,/
que las irascibles fauces de la parsimonia disfrazada?/
A punto de extraer del fuego al gigante anestesiado, concluyo,/
sin mas piedras que las que la gata evita allá por los tejados de la plateada lumbre,/
que ser de mies no inflama./
...Tiempo de subasta, de efímera protesta contra el sol,/
te celebro como una compañía hacia la edad, la de la rubicundez protegida, la de los erguidos estandartes plegados sobre el viento, llamas irisadas/
sobre el aire genuino e inocente, víctima de nuestro propio vahído, de la lentitud por el proclamo y la desmedida en nuestro sueño./

¿Sobre qué gimes?/
¿De qué te vale el cielo si de él tan sólo cuelgas?/
¿Con qué ánima bendecirás el extenso páramo incandescente sobre el que evades tus nocturnas, como/
camelias blancas, blancas camelias,/
palabras,/
tu misma simiente de hacedora?/
Incruento y pervertido cántico sonoro a todas luces bajo el palio extendido de tu sin voz mudanza./
Canta la noche hermosa cundida de parabienes del exquisito son/
sembrado en las flores de las lunas estivales y pasajeras,/
como tu melodía siempre llena, siempre ambigua sobre la muerte./
O la luz./
¿ Qué más da?/
¿Acaso a todos no nos nombran?/
Verte, verte, asirte con estos pálpitos hechos miembros/
de la voz que mi centro canta./
Sonora voz, sonora voz con letras claras,/
para el silencio dulce de este inmenso abismo, gerundio atávico de nuestro ser, existiendo,/
existiendo tal vez sólo en un rítmico tarareo que recuerda a las cuerdas tersas del laúd,/
la dolencia vivífica, la juventud suministrada a las eras en su metamorfoseada geología a través del estrato cortado,/
el libro de las sienes de la estirpe, la hoyada concupiscencia entre el ser y la tierra./

Aquí, encadenada a mi propio magisterio sobre el devenir/
y su incesante canto, soliloquio del poeta escindido hasta de su misma causa./
Aquí, justificándonos sobre la huella de lo otro/
que venera injustamente la invasión de las bárbaras hormigas./
Aquí, clamando por la Justicia, buscando el nivel profundo de tu borde niquelado
de blanca orilla, de luz a todas horas menos del orto./
Aquí abrevando de las eras,/
eternizándonos en el pasto, la lumbre, el puchero al sol/
cincelado por estos labios de poeta,/
pernocto./
Siempre pernocta, siempre alegría, siempre vigilia/
sobre un juicio por llegar que extravía el vuelo del jilguero/
que sostuvo entre sus fauces a la semilla de la zinnia, flor de canto, flor de son, flor del verano/
puro y simple y seco verano.../

Quien pervierta el don, que clame por la musa./
Su quimérica compañía obstará al perjuicio labrado por las bestias,/
sin labios que sellen, en perfecta armonía, el labio contra labio del beso en las bocas./



(Sofía Serra, Del bestiario de los inocentes, Noviembre 2009)

lunes, 2 de noviembre de 2009

Ver el mar


Título de la fotografía: Ver-mer

Esto no es nada. Si poema, ya sabe más que quien esto escribe

A las costuras de esta zafra se me adhieren vuestras embestidas,/
como salvaje y tierna desmedida de lo que ya no solicitáis, la alegría y el proclamo de una era/
que nace mudada en paquiderma sirena de ojos claros/
y voz ausente./
Observad la canallesca intención de la mar que la abandonó fiada en la arena,/
contemplad cómo sus miembros se entumecen a fuer del goteo insaciable/
de sus lentes irisadas, ya tornándose en entretelas/
de grises escamas, coraza contra el aire,/
gesto solícito de que no fue más que la agonía la que la dejó sin mar,/
sin silero desierto desde el que cantar su mistérico proclamo./

¿Qué obtuso porvenir cimenta los longevos eriales?/
La mar de las vetas claras./
Porque es trabajadora, porque conoce la verdad de los hombres,/
porque asume, consuela y engendra y pare como jirón secreto de sí misma/
su contumaz consuelo depositado en el eterno de su abrigo, la orilla,/
el juramento sobre el que la luz atestigua la existencia de Ellos./
Cantos rodados sin externa visión que los contraríe,/
tan sólo cantos,/
tan sólo cantos , yuxta-opuestos ni engarzados, melodías del aire sobre el aire,/
embriagados del aceite vital de su denso/
gemir bajo el mar... bajo el mar,/
nacen a veces las piedras convertidas en Poetas.
/

