partiré las tablas de la ley
sobre mi cadera, que es más fuerte
que tu dios y mi pudor
ahora llega la hora del recóndito.
cualquiera sabe donde estaremos,
pero recuerdo las lechugas recién sembradas
y sólo quisiera estar allí,
mirándolas,
tú con tu cerveza bajo el alcornoque
yo con mi tinto con casera
y las botas de agua llenas de barro
de haber andado los dos
en cuclillas enterrando
nuestros dedos que se rozan
bajo el blando légamo
y el sol
qué alegría la luz dorada
del sol
a cielo abierto
bañándonos como
si dos peces
iluminados
fuéramos
nacidos más allá,
durante ese sueño
que durmió el día
cuando vivía sumergido.
Sofía Serra. Diciembre, 2011
Qué poema tan físico. Me apunto a la cerveza en el porche, el olor a tierra mojada y mirar cómo crecen las lechugas. Poema rocío, poema tierra... Me gustó
ResponderEliminarBueno, el "porche" queda como a 100 metros del huerto donde las lechugas, ¿eh?..o sea, que la cerveza y el tinto han de ser ingeridos en pleno huerto y tras la faena de la siembra, :).
ResponderEliminarTodas las manos son bien recibidas en el laboreo campestre, así que cuento contigo para la próxima.
Gracias por esas palabras tan bonitas sobre él, Eloy.
Un beso