miércoles, 19 de diciembre de 2012

Certeza en tres tiempos

Certeza en tres tiempos

Hace dos días
Padezco cierto
desquiciamiento que no tiene que ver con que
se me haya estropeado hoy la lavadora.
Es fin de ciclo, fin de un continuo, fin de un hacer, fin.
Cuente como cuente, sea por meses, años, ciclos poéticos y/o vitales.
Pero no consigo hacer su final.
El tiempo tiene su medida, el único trastorno le llega al hombre al no recordar la suya, que es lenta como la del tiempo, como siempre, nuestro compañero. Un final tarda, se desarrolla caudalosamente, fiel a sí mismo, lento como la desembocadura ancha del río. Entonces nos deslavazamos, nos extendemos (es lo que siempre he querido, hacia lo que siempre me ha llamado) y llega, va llegando. Se aposenta cualquier instante de ese tiempo que medimos. Paradójicamente sabemos medirlo a él en vez de a nosotros, cuando en realidad su medida es ausente y abstracta. Somos nosotros y nuestra necesidad de categorizar los que constriñen. Malos compañeros del tiempo somos.
Me voy cerrando desde hace meses, la paz me gobierna al comprobarlo de nuevo. Al cuarto claro no sé cómo ponerle fin, pero sí que está en él. Con mi paso poético me sucede igual.
Ahora me toca asentar.
Creo.

Ayer
irme de todo me estoy yendo
como el mar muerto
tan salino tan
de nadie
de su misma salobre
esencia.
Llego al dón-
de todos
me hago.

Hoy
extrañamente percibo mi adiós
la llegada
no sabe hacia dónde gira
si va o viene
el adiós y ella

me asombran.

Sea lo que fuera que mantuviera el continuo de este blog ha desaparecido. Un año presintiendo este cambio, la muerte de un ciclo, el final de un tiempo poético y creo que hasta vital
de nada saber lo que llega
gracias a la suerte
de poder oler una azucena fuera de temporada. Diciembre es el tiempo, Febrero la luz. Mayo me cultiva. Y me cuida.

me genera la inquietud
algo llega a su fin
algo se nombra de nuevo
algo aboca
algo amanece sustancialmente aunque no consigo verlo.
¿Aún?... aún.
dónde estará el cabo de la madeja,
esto ha concluido pero no lo sostengo entre mis manos.

lo que no puedo prever:

la certeza
me genera la inquietud
abandona
lo que ya no me pertenece.
sin isla ni desierto me entrego
a la extraña costumbre
de no saber leerme

encarnizada lucha con este final
contra toda previsión me lleva
hacia no sé dónde.

pero sé hoy
sé final
soy.

Sofía Serra

2 comentarios:

  1. Sí que es difícil encontrar el final. Pero a veces tampoco conviene obsesionarse con ponérselo, a veces la llama de la vela se apaga, sin más.
    Cuando un ciclo acaba, será que empieza otro. (También me lo aplico a mí. :))

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    Respuestas
    1. :), gracias, Amando. No me obsesiona. Sé que lo que sea (porque ya es), será (sabré), :). Un abrazo

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