Sofía Serra, Todos los Santos 2009

jueves, 29 de octubre de 2009

Retrato a la luz del sur


Título de la fotografía: Abiertas desde el amanecer

A María Rosa García Castillo jugando en la yerba, poeta en la sombra y amiga

Ya no te espantan las arrogancias, ¿verdad?
Ya mojó alguna que otra vez tu cabello
la lluvia atormentada por el suelo de agosto.
Ya quebró el suspiro al sol que bebió de tu manto de agua salubre descomponiéndote en dos , o tal vez tres, renegando/
de su misma suerte por enredarse a tu cintura para no lograr volver a desprenderse./
Tu empresa es más solitaria,
tu descenso más acuciado,
las leyes de la gravedad pernoctan para poder hilvanarte antes de que llegue el albor./
Entretejen su profundo sueño bajo las cárcavas de tus huesos y tus raíces en penumbra/
para no despertar a esta alterada vida que aquilata, fríe y espanta
a las luciérnagas de la noche.

...Y la llaman muerte.
¿De quién sino de los otros?

Sofía Serra, Octubre 2009

"Rastros sobre el agua", selección en Almiar

Pedro Martínez me propuso mostrar en su revista Almiar una seleccción de algunos poemas y fotografías. La he titulado, "Rastros sobre el agua".
Picando AQUÍ puede accederse a ella.
He escogido esta fotografía del año 2006 como portada.



miércoles, 28 de octubre de 2009

Ars domestia


Picando AQUÍ se pueden ver las fotografías una por una

Hace cientos de años, cuando aún no se había inventado la luz eléctrica, ni casi la fotografía...bien, sin exageraciones, recomienzo. Hace unos ocho años, cuando iniciaba mi andadura fotográfica por este medio y casi me iniciaba en el mundo de la fotografía digital, comencé por exponer un conjunto de fotografías que constituyeron todo un éxito. Entonces no atiné a encontrar explicación posible dado que ni mi trayectoria era conocida ni, mucho menos, casi existente, aunque pronto intuí la explicación. La titulé, muy ingenuamente, "Visiones de un ama de casa". Pronto comprendí la expectación ciertamente interesada que ambos expresiones conjugadas despertaban en una gran mayoría de espectadores, posibles disfrutantes o amantes de la fotgrafía en general. Para no andarnos con rodeos, se trataba de puro morbo, expectación enfermiza ante no se sabe qué, o sí.
Hoy, a la luz de las esperanzas intentadas, parafraseando uno de mis versos, y gracias, sino a dios, si a algunos seres humanos, el hecho de que un ama de casa exponga sus ¿qué son si no las fotografías?, visiones, no despierta más que un posible, o nulo, interés natural por aquello que es simplemente fotografía, tal vez poética, pero sólo fotografía.
Dicen que fotografiamos lo que más cerca tenemos, y que para ser fotógrafo no hay que andar recorriendo paises y continentes. No soy yo la que me voy a definir como fotógrafa, pero al menos puedo reconocer que cualquier cosa de nuestro entorno es susceptible de ser fotografiada más o menos bellamente, esto es, con sentido, de fotografía.
Esta recopilación, reúne un número muy pequeño de cuantas he podido hacer a lo largo de estos siete años (posteriores a esa mi "primera exposición pública" ) referentes al mismo escenario, es decir, el hogar, la casa de una, tal vez su lugar de trabajo, y seguro, mucho más.
Variadas en tratamiento, revelados,encuadres y hasta perspectiva interior, no hay más pretensión al exponerlas que la de no dejarlas en el cajón, como siempre, y que sirvan de muestra a un extenso trabajo realizado.

sábado, 24 de octubre de 2009

Las verticales del alma (La Poesía como arma de futuro)

Título de la fotografía: La vertical del alma

Frígida quisiera encontrarme,
mis cervicales enhiestas, prestas a ser lanzadas a la feroz lejanía vertical
inmediata al desvío de mi alma.
Presta y rígida como incólume veleta sin vientos.

