La puñalada
Compraré
alhajas cuando paseo
por el
mercadillo de agosto los días sin sombras
salvo en la
acera ambulante que me proponían
tu voz, tu
boca, tu oído,
y yo
anhelándote, mudo brocal,
y la tapia
cubierta de hojas de parra virgen
sorteando a
la madreselva,
minándose
de mí y yo huyéndote
sin que
llegaras o vinieras a verme.
Me
escabullí tras tus andrajos,
miraste en
otro sentido
con tus
dedos, y hacia allí
vagó tu
cuerpo tras ellos que se alargaron
hacia el
cuchillo diestro de noreste,
ése de
donde llega la helada,
ése rasante
vuelo de hielo
sobre las
onduladas tiernas carnes
de mi
apuesta: rosa en uno y otro ombligo.
Aunque
todos me digan que debo ser más cobarde.
Sofía Serra (De La dosis y la desmedida)
No hay comentarios:
Publicar un comentario