Correcciones El muriente
La llama
Se llama
soledad siempre soledad
me llama
indistintamente
por mi nombre o por su cara.
¿Cuál es el primer placer del corazón? :
¿Cuál, qué gozo anhela prodigar
este sirviente de guantes blancos
y robustos nudillos llamando
a la puerta sin cerradura?
Huyo de esta condena madre
-madre, con esta condena me huyen-,
el fuego de la verde selva
nada y me abrasa,
me calcine nada
a riscos y barrancos
de prendas razzias
ruede
hasta caer y dilatarme
yo en el río.
Dejar
hasta desaparecer
en el agua, no ser
ya
ni a-penas
llama.
Sofía Serra (De El muriente)
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