Más allá, al amén de las nubes anaranjadas en mis pupilas tributarias,
pervive la lozanía, la facilidad, la alegría del suspiro,
las risas encandiladas en el brioso querer de la noche siempre nueva.

Tras sotavento, olvidando la liviana perfidia de una definición,
encuentro, espero, y en esperanza mi alivio hilvano,
la sorpresa risueña de oxígeno líquido que despierta MI tarro de todas las esencias.

No, si al final sevillana soy, maldita entre las yerbas,
y entre las caracolas,
sólo dispuesta a la afrenta de la desidia de la amarga clámide que lame la piel fría de las estatuas.
Porque sevillana sin nombre acepta la luz como existencia,
como billete de ida y vuelta en la averna oscuridad de las migajas extendidas.
Luz, tremenda,
hasta de mis cuentas de luciérnagas, luciérnagas de tus ojos, alma de los míos,
que aun cegados en el rubí de tu primer presente,
lograron entonar el baile de almenas que alimenta nuestra alma.

Ruego a la nada que percibo en trashumancia paradójica,
que alivie, ame, sotavente y fresquee,
disuelva y amilane,
quiebre y abata,
poderosa y dulcemente,
esta rubicundez de ira contenida de volcán en humedales de ámbar, cielo y caldo de cultivo
de futuras humanidades.


Sofía Serra (Asesinos de almas, 2002)

jueves, 22 de octubre de 2009

Huertos de voy-ven (El huerto del Rey Moro)

Título de la fotografía: Distrito 9

Una, habituada ya a encontrarse con estas peculiaridades en su vida, no da importancia a la cuestión, pero díganme si es casualidad, o no, el hecho de que la misma,
la una,
harta, y hasta
agostada,
de sembrar coles y nabos, meridionalmente entendidas señeras especies hortofrutícolas como tomates, berenjenas, pimientos y demás solanáceas,
sale huyendo del edén donde vivía para asentar sus reales posaderas, y las de su familia,
en pleno centro histórico de una gran ciudad, Sevilla, la suya de toda la vida.
Y cuando, decidida a volver a caminar por sus calles adoquinadas, traspasa los umbrales de la puerta de su casa, lo primero que halla es un HUERTO, con nombre y todo, un huerto que ocupa una casi envidiable extensión de zona edificable, un huerto entre cemento, entre paredes blancas y muros grafiteados, un huerto con señales de tráfico y todo.
Un huerto como dios manda.
No sé si es que me persiguen o yo los persigo a ellos, con los ojos cerrados o como sonámbula, todo sea dicho.

Dejando a un lado la personal visión del asunto, y por mor del mejor deseo para esta especie de pica en Flandes (un huerto en pleno casco histórico, amigos, unos cuantos cientos de metros que se salvan de la piqueta, los ladrillos y las especulaciones de los que ni siquiera saben sembrar billetes, sólo recogerlos) daré algunos datos sobre ella, sobre esta rareza, sobre este diamante entre tanto estercolero, sobre esta flor sobre tantas lajas de mármol.
Se trata del solar que siempre fue ocupado por una antigua huerta que según datos leídos en los periódicos locales data del Siglo XIII sevillano, y que llevaba el nombre que hoy en día le acompaña, "del rey moro". No he podido averiguar cuánto de cierto hay en ello, pero sí sospecho de su veracidad, pues puesta al habla, por pura curiosidad, con algunas de las personas que se han encargado de luchar por su mantenimiento, se me informó de que sólo podían sembrar " en alto", esto es, en bancales izados a base de colocación de bloques que los delimitaban. Una vez relleno su espacio con tierra de sembradío, se plantan en él las distintas especies elegidas (la siembra en bancal resulta de las más productivas posible, pues así se asegura el hortelano de que la tierra depositada está bien suelta y removida, con lo cual las raíces de la planta podrá extenderse con toda comodidad). Pregunté que por qué no sembraban árboles nuevos, con la idea de traerles alguna encinita desde el campo, y de la respuesta resultó la evidencia a cuanto puede haber de cierto en ello: "No nos dejan escarbar, remover tierra, el ayuntamiento, porque se supone que esta zona está llena de restos arqueológicos. Estamos a la espera de que hagan unas catas que dicen que van a hacer"
Hace pocos días publicaba la noticia "el correo de Andalucía" (pensé escanearla para este artículo, pero hoy, por mis mismas manos y sin querer, ha ido camino del contenedor para reciclar papeles el número del diario en cuestión): El ayuntamiento da luz verde al huerto del rey moro. Promete que será dedicado a espacio verde público -imagino que con la continuidad de la actividad que en él se desarrollaba.
Así que las personas que apostaron por ello, han ganado.
Mis felicitaciones, y desde luego, mis mejores deseos.
Eso sí, eso no quita que, por ejemplo, cada vez que subo a la azotea y me asomo sobre el pretil, los pretiles del aire sevillanos, para disfrutar de las vistas desde el alto que siempre me han fascinado, se me estremezcan hasta las uñas, sólo de recordar lo que significa tener que andar, de nuevo, lidiando, aunque hoy sea sólo visualmente, con tomateras, tierra, paja, mangueras de riego y de goteo y demás parafernalia que necesita el mantenimiento de un huerto.
¡Que vengan los huertos a mí o yo a ellos!
El caso es que siempre los "conservo".

