La esquiladora
En este mundo atisbo
por la costumbre boca
y la palabra madre, y las palabras padres.
…
Por la costumbre boca de tu oído al tobillo
de esta veterana práctica de andar sobre el noctivago,
el día confuso y las fusas que humildemente
agitaron el combustible
que de tu boca padre mana,
y tu boca madre bala.
Aquí despiertan indigentes desnudas.
En la acera piel y en el negro asfalto
duermen las células de sus pellejos,
órbitas oculares en las calles,
en la corteza de las encinas,
en los troncos de los plátanos también desnudos.
Aquí se funden las otras carnes
mejores para el mercado.
Se rascan la barriga y mullen entre lanas,
consignan su estratagema entre las ubres
de no sé qué diosa que exista.
Si nadie la alimenta, si nadie la pronuncia,
¿a qué tantas piernas para darla por invencible?
Aquí, dios, entre tú y el frío,
ha nacido una cobarde de tus manos,
una vil estirpe de alguno de tus dedos que floreció
en manzanas aún sin nombre.
Aquí, dios, te pregunto instándote,
por qué siempre aguzas el oído al balido leve.
Los gritos se me mueren en las manos
y no doy abasto para tanto sudario,
para tanta capa de negra lana,
para tanta tumba de palabra.
Sofía Serra, Enero 2011
Te puedes imaginar cuánto valoro este poema.
ResponderEliminarBs
Y yo cuánto que lo hagas.
ResponderEliminarBesos
Creo que aquí, Sofía, sí hablas con las manos y lo haces de un modo muy elocuente.
ResponderEliminarAbrazos de norte a sur.
Duro, muy duro pero, sincero, muy sincero y acertado este poema.
ResponderEliminarTu modo de escribir aquello que te habita rompe con lo convencional, con lo que cabe esperar (?) pero, es un grito dado para que golpee la conciencia de los otros esos otros que somos todos.
Un lujoso texto