El juego de la esperanza
podemos derrocharnos en la luz
o saltarnos aritméticas, todo
menos soy una esclava de mí.
hay cartas sólo
flores
con las que
jugamos
cuando somos
ellas,
siempre son nuestras
apostantes,
¿has visto cómo
ríe
la rosaleda
al besarla
tus ojos
abriendo
la mañana?
en cada
balcón del aire
depositamos
seria
esperanza de
no caer.
pero siempre
caemos:
sépalo
dormida
y blanda la
sierpe en flor
y ronca de
tanto
despertar
soledades
todo remolcando,
y todo lima,
y todo muge,
todo embarca
la llaga,
todo ablanda
el estuario
siempre
iluso
todo taladra
la cabecera de
tus ojos
al centro de
mi espalda
vaga
transita por mis hombros,
préstamos
del aire,
véngate
dentro
y arrastra conjeturas
sobre el
tapete verde.
Eso pasa,
dios, ¡cuánto pasa!
Pero no la
esperanza.
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