Sofía Serra, Octubre 2009

Nota: El título de la fotografía se lo debo a mi hijo.

martes, 20 de octubre de 2009

Soy una roca



Si no estoy anclada a la tierra,
si la piedra no es capaz de humillarse ante mi suela de albatros,
si la luz no me llama
o el aire no me suplica,
si a través de mis orificios no circula ya la benefactora dulzura de tu aroma,
si mi llaga no traspasa tu era,
si nada me retiene,
si mi yunta sólo me obliga y mi cerviz más que dolorida sólo busca en la tierra su consuelo...
De la nada y del todo, del negro y la no mirada, la del ahogo y la asfixia,
de la placidez soñada cuando mi mente pesa más que el mismo planeta...
Si mi llanto, de pura sal, ya ni fertiliza mis cauces internos,
ni me alivia,
ni circula,
ni separa,
ni ejecuta,
ni abrillanta,
ni estimula
ni calma... si... la nada,
...si la nada existe debe ser mi alma ahora,
o la realidad,
o la vida por alter egos pronunciada,
o la escueta pusilanimidad,
tantas veces odiada, tantas veces maldecida.
...Algo así debe ser
para lograr quebrar la espina dorsal de esta cariátide de arena.

Si soy yo, o tú, como antiguamente eras,
¿qué me queda?.

Si mi cadena de plata se ha roto,
si mi amor de luz ya no clama.
Si sólo percibo marmórea lejanía en tus nubes de azucena...

A través,
al quiebro,
a la orfandad,
al gesto propio,
a la rotundidad de tu propia existencia,
al clamor de tus miembros anhelantes de objetos directos susceptibles de cercanía,
de golpes, de hambre, de traspaso de mi misma tierra.
...Al paso,
al quite,
a la zancadilla,
a mi curva de cintura
y a mi cadera,
aparece, y amo su pase,
esta corriente de viento azul, plegado en onduladas valmedades,
que segundos tras días airea estos ojos ya cegados por la tersura
de lo ya acontecido, sin quiebros ni quebrantos que lo remitan al negado
mundo de las siniestralidades opacas.

Clavo y clamo
al cielo y a la encina.
Clamo por una invisible tarea que me permita reventar los puños de mis entrañas.

...En la piedra, no,
la piedra es mi alma.

Sofía Serra (Asesinos de almas, 2002)

jueves, 15 de octubre de 2009

Ser-Afín



Título de la fotografía: Pulmón

Ser-Afín (En el nombre de mi madre y otras flores)


Serás el beso asomado al aire del
vespertino azul. Yo, la mejilla que lo sostiene
soñolienta en el vaivén de la vigilia
sobre estas dobles manos, estas pequeñas flores …

¿Y qué decir del aliento expelido por tus rosadas branquias?

Abarataré mi canto para que el perfil de la memoria pueda lucir,
prendido en tu cabello,
el clavel de abril, ¡ay!, mi noche persa sobre ríos de plata...
Y junto a la rosa del encuentro, la zapadora,
profanaré las tumbas de la estirpe que, contiguas a la feraz fuente,
impidieron a las buganvillas bramar la verdad atronadora con sus brácteas.
Ellas, las jardineras engalanadas,
las de frazadas de papel de seda en sus breves cinturas,
las de profundos escotes, herméticos y oscuros
balcones abiertos al pretil del aire,
desde donde asoma, tímida, la flor blanca,
la bella Inmaculada, La que no tiene nombre.


