... cuyo autor, Juan Carlos Sánchez Sottosanto, me concedió el privilegio de dedicarme al escribirlo.
Quizás, rememoro ahora, cumple sueños que una tuvo de adolescente y que luego olvidó: que un buen poeta la tuviera aunque fuera mínimamente en cuenta a la hora de inspirarse.
Pampa eleusina
a Sofía Serra Giráldez, musa sevillana.
Mistagogo divino,
de áurea piel quemada por el sol,
mistagogo de bronce: dame luz.
Si tu rostro conserva la afilada
dulzura y acritud con que recuerdo
tu paso por las calles, el camino
fácil harás.
Al menos al principio:
procesión hendiendo la alameda,
embriaguez del aromo y de los tilos.
Ayunaré si quieres,
libaré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–,
entre estos campos del lino y del maíz.
Y en la fecha prevista
me hundiré en las riberas del Atlántico,
portando el cochinillo.
Y después, si elegido
estoy entre los puros,
descenderé a los antros
bajo el auspicio azul de tu mirada.
Andaré en las tinieblas,
pero a la hora
de la epoptē entornaré los párpados,
y pediré a los dioses y a las diosas
–recordaré a Deméter y a Perséfone–
que no me baste la visión.
Más bien, que el paso
continúe a las charcas y a los rostros
fangosos de la Tierra.
Y separado ya de tu mirada,
mistagogo divino, piel de bronce,
me hundiré en el Orco de la pampa:
los dioses me dirán el sitio exacto.
En la postrer vigilia,
tu recuerdo arriará los miedos
al demonio Zupay, y ante las machis
del portal, lloraré junto con ellas
un mundo fenecido.
Debajo estarán los muertos
rasgando las vihuelas, y los cantos
me hundirán otra vez, hasta los sitios
desde donde regrese sólo en sombra.
Visitaré los campos en otoño,
y el resto dormiré bajo la greda,
la arcilla, las arenas
del mar sagrado que se alejara un día.
Mistagogo divino, piel de bronce,
recuérdame a los dioses y a las diosas
–no te olvides de Deméter y Perséfone–
en tus plegarias.
(De Medición de la pampa. Imagine Clouds Edition, 2013)
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