jueves, 24 de octubre de 2013

Arbólcrata

Arbólcrata 
(a un acosador internáutico y a Cristina Peri Rossi)

Donde yo veo un árbol,
un tronco hermoso, una enhiesta
sonrisa de la tierra, un borboteo
de vida manando desde
las rocas cálcicas o cuarzos
que se abovedan protegiendo
acuíferos y ahuecando cuevas,
un chupinazo de alegría
que estalla en un paraguas
de sombra donde los alevines
de flores y yerba verde crecen
más espigados y mi propia sombra
se desdibuja y confunde
con las de las copas y así, ellas y yo,
en un terrenal acto de amor
sin arados ni espadas
pasamos a formar parte
de la hojarasca que la encina
lanza en junio al vacío
(el levante tiene mucho que ver),
como queriendo proteger al suelo,
mi suelo y su fiel,
de los rigores injustos
y estiados del calor
del sur, así su espejo
bajo tierra podrá extraer
aun cuando ni gota de agua
queda arriba cierto cc
de sal
de blanda humedad
que
le permitirá permanecer
viva
aunque casi todo se agoste
ella se mantiene fresca
con sus verrugas
como de adolescente
tierno y supuroso de acné
y otras erecciones, perdón,
(amar significa saber pedir)
erupciones padecidas,
cuando yo, decía, me asombro
al contemplar a los valientes
alcaudones meridionales
lanzarse en picado desde dos
metros tan sólo de alzada
contra la culebra amarilla de dos
metros tan sólo de larga
que sesea su cuerpo
por la tierra lija, la tierra dura, la tierra raedera
de mis rodillas oteando las posibilidades
de acercarse al nido
para así poder alimentarse,
en el bosque que he desbrozado,
un cuerpo bello y asombroso
como la sonrisa de la tierra y el géiser
de vida y el chupinazo de alegría
donde yo
veo una encina, como decía,
otros y otras
ven un falo.

No quiero ni pensar
qué harán
cuando se encuentren
con el falo de verdad,
unas y unos.
Al menos las encinas
son
especie protegida
y hay que
Pedir Permiso Pagar Podarlas
cada siete años,
y ni aún enfermas se cortan
ni arrancan de sus carnales
raíces, no hay huevos como sí
en mis solenostemon del alma
fecunda creo
que por eso
a ellas
no les escribo
poemas.

Pero los falos, los falos,
los phalos,
ay, temo
por ellos
no
temo a
los palos.

Nunca imaginé por ti
tener miedo de nuevo,
leñador de mis sueños,
pirómano y bombero
de tus mismos fuegos
y el natural deseo.

4 comentarios:

  1. Sofía, eres injusta de llamarme acosador internáutico sólo porque tengo sentido del humor a veces y me meto contigo y con las traducciones de "The rain in Spain stays mainly in the plain" y soy crítico con la literatura y el arte del decir en general. Tú me has mandado más de un centenar de e-mails, que guardo y me gustaron casi todos salvo cuando volvía cansado a veces de haber visto la Tierra que no cambia; como Neruda -yo que no soy comunista, ni escucho el canto horrible de sirenas ya; que ya no quiero ser de la falsa izquierda -la orilla sólo blanca y reluciente; los negros son exclusivamente los demás- pero que anhelo aún un cambio milagroso; una revolución buena en esta Tierra. ¡ No he cambiado nada; sólo que sé distinguir ahora las luces en las sombras falsas del reduccionismo binario; te aprecio por mujer valiente pero no falsa feminista que sé que no eres; quizá me plante en Sevilla, que me la enseñes y la expliques y la expongas un día de estos.

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    1. Robín, por dios, que me estoy desternillando de la risa, pero no voy a consentir que ni en broma (siempre malentendida por todos los carentes de sentido del humor) te arrogues el papel de acosador internáutico. Ya sabes que no contesto comentarios en los últimos tiempos, pero en este es necesario que lo haga. ESTO ES UN POEMA. Hala, bessssos.

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  2. Addendum:

    Faltaba algo importante dentro de : "" ¡ No he cambiado nada; sólo que sé distinguir ahora las luces en las sombras falsas del reduccionismo binario !; Te aprecio por mujer valiente pero no falsa feminista que sé que no eres;""

    Debe de ser:

    ¡ No he cambiado nada; sólo que sé distinguir ahora las luces en las sombras falsas del reduccionismo binario ! Te aprecio por mujer valiente pero no falsa feminista -falsa mujer en suma- que sé que no eres;

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  3. Si ello era un poema, Sevillana, entonces me callo y me siento mejor al mismo tiempo; hablar cansa.

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El cuarto claro by Sofía Serra Giráldez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial 3.0 España License.