Sofía Serra, Octubre 2009

sábado, 10 de octubre de 2009

La calle doblada

Título de la fotografía: La calle doblada

Epílogo

En el límite de este entredicho te propongo ajustemos cuentas/
sobre los pasos dados/
desde tu fiebre o la mía, sin maniqueísmo ni torpes esdrújulas que sólo hacen/
enturbiar el mar alegre donde podemos lavar nuestras manos./
Aquí tú y aquí yo,/
frente a la espera, anudados por nuestra secuencia vital,/
mirándonos los pies mutuamente contemplando cómo el borde salado/
agiganta el vacío bajo nuestra posada,/
nuestra común estancia arenosa./


Y ahora, te pregunto:/

¿Qué más podemos hacer sino amarnos?
/

* * *

Fin de Canto para esta era

Sofía Jesús Serra Giráldez, Sevilla, Octubre de 2009

Los mirlos

Título de la fotografía: Los mirlos


Los mirlos

Y ahora resulta que el alba se deposita y extiende sobre este lecho conformado escritura,/
curva de mis sienes desde allá por los mares inciertos de la infancia,/
cuando la senectud llama a mi puerta para asomarse serena, convenciéndome/
con tan sólo su mirada,/
de que la franquicia aplaude los longevos textos hechos manos,/
caricias de amor comprometido sobre el verbo/
que levantan y soliviantan este pecho que un día parió la que hoy casi sin nombre figura./

Junto a los mirlos entoné mi canto abrazándome a tu tronco,/
palmera, encina o nocturna madre./

Porque un árbol es tan sólo un árbol./
Qué o cuánto importa su nombre si bajo él depositamos nuestro cofre del tesoro,/
lo conquistamos a horcajadas sobre la infancia o lo podamos buscando la insondable sima del Misterio./
Un árbol es tan sólo un árbol./
Mas, ¿qué sería de nuestro abrazo si no dispusiéramos de tierra donde un día,/
tal vez el primero del mundo, pudiéramos sembrarlo?/
Quién sabe dónde se aquilatan nuestras huellas/
cuando, hurgando bajo el manto, nuestros vecinos los hongos/
abren, vencidos ante la luz, su fresco y carnoso parasol para avisarnos de que allí,/
sólo allí, nuestro paso no ha encontrado aún posada ni sendero./
Quién sabe qué sería de las tejas si los mirlos/
no las habitaran saltando profundidades y cárcavas calinas/
bajo el sol recién nacido./
Quién sabe qué sería de los árboles si no supiéramos llamarlos,/
o, sencillamente,/
qué sería de nosotros, aves pasajeras,/
aves con apenas canto ni salto,/
si no pudiéramos cicatrizar su abismo cosiéndonos al verbo./


Sofía Serra, octubre 2009 (Curvas de nivel)

domingo, 4 de octubre de 2009

Sin pie, dad

Título de la fotografía: Fotografía sin piedad

Así que aquí estoy, en la otra orilla.
No resulta sencillo caminar sobre las aguas, pero
¿quién puede decir que no tenga agallas que me hayan permitido bucear bajo los límites licuados del aire?

Es sólo que ahora me toca callar.
Después vendrán los evangelios, las inasumibles interpretaciones,
pero yo os digo que sólo recordéis esta voz mía, aquélla por la que nombro al hombre sin piedad:
que no os améis, que no os améis como yo os he amado.
Que no ceséis en la cesura de uno a otro,
que procuréis mantener siempre el contacto entre el candente hielo de vuestras mejillas
y la mejilla del contrario, digo del hermano.
Que uséis la prórroga en proporcionar atajo a quién os mira suplicante,
que cimentéis vuestros pies, costureros venidos a menos, sobre la aguja imposible
del tacón cercano, el asesino,
aquél de una sola puntilla, aquél que abre herida en el albero en y la tierra,
y en la franca yerba que ventila vuestras vidas, piolet para el hielo.
Jugad a construid arquitecturas efímeras,
ésas que con el fuego arden en la otra carne viva,
o las que al viento se las lleva el viento tergiversando
los relatos de las vidas inocentes,
seguid con vuestra mutua tortura hasta que terminéis La Labor,
que sólo así el mundo podrá crecer en paz.

