Si poema, ya sabe más que la que escribe
A las costuras de esta zafra se me adhieren vuestras embestidas
como salvajes y tiernas desmedidas de lo que ya no solicitáis,
la alegría de una era que nace mudada
en paquiderma sirena de ojos claros y voz ausente.
Observad la canallesca intención que la abandonó fiada en la arena,
contemplad cómo sus miembros se entumecen
a fuer del goteo irisado de su piel insaciable
ya tornándose entretela de grises escamas,
coraza contra el aire: se quedó sin agonía,
sin silero desierto donde cantar su mistérica proclama.
¿Qué porvenir se cimenta en los longevos eriales?
La mar de las vetas claras.
Porque es trabajadora, minera u obrera reina
engendra y pare como jirón de sí misma
el contumaz y secreto consuelo depositado en el eterno de su abrigo,
la orilla,
el voto sobre el que la luz atestigua la existencia de ellos:
Cantos rodados sin externa geometría que los contraríe.
Tan sólo cantos,
tan sólo cantos, yuxta-opuestos ni engarzados,
melodías del aire hacia el aire embriagado
del aceite vital de su denso gemir
bajo el mar... bajo el mar,
nacen a veces las piedras convertidas en Poetas.
(El deshielo, 2009)
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