(Conspicuo y abrasador este poema me quema como granada con argolla extraída)

Así que aquí me hallo,
en esta otra orilla tan blanca,
y yo tan sedienta como si hubiera navegado por todos los mares , caldo de cultivo órbico.
No oscilo, perpetuamente íntegra, demasiado íntegra.

Así que ya , tras de ti y al paso, solícito y ferviente servidor de tu mirada dispuesta,
me yergo sobre este mar ajeno a los raseros y las yuntas.
Así que, sin arte de magia, sino por humano encono, ahuyenté por fin a las gaviotas salobres,
y, bajo las catedrales cristalinas, renací como una diosa,
afrodita de pensilvania,
quimera enrojecida por el tumulto y la feroz ardentía de las arenas.


Sofía Serra, Octubre 2009

lunes, 28 de septiembre de 2009

Autorretrato a dos manos





Que no me pidan más, que lo he dado ya  todo.
Que no me señalen con el dedo del abaratamiento.
Que nadie me justifique ni nadie ose navegar sobre mis mares (se ahogarían),
que mis tormentas son mías porque yo las creé batiendo el agua con mis brazos

 hasta que no quedó más
que espuma barriendo a los guijarros extendidos en la arena. Dormidos.
Yo no escribo sobre mí.
Yo escribo sobre ustedes y su provecta posición bajo el sol ardiente antes del deshielo.
Sobre los umbrales que os poseen y a su vez me impiden el sorteo de la muerte.
Que vivimos bajo su manto de arrobo cargado de sí misma
y yo no deseo más que cerrar la noche,
cerrarla y obedecer
a esos sueños amables que ocultáis tras los cándidos cristales.

Un ser no es un instante,
un ser es la secuencia, el traspaso de cada infinitesimal límite del espacio sobre su propio tiempo,

y el del otro, y el del otro hielo,
el doblado sobre sí calentándose al son de su inherente frío,
el que construye la física perceptible,
manos y ojos bellos, solvente espasmo de la dicha mientras somos.
Un ser transverbera, proclama sobre el no vacío
la existencia ingobernable que subyace a la marea líquida de este universo
que construimos y habitamos, queramos o no,
como nifes expandidos.

(Así que ya llegaste.
¿Y desde cuándo te esperaba yo?, me pregunto, haciendo inexorable la duda que campea a sus anchas.
Cualquiera sabe.
Cualquiera puede saberlo.
Cualquiera que se moleste en atravesar el borde invisible del deshielo.)


Sofía Serra, septiembre 2009

viernes, 25 de septiembre de 2009

Limen

Título de la fotografía: Limen

Perfil

El limen de nuestro sonrojo, el velo de tu rostro, el umbral del conocimiento.

Tú y tu hermoso y rubio cabello,
tú y tus manos y tu cuello al viento,
tu nuca alborotada en clavel de abril,
y tú, mi novia, asegurando tus mejores velos. Tus brazos peinando el soplo,
tu moño erguido y salvaje esculpiendo el cielo,
tus manos habilitando la estancia inhabitable
y tus rosas uñas componiendo los pliegues del blanco que sorteaban espléndidos las carantoñas sobre mi tul.

…Y los demás disfrazándote con sus rígidos peplos de madera tosca y arcaizante.
Y tú sorteando las arrogancias con tu destreza humana.
Y los demás inscribiéndote en sus archivos sin nombres, en sus tablas sin leyes, en sus juicios sin pruebas, en las reales posaderas de sus previstos mentideros…
Qué injusto, ¿verdad, madre?

…Y ahora,
yo, casi enlutada,
y tú, ya casi ahogada, jadeantes tus brazos de tanto peinarte,
suscribimos ambas,
codos engarzados, pasitos cortos, sonrisas suplicantes de aire insolente,
lo que en su torpeza te regalaron, obsequio de villanos santificado por tus manos:
tu lujo, tu apostura, tu conformidad, tu gallardía...tu don del aire.

Qué ironía, ¿verdad, mamá?, la forma de mostrarse al mundo lo verdadero.

Mi dolor de hoy proclama la injusticia de ayer.
... ¡Cuánto dolor!
Cuánto dolor por tantísima ignorancia en tantos bastardos, y aun con más delito, bastardas, sin padre ni madre.


Sofía Serra, Septiembre 2009
 
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